Bosque

Frunzo el ceño. Es cierto que las reglas son las reglas, pero ha logrado molestarme. No debería hacer esas cosas... No entran dentro de la misión, por lo que tampoco es mi deber consentirlas.

- ¿Has venido por mí? No me hagas reír. Esto no es un juego, Jager. ¿Te escondes bajo esa capa para venir a verme a mí? ¿Y a qué debo este honor, Jager?

Me vuelvo, dándole yo la espalda esta vez.

- Márchate. Deja de jugar.

Y espero. Espero a que algo me diga que al fin se ha ido.

Lo escucho marcharse. Aunque tengo el impulso de volverme, no es tan fuerte como para que lo contenga sin dificultades. De pronto las ganas de mirarlo desaparecen.

- Precisamente por eso creo que es un juego, Jager. Porque eres tú... -. Una única risa seca escapa de mi boca sin que pueda evitarlo, con cinismo. Me alegra que no pueda oírme.

Aprieto el paquete que porto contra mi pecho. He de buscarle un nuevo lugar. Tras recorrer la zona, me decido por un tronco semihueco cuya abertura es lo suficientemente pequeña como para pasar desapercibida. De todas formas, si algo cierto dijo fue lo de cambiar su ubicación. Tendré que encargarme a menudo de buscarle lugares seguros.

Cuando lo he puesto todo a buen recaudo, bajo la vista al suelo, tan oscuro como el aire. Mis ojos se iluminan un instante, solo un segundo, mientras aprieto los puños.

¿Por qué ha venido?

Regreso al lugar en el que reposa su capa y la tomo entre las manos. Aún por encima tengo que ser yo la que borre sus huellas.

Solo existe una palabra que lo defina. Negligente. O dos, contando "inútil".

Doblo su capa y deshago el camino que me llevará a Palacio preguntándome por qué demonios acudí a su encuentro.

*se va*

Llegué al bosque después de salir a hurtadillas del castillo: no me apetecía encontrarme con nadie: con nadie excepto Aren, queria hablar con el muy seriamente y presentarle mis respetos: quería que viese que había madurado...
Saqué a Tristán de la bolsa y me puse a corretear como un loco mientras el pobre intentaba morder alguno de mis arapos, que se confundían con las amarronadas vendas que colgaban por todo mi ser.
La verdad esque parecía una vieja y roñosa momia, pero en ese momento me lo estaba pasando tan bién que no me importaba manchar me de barro.
Luego de jugar un poco me puse a escribir con el pergamino una bonita disculpa para Aren:

SEÑOR AREN ESPERO QUE ME PERDONE POR HABERLE HEMPUGADO EL OTRO DÍA. ME GUSTARÍA QUE ME PERDONASE PARA QUE ME BOLBIESE A TRATAR COMO EL PRIMER DÍA.

SILVANUS KETTLEBURN
*dibujé un dragón*


No estaba seguro de que recogiese todo lo que quería expresar, e incluso había ciertas palabras que dudaba de su escritura, (la verdad, no era muy ducho para eso de la ortografía) y aunque el dragón le quedó bastante bonito, el pergamino se había manchado un poco de barro.

*se queda intentando retocar un poco la carta*

después de pasar un rato poniendo la carta en condiciones, me di cuenta de que HEMPUGADO era con jota!! ¡¡pero que burro soy!!

Así que tuve que hacer un pequeño tachón, con lo que finalmente, la carta quedó así:

SEÑOR AREN ESPERO QUE ME PERDONE POR HABERLE HEMPUGADO HMPUJADO EL OTRO DÍA. ME GUSTARÍA QUE ME PERDONASE PARA QUE ME BOLBIESE A TRATAR COMO EL PRIMER DÍA. REALMENTE SU CASTIGO ME HA SERVIDO PARA REFLEXIONAR SOBRE MIS ACTOS. ATENTAMENTE

SILVANUS KETTLEBURN
*dibujé un dragón*

Decidí marcharme de la parte más densa del bosque hacia un pequeño claro que había no muy lejos de allí, la verdad esque nunca había estado y seguramente fuese bastante agradable... total, no tenía nada mejor que hacer.

*me voy*

El bosque era un buen lugar para entrenar, y un buen lugar para explorar, así que tenía que ser un buen lugar para hacer un picnic por la fuerza. A mí no me asustaban esas bestias imaginarias de las que todos hablaban, y si eran de verdad, ¡pues mejor! Tenía mi arma preparara para cualquier contratiempo.

Extendí un trozo de tela cuadrado en el suelo y puse piedras para que lo sostuviesen y no saliera volando. Lo siguiente era la comida.

*deja allí el mantel y se va XD*

Llegué al lugar en el que había colocado el mantel un rato después, con la chica todavía sujeta por la muñeca, y jadeando (de hecho, había bajado bastante el ritmo). Dejé la cesta sobre la tela y me incliné hacia adelante, apoyando todo mi peso en las rodillas flexionadas.

- Pues... aquí... Es... Estamos -dije entre jadeos- Adelante... Siénta...te... Como si estuvieras en tu mantel. Sin... miedo... Uf... Qué carrerita...

Yo hice lo propio y me senté, despojándome de mi arma, que dejé apoyada a mi lado. Luego eché la cabeza hacia atrás, me pase la mano por el pelo y resollé.

- Estoy muerto... -. Me abaniqué con la mano-. Muerto...

El Chico R me había cogido de la muñeca y había empezado a correr, por lo que, para poder seguirle el ritmo, yo también tuve que correr. Cuando llegamos al bosque, el flamma demostró lo cansado que estaba inclinándose hacia delante y apoyando su peso en sus rodillas. Yo, por mi parte, me limité a sentarme, entre jadeos. No me esperaba que fuese a echarse a correr. Tampoco me esperaba la diferencia entre sus zancadas y las mías. Suspiré y me pasé una mano por la frente. Luego miré al Chico R de reojo y asentí. Al cabo de un rato, cuando recuperé el aliento, dije:

— Yo también... Estoy... Muerta... — Me pasé una mano por el pelo —. Creo que... venir corriendo no ha sido... una buena... idea...

Le dediqué una sonrisa cansada y luego observé el bosque. A pesar de los árboles, la luz llegaba hasta donde estábamos. Miré al flamma de reojo y ensanché la sonrisa.

— Ahora que ya hemos... corrido juntos... ¿me vas a decir tu nombre o... prefieres que... te siga llamando... Chico R?

En ese momento tuve un ataque de tos que duró unos tres minutos (por correr en frío y a lo bestia). Tras esto, abrí la cesta y saqué la botella de naranjada, de la cual tomé un largo sorbo. Me limpié el bigote naranja con el brazo y saqué el pollo, que estaba medio deshecho por la carrerita.

Se lo tendí.

- Cofcofrrickcof. ¿Cofpollo?

Sonreí.

El flamma empezó a toser. Definitivamente, ir corriendo no había sido una buena idea. Cuando terminó, bebió algo parecido a naranjada y respondió a mi pregunta. Acompañado por la tos, el chico dijo que se llamaba Rich. O al menos eso había entendido. El flamma me ofreció el pollo, que estaba bastante desecho por culpa de la carrera. Cogí un trozo y miré la botella.

— Gracias... ... — dije . Luego, tras unos minutos en silencio, pregunté — ¿Me puedes... dar un... poco de...? ¿Eso es naranjada? ¿Sí?

Esbocé una tímida sonrisa. Luego pregunté:

— Eeeh... ¿Llevas mucho tiempo aquí...? En el Palacio, digo...

Asentí y le tendí la botella, viendo feliz como comía. Yo mismo me hice con un zanco de pollo que en dos décimas de segundo había desaparecido en mi boca.

- Llevo un par de semanas, pero... ¿Quién lleva más? Al fin y al cabo... -. Sonreí-. Pero mi honor, el honor de mi familia, lleva aquí desde siempre, dispuesto a defender a los débiles -. Tomé otro trozo de pollo y miré a mi alrededor-. Dicen que hay una bestia en el bosque, ¿sabes? Yo no me lo creo. Cuentos de viejas. La única bestia que hay aquí es esa tal Lester, una mala Chrysos... ¿La conoces?

FdR- Ya empezamos... XDDD Por cierto... Me voy en un rato ú.u Así que habré de abreviar (keeendo)

Agradecí que me pasase la botella y tomé un trago. Luego la volví a dejar sobre el mantel. Mientras comía, escuché las palabras del flamma con atención. Cuanto terminó, le dediqué una sonrisa.

— Entonces tu familia siempre ha defendido a los débiles, ¿no? — Ensanché la sonrisa —. La verdad es que no conozco a mucha gente... Realmente sólo he hablado contigo, con un aether llamado Heyley, y con otra aether que llegó hace unos días... Creo que se llamaba Sanae, o algo así. Bueno, también hablé con los del servicio... — Tomé otro trago de naranjada —. Así que no conozco a ninguna Lester... Pero, bueno, al menos ahora tengo una idea de cómo es... ...

Miré a mi alrededor. ¿Y si había una bestia de verdad? ¿Cómo estaba tan seguro de que no había?


FdR. Okay >o< Abrevia, abrevia owo

Comí un trozo más de pollo y bebí naranjada. Quedaba mucha más comida, pero de pronto (o no, teniendo en cuenta la carrera) estaba cansado. Me estiré y me tumbé a lo largo sobre el mantel.

- ¡Ngh! Suerte que tienes...

Miré hacia el cielo. Luego la miré a ella. Aunque daba por hecho que era caeruleus por sus orejas y su piel, llevaba un buen rato pensando que era flamma, como yo. Tal vez fuera por la larga cabellera roja.

La miré durante un buen rato hasta que me di cuenta de que estaba pareciendo estúpido y volví mi vista al cielo. No se mira fijamente a los extraños.

- Tengo algo de sueño... -murmuré, bostezando, esperando que no se hubiera percatado de mi observación-. ¿Te importa si...?

*se duerme*

Tras un rato durmiendo, me desperté. Al ver que la chica no estaba, como me encontraba medio adormilado todavía, me estiré y me fui a dar una vuelta para despejarme.

* se va*

Rich se tumbó en el mantel. Parecía cansado. Sonreí al escuchar su comentario. Al parecer, la tal Lester no le gustaba demasiado, aunque no tenía claro a qué se debía aparente aversión. Comí un poco más, y luego miré al flamma de reojo. Estaba mirando al cielo. Luego volví a observar el bosque. No parecía demasiado grande, ni demasiado peligroso, pero igual sí que había una bestia por ahí escondida. Suspiré, y volví a preguntarme cómo podría estar tan seguro el Chico R de que no había una bestia en alguna parte del bosque.

Le miré de nuevo de reojo. Seguía mirando el cielo. Tras un rato en silencio, el flamma bostezó y me dijo que tenía algo de sueño. Sonreí y negué con la cabeza.

— Duerme si quieres. No me molesta...

Volví a tomar un trago de naranjada. Comí un poco más y, luego, observé el paisaje de nuevo. Tras un rato mirando los árboles, clavé mi vista en el chico flamma. Estaba durmiendo. Lo observé un rato, en silencio. Parecía un poco mayor que yo, aunque no sabría decir cuánto. Tal vez un año. Tal vez dos. Negué con la cabeza y desvié la vista hacia otra parte del mantel.

Había sobrado mucha comida.
Ladeé la cabeza. Luego comencé a guardar todo lo que había sobrado en la cesta. Cuando terminé, me levanté y recogí la cesta, dispuesta a devolverla al comedor. Pero entonces me paré en seco y miré al flamma. Seguía durmiendo. Lo observé durante un buen rato, sin saber si debía despertarlo o no. Me llevé una mano al cuello. No quería despertarlo, pues no hacía mucho que se había dormido, pero tampoco podía dejarle ahí tirado. ¿Y si era verdad que existía una bestia? Si había una bestia en el bosque, no podía defenderse estando tan dormido como estaba.

Suspiré, y volví a sentarme. Esperaría un rato ahí sentada, por si la bestia aparecía. En caso de que no apareciese, daría una vuelta por el bosque durante algún tiempo. Llevaría la cesta para que no se acercasen bestias. Luego, tras dar un par de vueltas por los alrededores, volvería al sitio donde estaba el mantel. Si el flamma se hubiese ido, yo también me iría. En caso de que siguiese dormido, volvería a sentarme y a esperaría a que se despertase.

*"se queda", pero no responderá porque se pondrá a dar vueltas por ahí en un rato xD Vamos, que está fuera de escena y todo ese rollo -w- pero se queda por los exteriores. No sé si me explico. Bah, me da igual. Lalalala >__
FdR. Sí, es estúpida. Dejadla -o-U

Llegué al Bosque con calma, caminando despacio, casi arrastrando los pies. Sin saber muy bien qué hacer allí, me dediqué a vagar sin rumbo, echando alguna carrera o pegando algún salto de vez en cuando para intentar alcanzar alguna rama más o menos alta. También dediqué tiempo a andar con sigilo, intentando que no se me oyera, por ver si podía sorprender a algún animal, pero tan solo un pájaro me salió al paso, sobresaltándome y haciéndome quedar bastante más sorprendida que él.

Intenté imitar los sonidos del bosque y caminar camuflándome (la verdad era que llamaba mucho la atención sobre el fondo verde), y me dediqué a recoger hojas de distinto tipo, sin tener ni idea de a qué especie correspondía cada una. Por último, me dediqué a practicar mi puntería con Loksass, comparando mi habilidad con distinta luminosidad y distancia.

*Se queda*

Después de pasar un par de días centrándome en curar mi herida, ahora estaba muchísimo mejor: ya no llevaba vendas y mi alborotado pelo tapaba a la perfección la cicatriz, por lo que no tenía complejo de ningún tipo. Casi no salí del palacio y de la habitación de los chicos desde que Blues me amenazase de aquella forma, la verdad es que tenía un pánico atroz a encontrarme en el comedor, los pasillos o el Hall con Aren... o peor: Blues.
Tristán estaba bastante amargado: se aburría como una ostra metido siempre en la habitación de los chicos. El pobre necesitaba algo de acción, pero en mi situación a mí no me apetecía dársela.
Pero ahora, después de un par de días de descanso y reflexión, estaba dispuesto a salir a dar una vuelta por los alrededores del castillo, la verdad es que me apetecía respirar un poco de aire fresco, por lo que decidí irme al bosque.
Mientras caminaba por dicho lugar, me encontré con un hermoso árbol del que colgaban unas espectaculares manzanas: rojas, brillantes, jugosas...
-Mmm... Quizás podría coger un par de ellas para dárselas a Aren... podríamos tomarlas los dos juntos... aunque si me he cortado la oreja por él y lo único que he recibido a cambio son un par de insultos, carcajadas y más insultos por parte de Blues... quizás si le llevo una manzana, por bonita y sabrosa que sea... igual me vuelve a pegar y todo porque es alérgico, no le gustan... el caso es que va a sacar alguna escusa para vejarme, así que lo mejor será que coja un par de ellas para mí y a los demás que los zurzan. Tristán, ¿puedes subir a cogerlas, porfa?- Tristán me miró con cara de desaprobación: en dos días no le había hecho ni caso y ahora lo necesitaba, por lo que el Dragón se limitó a alzar su cabeza hacia arriba en señal de desprecio y se metió orgullosamente en mi mochila.- ¡VALE, ME DA IGUAL QUE NO ME AYUDES, NO NECESITO A UNA ABORTO DE DRAGÓN PARA COGER UNA MANZANA!
Me agarré fuertemente al tronco y empecé a subir por el, pero a los dos metros me resbalé y me levanté la piel de las rodillas al resbalar por el nudoso árbol.
-Jolín, que difícil es esto...-dije cuando había llegado otra vez al suelo.
-¡Por mi madre que voy a coger una manzana!- Lo volví a intentar, pero el resultado fue el mismo...

Después de varios intentos bastante desesperados, como coger carrerilla o tirar piedras a las inalcanzables frutas, Se me ocurrió una idea genial: Altheda.
Su daga, ya no era virgen, (por decirlo de alguna manera), ya había probado la sangre, pero no fue sangre del enemigo, sino sangre de su propio dueño. Por eso ahora no le traía muy buenos recuerdos, ya que le recordaban a aquella fatídica noche en el que le abrí mi corazón a Aren y renuncié a mis orígenes para obtener a cambio una sonora carcajada...

La utilicé clavándola en el tronco del árbol a modo de punto de apoyo y anclaje y fui subiendo hasta casi la copa, donde me senté en una gruesa rama, quedando con la rama entre las piernas y estas colgando.

Cogí un montó de manzanas y me comí muchas... la verdad es que se estaba muy bien allí arriba, aunque tenía un poco de miedo por si me caía...
Cuando ya iba a coger la última manzana, esta se me cayó, pero no dio contra el suelo, sino que sonó de una manera diferente: como si le hubiese caído a alguien en la cabeza...
¡PLAC!

Se hizo de noche. El Bosque en la oscuridad no resultaba acogedor en absoluto, y se me había pasado el tiempo a toda velocidad. Recogí la mochila, que había apoyado en la base de un árbol, y me puse en marcha camino al Palacio.

*Se va*

Caminaba por el bosque, sin un rumbo fijo, cuando algo me golpeó la cabeza.

— ¡Ay! — exclamé, llevándome las manos a la cabeza.

Miré a mi alrededor, buscando el objeto que me había golpeado, y el motivo por el que me había golpeado. En el suelo me encontré con una pequeña manzana roja, pero, evidentemente, no encontré la razón del golpe en el suelo. Para encontrarla tuve que alzar la vista y observar a la cima de un manzano, del que había caído la fruta. En lo alto del árbol había alguien sentado. Parecía un piscis, aunque no estaba del todo segura. Teniendo en cuenta lo oscuro que era el bosque por la noche y la altura, no podía saber ni su color de pelo, ni el color de sus ojos ni su raza.
Ladeé la cabeza hacia la derecha, preguntándome qué haría alguien subido ahí arriba a esas horas de la noche. Pensé que tal vez no podía bajar, o que, a lo mejor, había decido asentarse ahí a hacer sabe Mithos qué. Tras unos segundos observando la silueta, me atreví a alzar la voz.

— ¿Hola...? Eh... ¿Has sido tú el de la manzana? ... ... O sea... ... ¿Qué haces ahí arriba...?

Jo, que mala suerte, le tuve que dar justamente a una joven chica que pasaba por allí...
-Si, fui yo, perdóname, espera que ahora bajo-lógicamente, aquel no era modo de ablarle a una chica: a 20 metros de distancia-.
Comencé a bajar por el tronco cual oruga: con el cuerpo pegadito al arbol y con mis extremidades abrazando el tronco... pero a medio camino, el arbol tenía un poco de resina, por lo que me caí de una altura medianamente considerable.
-Jo, mi culo... como duele... -dije mientras me lo frotaba.
-Soy Silvanus Kettleburn, a tus servicios,-dije ofreciéndole una manzana acompañada de una enorme sonrisa.
-¿Quien eres?,- pregunté curioso

— ¿Te encuentras bien? — inquirí, con preocupación, al ver cómo se caía al suelo.

El joven no tardó en responder y, aparentemente, no se había hecho demasiado daño. Me llevé una mano al cuello y escuché cómo se presentaba, con curiosidad. No le había visto por el palacio, a pesar de que ya llevaba bastante tiempo, así que a lo mejor era nuevo... O a lo mejor no habíamos tenido la suerte de encontrarnos antes.

El chico se llamaba Silvanus Kettleburn. Tenía el pelo rubio y revuelto, y los ojos verdes. Tal y como había pensado, era un piscis, aunque sólo tenía una oreja: la derecha. Me pregunté dónde qué le habría pasado a su aurícula derecha, pero decidí no expresar mis dudas en alto. Seguro que no era un tema agradable para él. Además, esas cosas no se le preguntan a un desconocido.

El piscis me ofreció una manzana, que rechacé con amabilidad. Había cenado hacía poco y no tenía hambre. Luego me preguntó por mi nombre.

— Soy Inger Nielsen — Sonreí —. Llegué hace unas semanas al Palacio... ... Encantada de conocerte... — Miré a ambos lados. Luego pregunté —: ¿Qué hacías subido en el árbol...?

El bosque por la noche era una gozada. El bosque era una gozada. ¡Vaya que sí! Los peligros acechaban en cualquier esquina, y un aventurero como yo tenía que buscarlos y enfrentarse a ellos para luego contárselos a las damas y, si cuadraba, compartir con ellas más que un par de buenas historias.

Escuché voces durante mi búsqueda de aventuras.

"Contrabandistas" comprendí rapidamente.

Raudo, me acerqué sigiloso hacia la zona, ocultando mi fornido cuerpo tras un árbol y asomando la cabeza para escuchar.

-Nada, solo ponía en orden mis pensamientos... la verdad esque esperaba encontrarme con una chica guapa... y asi fué- dije un poco azorado- jajajaj no te lo tomes en serio ee? era solo una broma.
-Mira, ai una personita que estará encantada de concoerte: se llama Tristán - dije sacándolo de la mochila.
- Olle, ¿te vienes a dar un paseo mientras ablamos? seria bueno para conocernos y eso...

Esbocé una pequeña sonrisa.

— ¿Y lograste ordenar tus pensamientos ahí arriba? — pregunté —. Porque yo, la verdad, no sé si podría aclararme encima de un árbol... ... Tendría miedo de caerme... O así... ... ...

Me llevé una mano al cuello. Realmente no tenía muy claro qué decirle, así que permanecí en silencio hasta que algo que sacó de su mochila me llamó la atención. En las manos del chico estaba un pequeño dragón de color rojo y con algunas manchas blancas. Esbocé una amplia sonrisa.

— ¡Qué mono! — exclamé —. Hola, Tristán. Yo soy Inger... Y me encantan los dragones. Sois geniales.

Ensanché la sonrisa. Desde que era niña me gustaban los dragones, a pesar de que nunca había visto a uno en persona. A mi madre no le gustaban demasiado, así que las únicas imágenes de los dragones que teníamos eran las que aparecían en los libros. Tras unos largos minutos observando al dragón, alcé la vista al escuchar las palabras del piscis.

— También podemos hablar aquí, ¿no? No sé... Es que hace unos días, un chico me dijo que había igual había una bestia por el bosque... Y no creo que sea seguro ir por ahí... ... — Me llevé una mano a la nuca —. Aunque Rich, que así es como se llama el chico, dijo que igual sólo eran cuentos... ... ... — Negué varias veces con la cabeza —. Lo que quiero decir es que no creo que sea seguro andar por ahí a estas horas... ...

Escuché las palabras de ambos, que parecían no conocerse, así que tal vez no fueran contrabandistas. De hecho, tal vez aquello fuera una cita. O él un violador...

Sus voces me sonaban, pero no conocía a nadie con dragón. Luego la chica (había una voz femenina) mencionó a una tal Rich que le había hablado de la bestia del bosque. Tal vez ese Rich anduviese por el Palacio. Me gustaría conocerlo. Tenía un nombre muy bonito y seguramente seríamos grandes amigos.

De todas formas, lo importante era averiguar si el hombre del dragón era o no era un violador. Me quedé observando y escuchando.