Bosque

-Ah, bueno, al menos alguien que no hincha el pecho furioso cuando le exponen los hechos con un mínimo de lógica, podría acostumbrarme a eso... hmf - Se limpió la tierra de la capa, mientras se la desabrochaba para quitarse el embozo y la capucha, en los anteriores encuentros, mostrar el rostro parecía provocar un ligero aumento de confianza por parte de sus interlocutores.

La túnica negra con bordados en filigrana quedó al descubierto, igual que su ascendencia Flamma al descubrir el rostro. Se recogió la mata de pelo blanco para mayor comodidad para después hacer una leve reverencia.

-Soy Rais, Rais Dhamar, Mago. -dijo mientras volvía a erguirse. - he llegado recientemente a Palacio y estoy intentando descubrir cual es la situación actual, pero por lo visto ninguno de los sujetos con los que me he encontrado hasta la fecha ha salido mucho de Palacio... - Comentó mientras escondía las manos entre las mangas anchas de la túnica. - Supongo que no voy a tener más suerte contigo, ¿Verdad?

Lo miro con cierta desconfianza. Un flamma, aunque no parece, ni mucho menos, tan estúpido como Dehnel.

-No sé a quiénes te has encontrado, pero créeme si te aseguro que no soy como la mayoría de la gente de por aquí -murmuro. No es que me considere mejor que ellos. No en todos los campos, al menos.

Sigue hablando. Lo escucho. Mago...

-Yo acabo de regresar de un viaje personal... No sé si podré ayudarte con tus preguntas. Puedes probar, si lo deseas, pero te advierto que soy algo desconfiada.

No puedo quitar mis ojos de él. Me intriga lo que sea que le interesa saber. No puede llevar mucho aquí, pero si me he perdido su llegada puede que me haya perdido más cosas. Tendré que preguntar a Silvanus o así por si acaso.

"Desconfiada, directa y prepotente. Tal vez inteligente y tal vez con respuestas. Bien, bien..." los dedos de las manos se entrecruzaron ocultos en las mangas, parecía que por fin podría sacar algo de todo esto.


-El piscis, la Aether y esa niña... Ninguno de ellos me aclaró mucho las cosas, te diré lo mismo que a ellos. He venido aquí, porque he oído esa voz en mi cabeza, lo encuentro bastante fascinante, ¿Todos los líderes reunidos en el mismo punto del mundo? ¿Y llaman a gente como yo? - Es obvio que tiene un concepto de si mismo muy desarrollado y engrandecido, por su forma de hablar- ¿Qué está pasando? ¿Qué es tan importante cómo para montar todo este circo? -sus ojos brillaban, es obvio que tenía sed de respuestas, al fin y a la postre, un mago siempre intenta resolver preguntas.- Y ya que has estado fuera... ¿Has hecho algo que tenga que ver con el motivo por el que hemos sido llamados? Si es así, no me importaría saber lo que puedas decirme, o lo que estés dispuesta a decirme.

Rais estaba observando, tranquilo, a pesar de que las palabras se sucedían una tras otra con velocidad. El ansia de respuestas estaba ahí, implícito en la cantidad de preguntas y en el brillo incrementado de sus ojos, pero no así en su rostro o en su tono de voz, que no dejaban traslucir nada.

- No tods los líderes -puntualizo-, pues algunas de las razas no tienen un único líder. Pero sí, es lógico que te hagas esas preguntas.

Me fijo en sus palabras, en su tono, en sus expresiones corporales. Lo analizo mientras habla, pero sin dejar de responder.

Cuando llegué a Brönte yo ya había sido informada de lo que sucedía por mis jefes. Quizás por ello se me haya pasado por alto el que haya gente como él, que necesite respuestas. Es el momento de manipular un poco la información para intentar que las cosas no se pongan en mi contra. Quizás me sirva de algo tener su confianza.

Parece seguro de sí mismo. Quizás alimentando esa parte de sí...

- Si te han llamado significa que tienes un gran potencial. De no ser así, créeme, los líderes no te habrían llamado.

Me acerco a él. Seguimos estando distanciados, pero así puedo escrutar mejor sus expresiones.

- Supuestamente, nos están juntando. Guerreros de todas las razas... El fin, una guerra, supongo. Los líderes todavía no han precisado demasiado, y las misiones en las que hemos participado hasta ahora tampoco han revelado mucho.

Le doy las respuestas que me pide, pero sin ser concisa. Si algo me interesa es que me vea dispuesta a colaborar, pero que no sepa más que lo que todos sabemos. No he de hablarle de nada personal, por el momento.

- Supongo que pronto los líderes nos hablarán, porque solo una panda de necios lucharía por una causa que desconoce.

No puedo evitar imaginar a Dehnel al pronunciar mis últimas palabras.

Miro al mago serena.

-hmmm -asiente levemente con la cabeza, no parece del todo satisfecho, pero algo es algo.- Bien, es un comienzo y me satisface la respuesta.

Saca las manos de las mangas y abre las palmas, ahora es su turno de tratar de ganarse la confianza de su interlocutora, el gesto no es más que para aparentar honestidad, un buen control del lenguaje corporal puede ayudar a inclinar la balanza en favor de la causa de uno, si se es cuidadoso.

-¿Puedes hablarme del resto de personas que pululan por aquí? Hasta ahora, sólo me he encontrado con gente con los nervios a flor de piel o algún tipo de trastorno mental, como eres la más cuerda que me he encontrado hasta el momento, me gustaría preguntarte por si hay alguien a quien sea inteligente evitar. - Él también es consciente de la importancia de la adulación en una conversación en la cual tratas de alimentar el ego de otra persona, sencillamente, debido a su egolatría, le cuesta demasiado pasar de un halago superior a "más cuerda". - El Piscis, Silvanus, por ejemplo, me pareció un sujeto de lo más inestable, nada más verme comenzó a amenazarme con usar sus truquitos de magia contra MÍ... -niega una vez más con la cabeza, con el perfecto recuerdo de la escena pasando por su mente. ¡Qué insensatez! ¡Amenazarle, a él! El Piscis tuvo mucha suerte de que no le amputase la lengua cuando tuvo ocasión de hacerlo.

Iba a añadir algo más, pero prefirió no decir nada más. No sabía quienes eran los amigos de esta Chrysos, tal vez el tal Sylvanus fuera uno y acabara de meter la pata, tal vez no. Había hablado de más.

Sin embargo, su rostro ahora era más expresivo, tratando de transmitir calma y serenidad, eso ayudaría a dar la imagen que el quería. Una imagen que inspirase confianza. Con la Aether le había salido bastante bien, pero ahora mismo aún estaba algo enfadado por su encuentro con el Piscis.

Una vez satisfecha su curiosidad inicial, pasa a otros temas que podrían considerarse más "comunes", aunque yo no veo más que a otra persona recopilando información, y no estoy dispuesta a entregarle ni un solo dato importante sobre el resto de los guerreros. ¿Y si es él la persona a la que busco? Podría tanto conseguir datos sobre ellos como extrañarse de que yo sepa tanto y darse cuenta de que no he venido aquí precisamente a luchar.

Menciona a Silvanus. Es un buen comienzo.

- Si hay alguien a quien debes evitar si no quieres salir lacerado, ese es el líder caeruleus, Aren Darvenwish. Es muy estricto, y debes saber medir tus palabras si te lo encuentras, quizás incluso más que con el resto de los líderes. Además, le gusta mucho interactuar.

Le regalo esta información para que parezca que no soy reacia a hablar. Al fin y al cabo, tarde o temprano todo aquel que pasa por el palacio conoce la particular naturaleza del líder.

- Silvanus... Sí, es algo inestable. A veces no sé qué pasa por su cabeza. Y...

Me llevo una mano a la barbilla, como si pensase, aunque solo quiero que parezca que realmente estoy buscando algo interesante que decirle. Si espera obtener algo de mí, solo serán datos banales.

Se me ocurre una idea interesante, entonces. Existe una persona de la que desconfío enormemente, y a la que me vendría muy bien poner a prueba. Sin embargo, tengo que hacerlo sin que esa persona se me relacione con esto.

- Si tienes la suerte de conocer a Heylel, verás que hay más gente normal. También hay muchos tarados, como Rick Dehnel y...

Callo, mostrándome insegura para incitar su curiosidad.

- No sé si debo decir esto... -. Titubeo-. Hay alguien que quizás... No, disculpa. No me hagas caso. Seguramente sea un error.

No sé cómo de inteligente es este mago, pero me puede venir muy bien para hallar algunas respuestas.

-No, no. Cuéntame -dice sin fingir curiosidad, sino mostrándola abiertamente, pero es una curiosidad un poco distinta, curiosidad de porque intenta suscitar su curiosidad.- tal vez no sea un error y si lo es, desde luego, de todo se aprende...

Su memoria lo estaba grabando todo, aunque tampoco es que tuviera mucha elección, su memoria siempre lo hacía, lo grababa absolutamente todo y luego tenía que repasarlo una y otra vez, sin ningún instante de descanso mental... Al menos, tenía su parte positiva. Al mismo tiempo estaba mirando a la Chrysos con evidente curiosidad, tendría que averiguar más de ella, podría ser peligrosa.

Frunzo el ceño. Quizás he sobreactuado. Parece ser más listo de lo que pensé, pero eso solo significa que me estoy acostumbrando a estar con demasiada gente "normal".

- Vale, lo diré sin rodeos para no sentirme estúpida. Hay una persona que se comporta de forma extraña. No te diré en qué sentido, pues no quiero contaminar tu imagen de él. No suelo contar estas cosas a la gente, pero la gente tampoco suele preguntar. Tú preguntas, yo respondo.
Frunzo el ceño.

- Quizás me confundo. Pero Lyam es una persona digna de conocer. No te voy a dar mi opinión, pero quizás te interese encontrarte con él y hablar.

En última estancia, si esto llega a oídos de Lyam puedo mentirle diciendo que me refería a interesante en el buen sentido y este tipo me malinterpretó. Al fin y al cabo, tampoco le he dicho que sea sospechoso o malo. Simplemente quiero ver si tengo la suerte de que el mago se interese por Lyam para ver la reacción de este último.

Otro nombre grabado en la memoria. Lyam. Bien, ahora lo importante era sencillo: Saber por que a esta mujer le interesaban esas dos personas: Lyam y Heylel. Uno no averiguaba la verdad sobre los demás hablando con terceros sobre ellos, no toda al menos. Pero si la averiguaba cuando trataba de forma directa con ellos y Rais acababa de decidir que quería averiguar la verdad sobre Alehyss Lester, alguien lo suficientemente peligroso como para intentar utilizarle, era alguien a quien había que mantener bajo control. Hablaría con esas dos personas y luego vería como ello afectaba a la Chrysos. Si le había tomado por una herramienta, estaba muy equivocada.

Su mente daba vueltas a estas ideas mientras su cara seguía siendo un pozo de serenidad. Para evitar que ella pudiese percatarse de sus intenciones, hizo lo obvio, preguntar por ella:

-Me has hablado de un par de personas, ya, sin embargo, no me has dicho nada de quien más puedes decirme. -dijo mientras seguía mirándola con la misma actitud calmada, ahora si que estaba recuperando el control sobre sus acciones. -No hace falta que me cuentes gran cosa, pero no está demás, si vamos a ir a la misma guerra, saber quien va a estar al lado en la batalla.

Sería mucho más fácil juzgarla por lo que callase, que por lo que dijese, así que Rais esperó la respuesta, no especialmente interesado en lo que en ella se decía, sino más bien, en lo que NO se decía.

Lo miro con serenidad. No parece saciado de información y lo comprendo.

- No conozco muy a fondo a nadie en particular -miento, con total calma-. No estoy muy interesada en las relaciones interpersonales más que para saciar necesidades.

Eso segundo es cierto. Ya sea por sexo o por necesidad de conversación, todavía no me siento suficientemente vinculada a nadie como para asegurar que necesito a esa persona.

- Te puedo mencionar algunos nombres, si te sirve como información sobre mis contactos... Hewina, una claritas; Inger, caeruleus. No he tratado muy a fondo con ellas. También está una mujer mayor, Adela, con la que apenas he hablado. Runek, un flamma, como tú o Rick.
Darle los nombres no será peligroso porque, de hecho, esas personas existen.

- Además, me he cruzado con algunos líderes y algunas personas más, supongo. Ahora mismo no caigo en si me dejo a alguien.

Lo miro desafiante.

- De todas formas, eso ya lo irás averigüando tú. Los nombres poco dicen, y lo que te diga yo de ellos no será muy fiable. Y de mí no puedo hablarte, lo siento.

Sonrío algo ácida. No me importa dejarle bien clara la verdad.

-Ya veo... -Sería mejor tener cuidado con esta Chrysos...- Bueno, como muestra de agradecimiento te diré algo sobre mí. Nunca olvido nada, ni siquiera el más mínimo detalle ni la más mínima palabra. Pareces una persona cuidadosa, así que te digo esto, para que lo tengas en cuenta y, como he dicho, en muestra de agradecimiento. -dijo inclinando levemente la cabeza. Aunque su actitud no era, ni mucho menos, sumisa.

No puedo ocultar una leve sorpresa al escucharlo. ¿Lo recuerda todo siempre? ¿Todo? Por suerte, me he medido con él, pero parece que a partir de ahora voy a tener que tener mucho más cuidado. CUalquier descuido puede significar el fin.

- Vaya, eso es de lo más curioso. Tiene que ser muy complicado de sobrellevar... -. Esbozo una sonrisa. Será más difícil de manipular que el resto, nada más-. Eres una persona interesante, me gustaría tratar contigo alguna vez más. Aunque ahora, si no te molesta, he de ir a Palacio. Como he dicho, he estado de viaje, y acabo de volver.

Lo miro fijamente unos instantes.

- Me gustaría descansar un poco. Pero espero verte pronto de nuevo.

Me mantengo alerta, observándolo, esperando a que haga o diga algo concluyente.

Rais mantuvo la mirada durante unos segundos, podría decirse que estaba midiendo la fuerza de la mujer y eso es exactamente lo que estaba haciendo, mirando directamente a los ojos. Un enigma, muy bien, ya lo resolvería. Siempre resolvía los enigmas, siempre.

Tras mirar más de lo que sería socialmente cómodo, hizo un muy leve asentimiento con la cabeza y volvió a echarse la capa y taparse con el embozo, aunque sin desviar la atención.

-Cuando quieras. -Dijo únicamente antes de el mismo marcharse del bosque, con la cabeza repasando todas y cada una de las palabras que se habían dicho hasta ese momento.

Al verlo dispuesto al reencuentro, esbozo una sonrisa.

- Estaré esperando ese momento.

Tras esas palabras, me doy media vuelta y comienzo a caminar en dirección al Palacio. Mi expresión se torna sombría. ¿Tenía que llegar este tipo justo ahora que ya he hablado con Jager? Esta información debería tenerla cuanto antes. Quizás deba quedar con él pronto para decirle que hay un nuevo individuo sospechoso.

Yo que quería descansar...

*se va al palacio*

A la luz de la luna, los dos Estrell, vuelan en silencio por el cielo de Fulmen, pronto llegarán a su destino.
Conforme lo van haciendo, estos se van poniendo más nerviosos, pues la energía mágica que rodea Brontë es poderosa y los incomoda, pero están bien entrenados y obedecen a la perfección las órdenes de sus jinetes.
Aterrizan como pueden entre las frondosas copas de los árboles y las aves descienden al suelo y sus jinetes lo hacen de sus lomos.

Spoiler:

Flastio y Zort se ajustan los trajes rojos y negros, ajustados al cuerpo y ambos se apoyan en un par de troncos, esperando por su "invitado".
-Essssspero por su bien que traiga algo de valor. - sentencia uno, mientras su paranoica lengua baña cada pocos segundos cada una de las comisuras de sus labios.
El mas callado, por su parte, no responde, solo asiente con la cabeza y con un chasquido de sus dedos, enciende una pequeña fogata.
Ante ese gesto, el mas bajito e inquieto vuelve a chasquear los dedos para apagar el fuego.
-No sssseas inconsssciente- dice con una sonrisa. - no me apetece encontrarme con un lider -sentencia un poco furibundo, por lo que la cara se le desencaja un poco.

-Lo siento. Tenía un poco de frío- dice el otro, sereno, con los ojos cerrados.
-Pronto nos marcharemosssss- dice con un deje en la voz.



Camino con Kettleburn. Ha cogido un par de cachivaches de valor, pero nada serio. En fin. Estoy nervioso. Realmente nervioso. Podría morir esta noche. Aquí mismo... espero que todo salga como espero... Camino por el bosque, nervioso, con paso ligero y con la rubia cabezota de Kettleburn delante mia. Si van a disparar un arma a distancia, que le den a él primero.

Suspiro. No es justo lo que voy a hacer, pero en fin... ¿quien dijo que la vida fuese justa?.- Venga Kettleburn, pronto llegaremos al lugar de la cita. - digo poniéndole una mano en el hombro, mirándolo con una mirada tierna, incluso.

Al final, después de tanto tiempo, nuestros ojos se encuentran. Tal como los recordaba, uno bajito, escuchimiflado, enjuto, con los ojos saltones y el otro, más serio, con mejor porte… eran ellos sin duda.



-Hombre, mira quien essssta aquí. – dice el más bajito al cual se le dibuja una sonrisa en la cara. El otro sonríe.
-Hagamos esto rápido, Price- dice el alto, cruzándose de brazos y golpeando rítmicamente el suelo con uno de sus pies. – Danos lo que debes.- sentencia con tono grave.
Mientras este hablaba, su compañero, ágil, como olisqueando algo, se acercó a Kettleburn y se quedó viéndolo muy fijamente a los ojos, mientras estos temblaban de ansia. Su lengua, rápida como el viento, bordeaba sus labios, de un lado para otro, como si de un reptil se tratase y quisiese captar su aroma.
-Kettleburn, no te muevas- digo con gravedad, sin querer imaginar en lo que Kettleburn estará pasando. Vuelvo la vista al más alto.- Traigo encima todo lo que tengo. Todas, absolutamente todas mis posesiones. – digo con tono realmente serio y con un tinte tanto de pena como de agonía, pero manteniendo la firmeza en mis palabras.

Mientras el caeruleus habla, Flastio continúa inspeccionando al muchacho. Le toca con sus manos nerviosas y es tal la atracción que siente por el perfume del jabón que este ha utilizado para lavarse, que no puede evitar lamer su cara, dejando que su lengua rápida y epiléptica, lama y deje rodar cientos de babas por la mejilla del chico.
El flamma se aparta del piscis y sonríe y se limpia las babas. – debo entender entoncessssss que este jovencito es también una de tusssss posssesionessss- dice ahora empujando al rubio para dirigirse directamente al caeruleus.

Trago saliva. El enano sabe atar cabos… es bueno y me ha calado. – Efectivamente- digo con voz seria, como si lo que tuviese a mi lado no fuera más que mercancía barata que no es capaz de sentir. – Esto es lo que os ofrezco a cambio de mi deuda.-digo empujando al piscis hacia delante. Mi esclavo. Uno de los mejores que podréis encontrar. Eficiente, educado, inteligente, limpio, con conocimientos sobre servidumbre, joven… - digo mientras intento no perder el control. No me creo lo que estoy haciendo. – Adjunto a ello mis últimos ahorros- digo tirando al suelo un pequeño fajo de billetes atados con una cuerda.- Es todo lo que tengo. – sentencio. – Y por si fuera poco, el piscis lleva en su mochila un par de libros valiosos, unos cuantos ungüentos, y figuritas de fina porcelana provinientes del mismísimo interior del palacio de Brontë.
Digo la última palabra con la voz rota. Estoy intentando hacerme el fuerte y creí que sería capaz de controlar todo esto… pero… hacer que Kettleburn pague por los errores de mi pasado… Me llevo una mano a la cabeza. Tranquilo Price, tranquilo. nada tiene porque salir mal...


Incrédulos, ambos malhechores atienden a sus palabras. Hacen una pausa y el más pequeño, no tarda en reaccionar y, rápido como el rayo, le coloca una mordaza al rubito y le ata las manos en con su enorme velocidad. – Esssss una propuesta interesante.- dice tirando del pelo del piscis hacia atrás para que este levante la cabeza. –pero no sssse ssssi sssserá ssssssssuficiente. – sentencia.
El más serio y callado de los dos mira la escena, incrédulo. – Así que ofreces a tu esclavo y un montón de baratijas más.- dice haciendo un resumen de la situación. – Sinceramente, Price, entre tú y yo. No me parece un cambio justo. Este piscis no vale la soberana cantidad que robaste. Pero rebo reconocer que luce una ropa muy cara, parece realmente eficiente y además… -hace una pausa- esto nos supondrá un ahorro de dinero. – dice más para si que para nadie, recordando las palabras de 43 en su despacho, que necesitaban esclavos piscis para continuar con las excavaciones, para poder reblandecer la tierra. – es una oferta realmente interesante… quizás esta vez hayas salvado tu pellejo…- dice sonriente. Pero todo esto debe evaluarlo 43, no yo. Pero supongo que será suficiente. No es fácil obtener esclavos sin levantar sospechas, además no son nada baratos… uno gratis es un plato que hay que pensarse bien. No tengas cuidado, Price, nosotros nos ocuparemos de que 43 reciba el pago- dice sonriente. –además, mira, a Flastio parece haberle gustado- dice con una sonrisa macabra en los labios, consciente de lo que su compañero es capaz, mientras ve como este sigue sobando, despeinando y tocando curioso al piscis. Parece que el perfume ha llamado su atención y ahora solo hace lamerlo, el pelo, la cara, las manos… como si de un caramelo dulce se tratase, mientras su lengua, recorre la piel del joven.

Veo como el desequilibrado ese ata a mi compañero y esclavo y no puedo evitar sentir que con cada movimiento que realiza, se me clave en el pecho una enorme pesadez y sentimiento de culpa.
Yo... yo no soy así.
Pero al escuchar que quizás mi estratagema de resultado de boca del que parece más serio y responsable de los dos, hace que me calme un poco e intente mantener la compostura. - de acuerdo- digo cuando el alto termina de hablar. Pero en el fondo no estoy nada de acuerdo. Kettleburn, pese a lo insoportable de su condición y pesadez... es un buen chico y no creo que el tenga que pagar por mis pecados.
Me paso la mano por la frente.
Venga, joder, Price, Es Kettleburn por tu libertad. Es un buen precio, joder... mantente en tus trece.

...
Los dos hombres recogieron al piscis y lo cargaron en uno de los Estrell, mientras y impasible, me debato en una guerra moral interna sobre si debo dejar que esto se lleve a cabo o no.

Veo como el pequeño ansioso quiere irse ya y es el primero en montarse en el Estrell que carga a Kettleburn tambien. Lo veo con asco, pues no deja de babarlo continuamente...

Al final, pestañeo y vuelvo al mundo real, para ver como el más responsable y cabal, se acerca para recoger la bolsa de Kettleburn y examinar su contenido. - He de admitir que son objetos realmente interesantes- dice examinando los libros, y las figuritas de porcelana fina, no sin antes hechar un par de vistazos a las pociones.
Recoge del suelo también el fajo de billetes y se acerca caminando socarrón a mi.
Un placer hacer negocios contigo, realmente nos ha sorprendido que fueses capaz de vendernos por tu vida a otra persona. ¿Tan pocos escupulos tienes? ¿Qué diría tu papa de todo esto?- dice dibujando una sonrisa macabra en la cara y dándome un bofetón en la cara con el fajo de billetes.

Yo giro la cara con el movimiento del golpe y me llevo una mano a la mejilla dolorida. - Das vergüenza como ser humano, Price. Ya verás lo que se va a reir 43 cuando le contemos la batallita de esta noche.

El hombre se da media vuelta y comienza a caminar de espaldas a mi, pero casi no me doy cuenta de lo que hace, ya que esty tan embutido en mis pensamientos que no soy capaz de reaccionar.
Decididamente, YO NO SOY ASI
Alzo la cabeza raudo como un rayo. Aún estoy a tiempo de salvar al rubito.
Me tiembla todo el cuerpo. Se que si reacciono dejaré escapar mi libertad como un tonto... pero prefiero morir a vivir toda la vida con semejante cargo de conciencia.

Doy un paso hacia delante. El perturbado está demasiado entretenido lamiendo y sobando al aromático piscis que llora y se retuerce (cada vez menos debido al cansancio) como para fijarse en mis movimientos, por lo que saco mis púas metálicas y alzo un brazo apuntando hacia la nuca del hombre que ahora camina hacia su montura, y, activando el mecanismo de proyección y disparo, la púa de la mano que tengo extendida hacia su nuca sale disparada a un velocidad apabullante, atravesando el cuello del alto de un lado a otro, haciéndole caer de rodillas para luego oír un seco sonido producido al chocar su cabeza contra el suelo.

Uno muerto. Estoy fuera de mis cabales y ahora corro hacia el otro. - Âchnam!- grito conjurando un potente hechizo que va directo hacia el unico enemigo que sigue con vida.

...

El olor a sangre despierta a Flastio de su sueño perfumado y le hace reaccionar. Al ver la escena incrédulo, abre mucho los ojos. Pero no por algo es el mejor ejecutivo de la Organización. Pasa de su aliado muerto ya que sabe que nada se puede hacer ya por el y con un chasquido de riendas, eleva al cuervo en el aire haciendo que se levante a tiempo para evitar el potente hechizo que el caeruleus, cargado de rabia, le propina, haciendo que 4 arboles caigan tumbados de un solo golpe. El flamma sonrie y se rie agudo, como si fuese un perfecto trastornado y con un solo chasquido de sus dedos, hace explotar el llamas al ave que les acompañaba, el Estrell de su amigo, provocando una enorme explosión de fuego, vísceras quemadas y plumas ardientes que dejan los 5 metros mas cercanos a la explosion con un aspecto vomitivo.

- Te hassssssssssss protado exssssstremadamente mal, Alexssssander Price... Exssssstremandamente mal- chilla desde el cielo, ahora con la cara mucho mas desencajada que nunca, loco, completamente loco, mientras vuelve a la lamer al chiquillo, esta vez, dentro de su oreja, continuando por el pelo, saboreando su olor.

Ahora emprende el vuelo ligero, raudo cargado con un piscis, sin compañero y sin un Estrell, que el mismo ha matado. Pero poco le importa. Ahora solo le interesa hacer fechorías con su presa antes de entregarsela a 43.


Evita mi hechizo y miro con incredulidad como emprende el vuelo. Lo siento... Kettleburn, de veras que lo siento. No he podido hacer más. He sido un tonto.
Pero en medio de mis lamentos, el ave negra que esta cerca de mi chilla y explota en mil pedazos, por lo que las visceras en llamas ahora lo inundan todo.
Atiendo a su amenaza y veo como, irremediablemente, Ketleburn se aleja de mi y de Brontë.

SILVANUS KETTLEBURN HA ABANDONADO EL PALACIO

FdR: perdon por el doble post, pero es que este debe hacerse a parte ya que es una escena de un crimen que poco tiene que ver con la accion anterior jajajaja



Me agacho para coger mi fajo de billetes de la mano muerta de mi acosador y los guardo en el bolsillo de mi chaqueta, que también está salpicada de sangre del enorme ave.

Estoy histérico. El silencio de la noche me va a volver loco. Esta todo absolutamente negro. He matado a una persona. Oh, dios mio.
Me acerco al cadaver y le arranco mi púa de su nuca para incrustármela de nuevo en el armazón de mi brazo.
Es una herida muy evidente, sabrían que he sido yo... debo... debo maquillar un poco todo esto.

Ahora, con los filos cortantes de mis armas, secciono por completo la cabeza del cuerpo de mi asesinado, por lo que ahora ya no es tan evidente que ya sido abatido de un puazo, sino que cualquier arma de filo podría pasar por culpable.
Suspiro. Tengo las manos llenas de sangre.
Ahora debo deshacerme de la mochila de Kettleburn con todas las cosas robadas, por lo que la cojo y me largo corriendo del lugar.

Tengo que arreglar este desastre.
*Se va*

...


Se produce un silencio en el bosque. La luna baña y hace que en la sangre del suelo del mismo se refleje el cielo estrellado de la noche de verano. Todo yace en la más absoluta calma.
Pero de repente, de debajo de unos troncos caídos, un pequeño dragón rojo de manchas blancas, agita la cabeza y, desorientado, comienza a caminar por la escena del crimen, mientras llora, desconsolado, al hallarse solo, completamente a oscuras (lo que hace que se tropiece un par de veces con troncos) y sin su amo.
Sus gemiditos casi inaudibles, son, para el, el mayor de los llantos que, con sus escasos diez centímetros, es casi incapaz de soportar tanta pena junta.

*Tristán se queda solo en el bosque*

Al fin el líder caeruleus llegó al bosque tras tratar de encontrar, en vano, al piscis que ya había supuesto, no se encontraba ya en Brontë. No tardó en localizar el lugar concreto de donde había despegado el jinete anónimo pues el rastro de magia, el olor y el fuego delataban ampliamente la posición.

Se acercó con determinación, llevando una mano su cinto para hacerse con su látigo y pisó con cuidado en la grotesca escena. Pudo encontrar restos de una montura alada esparcidos, algunos quemado, otros simplemente dispersos por el lugar. La cabeza emplumada del Estrell estaba tirada a unos cinco metros de su dueño con los ojos ya cuajados y perdidos, los árboles caídos aplastaban la maleza de los alrededores y daban lugar a un trémulo claro en la oscuridad del bosque. El líder caeruleus observó, olió y percibió con la sutileza de la que había sido dotado y enseñado para tratar de hacerse con la mayor cantidad de datos posibles.

Se acercó, al fin, al bulto oscuro que se escondía entre la tierra y ramas caídas. En un principio tuvo una punzada de duda que enseguida se disipó al identificar al presente como el cadáver de un flamma al que habían degollado de forma bastante grotesca. No pudo evitar relajar ligeramente el gesto.Ya más sereno y manteniendo la mirada fría, el líder caeruleus trató de dar la vuelta a la cabeza para vislumbrar el rostro, pero este había sido bastante deshecho por las llamas. Se alejó del cuerpo y observó la sangre, el destrozo, el rastro mágico de flamma y caeruleus. Caeruleus... apretó la mandíbula ante tal despropósito y vergüenza para su raza.

Tras la revisión rápida del lugar, el líder caeruleus miró al cielo, al lugar por el que se había marchado el que parecía un único intruso, probablemente con el cuerpo del piscis en su poder. Entornó los ojos con determinación y cierta frustración ante tal desacato y maldijo de las mil formas a todo aquel palacio y a todos sus integrantes.

Escuchó entonces, a su espalda, el lastimero gruñido de un animal que se le acercaba y acabó por verl al pequeño dragoncito rojo que siempre acompañaba al pequeños piscis. Su gesto perdió totalmente la tensión -ya no valía la pena- y se quedó mirando como el animal se alejaba tras comprobar, con dolor, que ese tampoco era su amo.

El líder caeruleus se puso en contacto con Barthemius y posteriormente con la guardia. Hizo avisar a los demás líderes, hacer que aquellos no se convirtiese en un festival entre los guerreros y limpiar y recoger la escena tras haber sido bien examinada por los otros y por él mismo tras el primer vistazo.

Aquello no iba a quedar en el aire como había pasado con los demás intrusos o el cuerpo de la parvus. Silvanus Kettleburn había abandonado Brontë sin aviso ni orden y ni siquiera sabían si continuaba con vida. Una pertenencia del líder caeruleus había sido usurpada y el respeto por Brontë y el gobierno de Fulmen había quedado en entredicho. Llegado a tal punto, algo debía hacerse.

El líder Darvenwish esperó junto a su vasallo al despeje del lugar y, en cuanto el resto de la guardia y limpieza se retiraron, se mantuvo en el lugar junto al claritas, observando el bosque y el cielo.

-Barthemius, esto resulta un contratiempo en nuestros planes... -El líder caeruleus calló, consciente de que su criado lo comprendía a pesar de su silencio. Barthemius se limitó a mirarle en un principio para luego compartir con él la visión general del paisaje. No dijo nada, simplemente se limitó a sostener al pequeño pez naranja en su cubículo de viaje.

*Tras el revuelo, desaparecen*

Tras aparecerme por todo el palacio sin resultados al fin di con mi amigo. En principio esto debería ser algo bueno, pero lo que me encuentro allí no es ni de lejos agradable. El olor a quemado, los restos humanos... Todo esto indica que algo está pasando, algo malo, y ni siquiera contamos con la información suficiente para saber si tiene que ver con el motivo de la reunión de guerreros en el palacio o si eso es algo totalmente desencaminado.

Aren me explica lo que había sentido, así como el brillo de la membrana del piscis. Entonces, ceñudo, me pongo a pensar en qué podía haber pasado mientras los del servicio limpian todo aquello.
Contemplo la escena, algo entristecido. Esto, sin duda, causará revuelo. Y aunque el revuelo probablemente sea bueno en algunos aspectos, la más que probable desaparición de Kettleburn es un tema muy importante. La seguridad de palacio ha sido puesta en entredicho, y eso es algo muy preocupante. Quizás debamos reunirnos todos los líderes antes de tiempo para hacer algo con eso. Reforzar la seguridad, investigar más a fondo a los guerreros... ¡Ni una mosca deberá entrar en Brönte sin haber sido revisada por alguno de nosotros!

Sin embargo, ni siquiera eso me huele bien. ¿Y si el enemigo ya está infiltrado? Quizás hayamos dejado pasar a nuestra casa a una persona peligrosa que ahora se mueve entre nosotros con total inmunidad. Quizás lo mejor sea que revise quienes están en el palacio.

Informo de esto a Aren y desaparezco, dejándolo solo con sus pensamientos mientras el lugar es limpiado. Ahora mismo necesita pensar, y yo lo que más puedo hacer por él es ayudarlo a enfrentarse a este desafío directo.

*desaparece*

Después de dos horas de recorrer el bosque, teniendo cada vez menos claro el criterio por el cual escogía el camino y sin que la luz de la luna fuese suficientemente potente como para guiarme bajo la sombra de los árboles, me paré, apoyada en un árbol, con el corazón en un puño. ¿Dónde estaba?

Era cierto que había recorrido el bosque en múltiples ocasiones, pero nunca entero, ni mucho menos. De hecho, ni siquiera sabía a ciencia cierta cuál era su extensión. ¿Y si sólo conseguía adentrarme más y más en él? No quería quedarme allí para siempre. Por otra parte, la idea de echarme a dormir allí mismo me parecía incluso más repulsiva. No había olvidado a las bestias del bosque. Si habían aparecido varias veces, nada indicaba que no pudieran volver en cualquier momento. Para empeorar aún más la situación, una brisa fresca soplaba entre los árboles, creando un ruido siniestro y haciendo que sintiera aún más la ropa y el pelo, fríos por la humedad.

Avancé un par de pasos, vacilante, mordiéndome el labio mientras trataba de tranquilizarme interiormente, aunque no era fácil. No tenía nada de luz, hacía frío y no sabía lo que podía depararme una noche en el bosque. Por otra parte, la sola idea de intentar trepar un árbol para protegerme de posibles depredadores hacía que me entraran ganas de llorar.

Al final, decidí "acampar" bajo un grueso tronco, poniendo mi mochila entre mi cuerpo y el tronco para evitar a posibles ladronzuelos. Con Loksass en mi cuello, fuertemente agarrado por mi mano derecha, me hice un ovillo y traté de mantenerme alerta, a la espera de posibles ataques nocturnos. Sin embargo, después de una tarde de ejercicio intensivo, sumada a los agotadores nervios y a una noche sin cenar acabaron por conseguir que me fallaran las fuerzas.

*Se queda dormida*

Camino por el bosque sin rumbo fijo. He salido a buscar algunas setas o frutas silvestres para hacer una rica tarta, con mi rodillo al hombro y con una sonrisa, mientras mi boro Bred camina delante de mi con cara de pocos amigos. El muy vago no quería levantarse hoy, pero una palmada a tiempo quita mucha tontería, así que ahora camina delante mia a narices.

Llevo una bolsa con unos cuantos frutos rojos y un par de setas. Supongo que ayudaré a los majos chicos del servicio ayudándoles a hacer la comida. La verdad es que son unos chicos superdivertidos y agradables y siempre agradecen mucho mi ayuda.

Pero entonces Bred abre mucho los ojos y sale corriendo o lo que hagan los boros para moverse rápido y yo frunzo el ceño.- ¿A donde se supone que vas, Bred?- digo adelentando el paso intentando alcanzar su paso, pero me cuesta seguirle el paso entre las ramas del bosque.

Cuando llego al sitio donde Bred se ha detenido, veo que está pinchando con uno de sus tentáculos a un bultito encogido agazapado cerca de un tronco. ¿Que es eso, Bred?- digo acercándome.
Pero entonces sonrío al ver que se trata de la niña piscis esa insoportable. Decido entonces darle un escarmiento no por nada en concerto, simplemente porque me apetece meterme con la gente joven e insoportable como ella.

-Apártate Bred. - digo remangándome y, coginedo el rodillo, me concentro y doy un soberano golpe en el tronco en el que la niña descansa, haciendo retumbar esa parte del bosque.

Río con ganas.

Desperté de sopetón por un estruendo a mi lado. Un golpe horrible sonó muy cerca, y a continuación una risa desagradable. Con la boca pastosa y los ojos secos, levanté la cabeza, aturdida, para encontrarme con una de las peores escenas que podía haber visto. La vieja loca era la responsable de mi brusco despertar. A su lado flotaba un desagradable bicho de esos que había por el castillo (que no sabía qué hacía fuera de él). Realmente aquella pobre anciana debía de estar muy perjudicada por la edad, porque no conocía a nadie más que se comportase de una forma tan estúpida.

Me desperecé lentamente, frotándome los ojos. Probablemente su intención al venir a despertarme era provocarme, pero de hecho estaba aún demasiado somnolienta como para discutir, y tampoco tenía ganas de ver su satisfacción al notar que me enfadaba. A pesar de que lo que más me apetecía era salir corriendo de allí, decidí tentar la suerte. Estaba harta de aquella mujer. Mirándola fijamente a los ojos, sonreí.

- Buenos días, señora -saludé con tono tranquilo, mientras me triscaba uno a uno los dedos-. Me alegro de verla -de alguna forma era cierto, porque la presencia de Adela, probablemente, significaba que el castillo no estaba demasiado lejos.

Guardé a Loksass en la mochila, que sacudí levemente para limpiar la de hojitas y tierra. Maldije interiormente el dolor de mi estómago, vacío desde el mediodía del día anterior. ¡Cuando llegara al castillo me iba a dar un buen banquete! Entonces me fijé en el entorno y me di cuenta de que, efectivamente, no estaba cerca del castillo. Sin embargo, sí sabía dónde estaba exactamente. Quizás...

Me incorporé y me eché la mochila al hombro.

- Si me disculpa, acabo de recordar que tengo cosas que hacer. Ya nos veremos otro día -dándole la espalda, bordeé el tronco bajo el que había dormido y me perdí en la espesura, en dirección al río. Recordaba haber recogido frutos silvestres deliciosos en sus proximidades, en mi primer viaje hacia Brontë.

*Se va*

*Se va*