Claro del bosque

Como era de esperar los tidnles tenian mucha rabia acumulada, no dudó en saltarme a la cara...

-¡AGH! ¡QUITAMELO! ¡QUITAMELOO! le gritaba a la chica mientras agarraba al tidnle que estaba pegado a mi cara.

Empecé a revolverme en el suelo con el tidnle todavia pegado a la cara. Odiaba con toda mi alma a estos bichos y a la vez les tenia miedo, siempre hacian lo mismo y me dejaban la cara echa un mapa.

Saqué un poco de fuerza y me arranqué al tidnle de la cara lanzandolo contra el tronco y derrpente me levanté y me olvide incluso de la chica, solo queria huir e intenté subirme desesperadamente a un arbol pero me caí y volvi a intentarme subir, pero al ver que no podia, lo único que pude hacer fue llorar desconsoladamente esperando que bajase un angel del cielo y me salvase de aquel bicho rabioso que me habia dejado la cara como un mapa.

"¡¡¡HOJU!!! ¡¡¡HOJU, PARA!!! ¡¡¡QUIETO!!!", le grité, pero estaba realmente enfadado. Me aproximé corriendo para intentar quitarlo a la fuerza, pero el aquel chico logró sacarlo de su cara... lanzándolo a seguir contra el tronco del árbol de siempre.

"¡¡¡¡¡HOJU!!!!!", grité desesperada con lágrimas en los ojos. Entonces me apresuré y lo cogí del suelo, ya que el pobre se quedó un rato traspuesto después de semejante topetazo... momento que el chico aprovechó para intentar subirse a otro árbol.

Cuando Hoju se desentumeció detectó enseguida la posición del chico, y comenzó a alzar las alas, dispuesto a salir pitando a por él de nuevo, pero lo agarré a tiempo y no se lo permití. Empezó a revolverse en mis brazos.

"¡¡¡Tonto!!! ¿¡Quieres que te estampe contra un tronco otra vez!?", le dije angustiada. Tras varios segundos dejó de revolverse, pero seguía gruñendo y mirando en dirección al chico.

Decidí poner a salvo mi ocarina guardándola en la bolsa, y a seguir me aproximé al árbol en el que estaba el chico, asegurándome de retener bien a Hoju. Una vez a su lado le dije: "¡OYE, TÚ! ¿¡A QUÉ HA VENIDO TODO ESO!?"

La chica se acercó a mi y aun encima de lo que habia sufrido... se pone a gritarme... pero no le hice caso y mientras ella hablaba la interrumpí diciendo:

-¡Uah! ¡No me acerques a esa cosa!

De todas formas la chica estaba sujetando al Tidnle y parecia tenerle menos miedo que yo ¿Seria suyo? ¿Pero que clase de persona podria tener un Tidnle como mascota? Desde luego yo no prestaba mucha atención a la chica, solo miraba fijamente al Tidnle que parecia tenermela jurada de por vida...

"¿¡Cosa!? ¿¡Como que cosa!? Esta cosa tiene alma y nombre. Se llama Hoju, y es mi amigo.", dije enfadada. Entonces caí en que podría interpretar mal lo de "amigo".

"Vamos... que... es mi mascota.", dije a seguir mientras acariciaba a Hoju.

Entonces miré al chico fijamente. Parecía realmente asustado, y temblaba bastante. ¿De verdad le darían miedo los tidnles... o algo?

Durante un momento no supe qué decir... era una situación un poco extraña. Hace unos segundos solo pensaba en reñirle y en exigirle una explicación, pero ahora comenzaba a compadecerme.

Finalmente le dije: "No tienes que tenerle miedo. Te ha atacado porque cuando me agarraste lo tiraste al suelo y me apartaste... lo interpretó como un ataque y le enfadaste mucho. "

¿Era su amigo? ¡Nadie puede tener como amigo ni mascota a un tidnle! Son bichos feos, peludos, con cuernos y alas... ¡Son la maldad en persona!

-Dí lo que quieras, pero no me lo acerques por favor... Le supliqué. Estaba haciendo mucho el ridiculo, pero en eses momentos no era consicente de ello.

Ví que no daba pensado con claridad, así que intenté calmarme un poco... me senté en la hierba alejandome del bicho y de la chica. Y le respondí:

-Dile a tu... Tidnle.e.. eso... que... no se acerque a mi, que mmmmh... Tenia que buscar una excusa lo suficientemente buena y decir que les tenia miedo a ese tipo de bichos no me pareció muy buena excusa. Y entonces derrepente se me ocurrió la excusa perfecta.

-Les... esto... les tengo alergia por eso te defendí, por si acaso tu también la tenias es malisima la alergia a estos bichos... Dije tapandome la nariz para hacerlo más creible y acto seguido fingí 2 estornudos.

¡Achis! ¡Achis! No quedaban muy creibles... pero es que admitir que le tenia miedo a algo era superior a mí.

"Ya... claro...", dije respondiendo a sus excusas baratas.

"En fin... Hoju, quedate tranquilo", le dije mientras lo metía en la bolsa. A ver si así el chico se tranquilizaba un poco...

Entonces me fijé nuevamente en él. Su cara estaba llena de golpes y heridas.

"Vaya, que desastre.", dije sentandome a su lado y examinando su cara. Entonces saqué un desinfectante y un pañuelo de mi bolsa. Mojé un poco el pañuelo con el líquido y se lo mostré.

"¿Puedo darte un poco con esto? Es que se te podrían infectar...", le dije, pero en lugar de esperar respuesta comencé en seguida a aplicarle el líquido con el pañuelo.

Miré a la chica de reojo mientras me mantenia firme sentado en el suelo, tenia heridas por toda la cara y la chica parecia agradable pues se ofreció a hacerme las curas con un liquido que ella tenia...

-¡JODER COMO ESCUECE! ¡AAAAGH! Grité tirandome al suelo e intetnando tocarme la cara, el liquido más que un liquido para curar heridas, parecia acido sulfurico. ¡Me iba a quedar sin cara! Bueno, tal vez exageraba un poco, pero si que escocia bastante el liquido ese.

Entonces al ver que estaba haciendo el ridiculo ante una chica, me levanté rapidamente y me volví a poner firme, la miré y le dije:

-Esto no es nada... Jeje... Después de mi grito de dolor no quedaba muy creible.

Al rato, el liquido del demonio parece que empezó a hacer efecto y cada vez me dolia menos...

El chico comenzó a gritar quejándose del dolor que le producía el desinfectante, pero cuando este cesó intentó recuperar la compostura como si nada.

"¿Ves? Si duele es por que se estaba infectando...", le dije.

"Pero como pudiste comprobar es solo un instante, así que aguanta un poco", dije riéndome levemente, y continué aplicándole el desinfectante en las heridas que faltaban. Entonces me fijé en una enorme que le cruzaba el moflete de arriba a abajo, pero parecía ser la marca de una antigua herida muy profunda.

Dudé en preguntar, pero no creí que le importase, así que finalmente le dije: "Vaya... ¿y esta marca tan grande?"

Por que... por que a mí.... Cada vez que me aplicaba el liquido, dolia más o era mi impresión, no lo sé. De lo que estoy seguro es que dolia y eso nadie puede discutirmelo.

Intentando aguantar el dolor escuché lo que me habia preguntado sobre mi cicatriz... a lo que le respondí de inmediato.

-Es una herida de guerra. Esperé unos segundos y empecé a sonreir. Antes de que pudiese responderme nada añadí.

-Qué va, es broma, esta cicatriz me la hice hace mucho tiempo aprendiendo a manejar el pico... antes era un patán... y bueno, creo que ahora también, no he podido defender a nadie nunca... Le dije con tono de tristeza en mis palabras.

La chica seguia aplicandome el liquido y yo seguia aguantando el dolor. No tardé en mirarla y tumbarme en la hierba con las manos detrás de la cabeza para que dejase de echarme el liquido y le dije:

-Estooo... todavia no conozco a mi enfermera ¿Como te llamas? Le pregunté con curiosidad, no la habia visto nunca por aquí y nisiquiera sabia si vivia en el palacio con todos los demás, o era de algún pueblo cercano.

Al principio dijo que era una herida de guerra, pero en seguida añadió que era broma, y que en realidad se la había hecho aprendiendo a manejar el pico.

"Bueno, a mi me has defendido bien de esa bestia tan feroz con él...", comenté jocosa mientras continuaba aplicando el líquido.

Segundos después el chico comenzó a tumbarse lentamente en la hierba, y preguntó por mi nombre.

"No te me escapes, que ya estoy acabando", dije acercándome de nuevo a él, y a pesar de que se hubiese tumbado continué aplicandoselo. Él me miró con irritación, y yo le sonreí. En ese momento me fije bien en sus ojos. Eran de un color verde muy bonito.

Entonces terminé.

"Me llamo Hewina. Hewina Astaldë.", dije sonriente mientras me alejaba, liberándolo de su tortura. Tras eso comencé a guardar las cosas en un bolsillo de mi bolsa.

¡Oh no! Me habia tumbado para nada... por que siguió echandome el liquido... y aun encima no pude evitar sonrojarme al tenerla tan cerca y ver que me miraba tan fijamente... aun que finalmente acabó y dejé de sufrir por fín.

-Hewina... qué nombre más raro. Le dije mientras la miraba con extrañeza.

-Yo me llamo Runek, Runek Vanikud, encantado. Y acto seguido le besé la mano, no era propio de mí actuar como un caballero, pero ya que me habia salvado y me habia curado las heridas, quise tratarla como una princesa.

(Hewina... era un nombre bonito... aun que a la vez raro.) Pensé para mis adentros después de soltarle la mano.

-Has sido tú quien me ha defendido. Añadí.

Después me levanté y dejé que la brisa agradable me diese en la cara mientras cerraba los ojos disfrutando de aquel hermoso lugar.

El chico nada más decirme su nombre cogió mi mano y la besó delicadamente, por lo que no pude evitar sonrojarme.

Me reí con nerviosismo, mientras pensaba: "¡Jope! ¿Pero qué pasa? Primero Rick, y ahora este... ¿es que todos los flamma son así de... fogosos?" (lol)

Entonces tras decir que fui yo la que la defendió se levantó, y su larga melena comenzó a ondear con el viento.

Me quedé callada unos segundos, y finalmente opté por preguntarle: "¿Llevas mucho tiempo por aquí?"

Qué manera más tonta de reirse tenia la chica. Bueno, supongo que se puso nerviosa por lo del beso... (Tal vez no debí hacerlo) Pensé.

-No el suficiente. Le respondí sin mirarle a la cara.

Yo queria entrenarme y llegar a ser alguien muy fuerte, alguien que pudiese defender a cualquier persona, alguien honrado y generoso. Queria convertirme en alguien humilde que le diese paz y seguridad a la gente. No un soldado... ni un caballero, que están controlados por los de más alto cargo. Queria ser alguien más cercano al pueblo, alguien en quien poder confiar. Por esa razón jamás quise ser caballero, ni luchar con una espada, queria demostrar que una persona humilde y respetable puede llegar a defender y traer la paz, pero no me quedaba más remedio que unirme a esta legión para demostrarlo.

-Estaré aquí hasta que consiga ser lo que quiero ser. Le dije a Hewina lleno de razón y seguridad en mi mismo.

Sabia que era una meta dificil de alcanzar, pero no imposible, yo nunca me rendia y estaba seguro de que algún dia alcanzaria esa meta, defender a la gente sin recibir nada a cambio, ni por dinero, ni por nada, solo por el hecho de apreciar sus vidas tanto como aprecio la mia.

Ya perdí a mucha gente una vez y no queria perder a nadie más.

"Ah, vaya...", dije, pero no supe que más decir. Parecía decidido... como dispuesto a llegar a ser una especie de héroe. Lo cierto es que para convertirse en algo así, este es un lugar bastante acertado... un buen comienzo. O un buen final. Me pregunté si sería consciente de ello.

"Bueno pues... espero que consigas llegar a ser lo que te propones.", me animé a decir.

-Sí... yo también lo espero. Le dije con tono apagado.

Me volví a sentar, me cansaba de estar de pie seguido. Miré a Hewina, aun que vi algo moverse detrás de ella y me incliné un poco hacia la izquierda para ver que era. Ví la oreja del bichejo salir de la bolsa y se me quedó la cara en blanco. Con los ojos abiertos como platos tragué saliva y miré a Hewina de reojo...

-Eso... que está ahi en tu bolsa... ¿es el Tidnle de antes? Le pregunté mientras tartamudeaba del miedo y me alejaba poquito a poco...

Les tenia mucho miedo a esos bichejos y es un miedo irracional, por que no sé de que viene... ¿Seria algún trauma infantil?

Miré hacia mi bolsa y vi que Hoju se revolvía, y por lo visto Runek lo había notado.

"Sí... pero no te preocupes, no te hará nada", le dije.

"No permitiré que esta criatura salvaje y atroz te ataque de nuevo", dije llevándome la mano al pecho con impetuosidad, y tras esto me reí un poco.

"Seguramente tiene hambre... ¿quieres venir a tomar algo al comedor?", le propuse.

Por muchas veces que la chica me dijese que no hacia nada, yo seguia sin creerle ¡Era una bestia! ¡Solo habia que ver el mapa que me hizo en la cara! Pero bueno, parecia que ella la tenia controlada.

Me ofreció ir con ella al comedor a tomar algo y bueno, aun que yo no era mucho de tomar cosas ni de ir a comer por que casi siempre me lo acababa comiendo todo incluso las sobras de ella seguramente, pues me daba un poco de reparo, pero no quise hacerle el feo así que me ofrecí a llevarla al comedor.

Le estendí el brazo para que ella se agarrase y le dije:

-Sujetese bella dama, vayamos a gozar de una comida exquisita. Pero al quedarme un rato quieto me di cuenta de que me daba mucha verguenza lo que estaba haciendo, me puse rojo como un tomate y me rasque la cabeza y enseguida añadí.

-Es broma, vamonos. Y reí quitandole importancia al asunto mientras metia las manos en los bolsillos de la chaqueta.

Y enseguida fuimos a cenar al comedor, yo esto no lo consideraba una cita... y supongo que ella tampoco, pero bueno, aun que fuese una cita seguramente que mi forma de comer como si no hubiese comido en meses la iba a espantar.

*Se van*

El dia de ayer había sido realmente bueno por charlar con Summer, pero ahora simplemente paseo por el claro del bosque mientras escucho al canto de los buhos. Estoy tranquilo... no he recibido todavía ningun contacto de aquellos dos... quizás se hayan olvidado de mi. Alexander, no te mientas.

*se queda*

Mis entrenamientos nocturnos me llevaron al claro del bosque. Estaba suficientemente lejos como para que el trote ligero llegara a hacer que mi noble frente se perlara de sudor, pero aguanté bien el ritmo, como todo Dehnel hubiera hecho.

Al llegar al lugar sequé mi sudor con una toalla que llevaba al cuello. Había dejado mi arma en palacio para no llevarla pendida a mi espalda, pues solo estaba entrenando.

- ¡El entrenamiento nocturno es de lo mejor! -exclamé para mí.

Una voz me distrae de mis pensamientos, del mismo modo que Summer había hecho ayer, pero esta vez era un hombre. Me giro. Buenas noches. No, no estoy entrenando. - digo sereno y tranquilo. Lo veo. ¿Quién será? Alzo una ceja.

Huele mal.

Arrugo la nariz y me pongo los guantes lentamente sin prestarle mucha atención. ¿Porqué entrenas por la noche? No eres caeruleus...- digo viéndolo de arriba abajo.

Una voz me sacó de mis ensimismamientos. Era un hombre. Sorprendido, busqué al origen de esta, escrutando la oscuridad, hasta localizar una sombra, la cual supuse que era él. Sonreí de oreja a oreja, acercándome un poco.

- Mis más sinceras disculpas, caballero. Creo que hablaba solo sin darme cuenta.

Me llevé una mano al pelo. ¿Qué hacía aquel allí? Por lo que decía, debía de ser caeruleus...

- Entreno por la noche porque me agrada sentir el fresco cuando entreno, mucho mejor que el sol de mediodía. Además, así duermo maravillosamente por las noches.

-Como los locos- musito sonriente para mi solamente, mientras debo brotar una sonrisa socarrona.

Lo escucho. Es normal que quieras parecerte a los caeruleus -digo agitando el pelo resuelto. - Al fin y al cabo... - dejo caer como diciendo que los caeruleus somos la mejor raza.

¿Debería presentarme?

Suspiro... pobre infeliz.

- Soy Alexander Price, hijo de los Duques de Cáligo. ¿Y tu?- pregunto sin mucho interes.

Sonreeí mientras hablaba. Parecía un tipo majo. Quizás una conversación con él me entretuviera, pues desde lo ocurrido ayer yo estaba un poco deprimido. De hecho, ni el entrenamiento me había animado tanto como de costumbre.

Además, parecía que él también tenía sangre importante.

Extendí mi mano a la sombra.

- Soy Rick Dehnel, hijo de Reick Dehnel, de la noble estirpe de los Dehnel en Ignis -recito algo animado.

Se me crispa el cuerpo. Qui esta el baboso este... que asco.
Sonrío.
-Un... -hago una pausa- placer- digo con voz siseante. Cuendo me tiende la mano se la estrecho.

¿Como un noble puede ser tan asqueroso? Un noble no debe tratar asi a las mujeres.

Le estrecho con muchisima fuerza la mano. - dime Rick- con una sonrisa macabra en la cara- ¿Quien te crees que eres?-digo acercándome a su oído.

me separo y saco una de mis armas de mi antebrazo y apoyo la punta en su nariz. - Rick Dehnel, hijo de Reick Dehnel te reto a un duelo por el honor de Summer.- digo en tono alto y firme.

La repentina actitud del extraño me confundió mucho, y eso que yo era un tipo inteligente. Pestañeé varias veces perolejo, aunque como veía horrible no se aclaró en absoluto mi imagen de él.

- ¿Un duelo? ¿Por el honor de Summer? ¿Quién es Sumeer? -pregunté confuso.

Aún por encima, estaba desarmado. Maldito el día que decidí dejarme a Värdjas en Palacio... Aunque no pensaba luchar sin antes obtener una explicación.