Claro del bosque

Sonreí cuando oí su nombre.- encantada Hewina.- Le tendí la mano y sonreí amigablemente. De repente miré el cielo y me dí cuenta de que la noche había llegado hace un buen rato. Miré la luna fijamente.- Es hermosa verdad?- Dije mirándola.- Tiene que ser increíble estar en un mundo en el que no nos veamos amenazados por una guerra, un mundo en el que puedas estar en el cielo y divagar por distintos lugares, conocer mundo y no tener preocupaciones, ser libre...- Murmuré mirando la luna.

Sacudí la cabeza.- Ah... lo siento.- Me rasqué la nuca.- Eso debió de sonar muy raro, no pretendía soltar se discursillo... realmente me salió del alma.- Sonreí avergonzada.- Tampoco es como si estuviéramos encerrados en este castillo, realmente venimos por nuestra propia voluntad, no es cómo si estuviéramos obligados...Así que no entiendo por qué he dicho eso...- Miré mis pies y los moví arriba y abajo.

Thamerlein me tendió la mano y se la cogí firmemente, para al cabo de unos segundos soltarsela.

Después la miré atentamente mientras hablaba.

"No te preocupes... te entiendo perfectamente. El sentido del deber en cierta parte me obliga a formar parte de esto, pero lo cierto es que odio la guerra... odio... la violencia...", dije mientras mi expresión se tornaba seria.

Mis pies dejaron de ser interesantes y levanté la mirada para mirar a la chica.- Pues parece que tenemos algo en común.- Dije.- Odio la guerra, pero vine porque creo que es lo correcto, no puedo quedarme de brazos cruzados mientras otras personas luchan contra algo que es peligroso para mi gente. Es algo que... no sería capaz de soportar...- Miré a Hewina y sonreí débilmente.- Aquí podré hacer algo útil, y sino...- Cerré los ojos un momento.- Si caigo en la batalla al menos tendré la certeza de que di lo mejor de mí y moriré satisfecha.- Levanté los ojos a la luna.- Y si hay suerte, algún día volveré a mi casa para seguir viviendo el resto de mi vida en paz.- Sonreí y miré a Hewina.

-Ah lo siento!- Me pasé la mano por el moño izquierdo.- Lo he vuelto a hacer...- Murmuré.- No pretendía aburrirte con mis discursos ni nada así... no sé qué demonios me pasa hoy.

"No te preocupes", dije de nuevo con una amplia sonrisa para que captase la doble intención de mis palabras.

Lo cierto es que yo también me sentía de forma similar cada vez que pensaba en lo que nos depararía el futuro... y probablemente todos los que decidimos ser parte del ejército que luchará por la paz.

"Si al menos supiésemos a qué nos vamos a enfrentar...", dije en voz baja.

Capté el significado de su frase.- Gracias.- Le devolví al sonrisa y volví a mirar el cielo estrellado. Me pareció que murmuró algo, pero cuando la miré estaba con la boca cerrada. Cerré los ojos un momento y volví a mirar la luna.

Finalmente decidí que era hora de marcharse, mañana por la mañana empezaría a entrenarme y no pretendía quedarme dormida. Cerré los ojos y sentí una última vez el viento en mi cara, desplegué las alas un momento para que la brisa pasara entre mis plumas. Una vez acabó el soplo de viento, plegué mis alas y me dirigí a la chica.-Bueno, es tarde y yo debería irme... Ha sido un placer Hewina.- Dije mostrándole una sonrisa a la Claritas, realmente había sido un placer.- Espero que nos veamos de nuevo por el castillo o por los alrededores.- Y con eso me despedí, me di la vuelta y entré en el castillo. Con un único pensamiento.- Tal vez bajar la guardia de vez en cuando no sea tan malo...

*Se va*

"Adiós, y buenas noches", le dije mientras se iba.

Poco a poco iba conociendo a gente muy interesante, y esa sería una de las cosas que merecerían la pena de haber venido aquí.

"Bueno, se acabó por hoy", dije mirando mi báculo mientras lo sostenía.

Cogí mi bolsa y me fui de allí.


*Se va*

El claro del bosque. Los recuerdos del combate contra las bestias regresan a mí, pero los deshecho rápidamente. No estoy aquí para eso.

Poso suavemente la mano derecha sobre el morral de cuero que cuelga de mi hombro y aguardo. No me agrada tener que hacer esto. No estoy de humor.

Por desgracia, no es mi decisión.

Sin mediar palabra, doy un paso hacia él (no es necesario saludar a alguien tan inmundo) y le tiendo el morral. Espero a que lo tome totalmente inmóvil y después bajo el brazo que lo ha sostenido, clavando mis ojos en el suelo.

No quiero que me mire.

No quiero que me hable.

Que se vaya ya, por favor. Ya está todo hecho.

- Ahí está todo por ahora.

Aquello.

Aquello.

Aquello.

No puedo evitar soltar un sutil bufido. ¿Por qué habla? ¿Por qué se supone que habla? ¿Por qué le enseñaron a hablar?

- Buenas noches, Jager -murmuro.

Lo miro, buscando sus ojos, pero al no encontrarlos, me voy.

*se va*

Silvanus me dijo que se reuniría conmigo después de cenar, pero como no tenía hambre decidí ir directamente al claro del bosque, ya que seguramente se le daría por buscarme allí.

Como era de noche decidí llevar un farol de hierro, ya que alumbrar con una clair ëm yak durante mucho rato se hacía un poco incomodo.

Me senté junto el árbol, que ya estaba prácticamente curado, y apoyé el farol en el suelo. Mientras le acariciaba la corteza al árbol, y pensaba en como decirle a Silvanus que no quería seguir adelante con aquello...


*se queda*

Hewina estaba sentada cerca de un arbol... no me fue dificil de localizar, porque un farolillo muy llamativo me enseñaba su posicion... estaba taciturna, pero yo me encargaría de alegrarla.

Me acerqué por detrás y le mordí suavemente el cuello, mientras mi mano se deslizaba por su cintura.

-Hewina... reconoce que me quieres... y ámame... aquí y ahora. dije dibujando una sonrisa en mi húmeda boca.

Silvanus me sorprendió apareciendo detrás mía, y... haciéndome y diciéndome aquellas cosas.

No pude evitar ruborizarme, pero me aparté de él gateando y me senté en frente suya.

Entonces desvié la mirada y le dije: "no puedo hacer eso... Sil... yo... yo no te quiero de esa forma..."

Noté como se acaloraba ante mis movimientos, pero la chiquilla era dura de roer... y se escabulló, sentándose en el suelo
Entonces yo me acerqué a ella a cuatro patas, y al llegas a su altura. La besé profundamente, dejando caer mi cuerpo sobre el de ella... Me daba igual lo que dijera.

Queria a Hewina... casi del mismo modo en el que quería a Aren... ¿Aren? que pinta Aren en mis pensamientos ahora? Mierda! deberia estar pensando en Hewina unicamente... quizas Aren tuviese razon y Hewina solo fuese un parche... NO! no podía ser... mi sueño siempre había sido tener una familia feliz... con un par de hijos o algo por el estilo... vivir tranquilos en un pueblecito... eso era algo que Aren no podría darme nunca... Jamas... Así que si quería cumplir mis sueños... Hewina debería ser mi opición correcta.

Llegar a esa conclusión mientras la besaba, me dio fuerzas para dar el siguiente paso: posé una de mis manos en su camisa y comencé a desabrochar un par de botones, mientras mi otra mano se deslizaba por su rodilla asta el muslo, apartando la falda, que dejaba ver una pierna morena, lisa y suave... muy suave.

-Pues yo si que te quiero de esa forma- musité apartando mis labios y arrimándolos a su oido.

Silvanus se acercó a mi y sin decir palabra alguna me besó. Mientras, yo permanecía quieta sin corresponderle, intentando luchar contra mis instintos en un debate interno.

Entonces empezó a desabrochar los botones de mi ropa, mientras deslizaba su mano por mi pierna... y me dijo que el sí que me quería de esa forma.

"No te creo... me estás tratando como Aren te trataba a ti...", le dije con los ojos llenos de lágrimas.

En cuanto pronunció aquellas palabras... aquellas malditas palabras... me paré en seco y abrí mucho los ojos. quedándome muy quieto. Me separé de sus labios y me retiré, caminando a cuatro patas hacia atrás...
Acaso... ¿acaso me estaba convirtiendo en una especie de Aren?... ¿acaso la brusquedad con la que me trataba Aren estaba influyendo en como besaba, hablaba y tocaba a Hewina?... Entonces vi las lágrimas en sus ojos... era exactamente como verme a mí mismo cuando estaba en brazos de Aren... era esa misma cara de terror... de miedo por lo que pudiera pasar...

Yo no era así. Si el trato con Aren me estaba convirtiendo en una especie de bestia... tendría que hacer algo... quizas deberia dejar de verlo durante una temporada... quizas estar tando tiempo con el haya hecho que copie sus movimientos... no... yo no era asi.

me acerqué a Hewina y le sequeé las lágrimas con mi mano. Entonces la abracé.
-yo jamás te trataré como Aren me ha tratado a mi... te lo aseguro... Aren es cruel... yo jamás albergaría un sentimiento tan repugnante como la crueldad en mi interior... ¿acaso es tan dificil que entiendas que te quiero, que me gustas y que quiero pasar el resto de mi vida contigo?- Ahora era yo quien lloraba en su hombro.

Había dado en el clavo... y Silvanus se hechó a llorar en mi hombro.

"Silvanus... nos conocemos desde hace muy poco... no tienes que precipitarte así. Yo te quiero muchísimo... pero como mi buen amigo Silvanus..."[quote], le dije secándome las lagrimas y gimoteando.

Entonces lo abracé y le dije: "Algún día conocerás a alguien a quien quieras de verdad... alguien que te querrá tanto como tú lo harás. Pero no puedes buscar a esa persona. La encontrarás, seguro... pero aparecerá sola, cuando menos te lo esperes".

Hewina tenía razon... yo no tenía derecho a hacerla sufrir solo porque a mí eso me hiciese feliz...
Me levanté y le tendí una mano para ayudarla a levantarse.
Quizas ella no fuera la chica que buscaba... quizas tuviera razon y esa chica aparecería sola... al fin y al cabo... yo era muy joven... tenía tiempo...

Y, con el corazón destrozado, pronuncié una palabra que me atravesó el corazón y me aplastó el alma como a una mísera uva... pero era lo correcto... era lo realmente debía hacer.

-¿Amigos? dije con una sonrisa un poco forzada, aún con la mano estendida hacia ella, esperando a que la aceptase.

"Claro que sí...", le dije sonriente. Entonces me levanté y le cogí la mano, a modo de acuerdo de paz.

Cogí el farol de hierro y nos fuimos de allí, cogidos de la mano como dos buenos amigos.

*se van*

Llegué al claro del bosque después de haber estado con Silvanus en los jardines.

"Pobrecillo... pero se lo merece", pensé mientras me reía.

Entonces me acerqué al árbol de siempre, que ya estaba totalmente curado.

"¡Qué bien!", pensé sonriente mientras examinaba la corteza. Entonces subí a la copa del árbol y me senté en una rama gruesa recostándome en el tronco para dormir una siesta, ya que la ultima vez que me había dormido en el claro me había encontrado con las bestias, y más valía prevenir que curar.


Después de estar un par de horas durmiendo bajé del árbol de un salto y me fui de allí.

*se va*

Llegué al claro del bosque con una caja de pañuelos, ya que tenía que sonarme cada poco rato.

Me senté al lado del árbol de siempre, apoyando mi espalda en su tronco.

No tenía ganas de entrenar, ni de nada, así que simplemente me quedé allí, sonándome y pensando en mis cosas.


*se queda*

Salí del comedor con aires renovados.
Hoy había comido pasta con tomate y setas. Que rico estaba.
Me dirigí contento y canturreando una canción por el claro del bosque. Que bien se estaba con la barriga llena.
Entonces vi a Hewina, apoyada en un arbol.
Estaba pálida y tenía un montoncito de pañuelos usados a su alrededor. Tenía unas pocas de ojeras, y sus hombros estaban caidos.
-Hola amor- dije saludándola con un beso.
Pero entonces le manché la cara de tomate. Seguramente tenía la boca llena de salsa.
Que verguenza.
-Ups, perdona. Dame un pañuelo de esos.
Y me puse a limpiarme los morros.

"Hola Sil...", le dije con voz rara debida a la congestión nasal, después de que me diese aquel beso.

Después me pidió un pañuelo para limpiarse la boca, que la tenía manchada de salsa de tomate. Entonces me reí, terminando mis leves carcajadas con un no tan leve estornudo.

"Ay... esto es un suplicio", dije fastidiada mientras cogía otro pañuelo y me sonaba los mocos nuevamente.