Baño de los chicos

Aquella ducha fue más larga y caliente de lo que había sido en mucho tiempo. La no tormenta me seguía teniendo de buen humor, pero el encuentro del día anterior con Gerald todavía me intrigaba. Pero, por supuesto, en la cena no habíamos hablado de ello, así que no forzaría a la flamma para que me contase sus problemas. Un caballero sabía escuchar siempre que era necesario.
Me lavé bien el pelo y saqué brillo a mis escamas. Luego salí y me sequé por encima, dejándome la toalla atada a la cintura, y me enfrenté al espejo con la cuchilla en la mano. Llevaba días sin hacer aquello y más que asemejarme a mi noble padre me recordaba un poco, de nievo, a mi yo mendigo, pero más musculoso.

Tras una breve duda, decidí hacer lo que hace tiempo pensaba hacer, aprovechando que ya era barba casi de una semana. Aún picaba, pero ya recordaba a la hermosa barba Dehnel. Me afeité la zona del bigote, hasta los púmulos, y luego también la perilla y la parte del cuello. Solo dejé, pues, dos franjas de pelo desde las orejas hasta la esquina de la mandíbula, algo más anchas abajo. Me sequé la cara, la froté y sonreí. No estaba mal.

*se va, ahora con patillas*

Entro en el baño, cansado. No sé por qué he corrido hasta aquí. Ni que tuviese prisa. Lo primero que hago, por supuesto, es lavarme las manos y la cara, antes de nada, que tengo más barro que los jardines. Me lo llevé todo pegado al cuerpo. Luego me aseguro de que no haya nadie y sonrío, contento.

Cojo una toalla y la dejo doblada sobre el banco. Me descalzo, dejando los zapatos a un lado, para no ir manchándolo todo. Si hasta por los calcetines parece que he ido descalzo por el jardín. Los meto en los zapatos y paso a quitarme los pantalones, que aparto para lavar, y luego la camiseta.

Miro hacia abajo, para verme las piernas. Si es que soy un saco de huesos... Ni tonificación ni grasa ni nada... No soy un guerrero, soy un enclenque. Me planto frente al espejo y doblo los brazos para ver qué sale...
Sonrío, derrotado, y los dejo caer. Vaya desastre... No sé ni cómo puedo tensar el arco.

*se queda*

Llevaba toda la tarde de aquí para allá, curioseando, pero sin detenerse a hablar con nadie. De hecho, había ido evitando en la medida de lo posible las zonas donde había gente. La ostentosidad de aquella mole de piedra la hacía sentir una intrusa. Tenía la sensación de que, de un momento a otro, alguien la iba a agarrar y la iba a sacar de una patada de allí.

No encontró las habitaciones por ningún sitio en aquel laberinto inmenso, pero hacia el final de la tarde dio con el baño. Sonrió. ¡Bueno, el baño sonaba bien! Sonaba a limpio, a higiénico, a dinero. Nada a lo que pudiera resistirse.

Abrió la puerta y se asomó, curiosa. Y, de nuevo, dejó ir un sonoro silbido de admiración.

¿Pero aquello era un baño o un apartamento? Y con apartamento quería decir uno lujoso, no una chabola cualquiera. Mithos, ¿era aquello posible?

Dejó el zurrón a un lado, poniendo los brazos en jarras, y contempló con admiración la enorme bañera. Acabó incluso por soltar una carcajada. ¡Pero adónde había ido a parar!

Reparó entonces en un chico semidesnudo en un rincón, junto al espejo. Por su aspecto, no debía venir de un sitio mucho más lujoso que ella. O eso o en aquella mansión no daban muy bien de comer, lo cual no parecía demasiado probable.

-¿Qué tal, chaval? -preguntó, sonriente, acercándose a la bañera y abriendo un grifo, con una mezcla de curiosidad y desconfianza-. Menudo chollo hay aquí montado, ¿eh? ¿Y de verdad de aquí sale agua, o sale directamente oro líquido? ¡Buah, pero qué maravilla!

Aunque había dado más vueltas a una buena cama o un banquete de reyes, bien pensado, un baño sonaba a melodía celestial.

Tardo un instante en procesar lo que sucede. Cuando miro hacia la puerta veo que hay alguien, y entonces pienso que sí que he tenido mala suerte hoy. Pero claro, no es raro pensar que alguien venga a bañarse a estas horas, y menos si ha estado, como yo, entre el barro. Y entonces, poco a poco, me voy dando cuenta, al analizar más la situación, de que no tengo a un hombre fornido enfrente. Es una chica.
Me siento enrojecer, enseguida, y me cubro como puedo con las manos. Pues qué suerte que no estoy desnudo del todo. Bueno, bien pensado, no es suerte... Soy un chico precavido. Ya me dejé algo puesto por si entraba alguien. ¡Pero un alguien hombre! Que tampoco es que esté viendo nada que Massen no me haya visto en el lago pero... ¡Mithos!

Me acerco hacia ella, cohibido, rojo,y apoyo las manos en sus hombros, volviéndola, obligándola a darme la espalda. ¡No! Qué pesadilla... ¿Me habré confundido de baño? Porque juraría que era este, pero a lo mejor con las prisas...

Me apresuro a vestirme y, sin calzarme siquiera, salgo un momento, asomándome. ¡Pero si este es el mío! La miro de nuevo, entonces, y con manos temblorosas me saco la pizarra del bolsillo. Trato de componer una sonrisa amable bajo la vergüenza.

"Acabas de llegar, ¿verdad?"

Con lo que ha pasado tengo material para hacer un chiste, aunque lo cierto es que mi humor no es muy gracioso. Pero "un mudo está en el baño cuando..." suena a chiste lo mires por donde lo mires.
Suspiro.

FdR- Why? XD

La respuesta del claritas dejó a la chica un momento confusa. Contrajo el gesto, mirándolo como quien mira a un mecña rojo, y cuando la obligó a darse la vuelta se volvió de nuevo, sin entender a qué había venido aquello.

-Oye, ¿qué...?

Al ver al chico vestirse a toda velocidad, lo entendió. No tenía pinta de señorito, pero si lo era, aquello era normal, ¿no? Los señoritos tenían fama de muy finolis, ¿cómo decían por ahí? Pudorosos. Alzando las palmas en posición defensiva, se dio de nuevo la vuelta, silbando una cancioncilla, como disimulando. Pues qué poco sentido tenía aquello; si tenían un baño del tamaño de una casa, lo mínimo sería compartirlo...

Salió a todo correr, y entonces volvió a entrar. Ben lo observaba con una mezcla de extrañeza, curiosidad y diversión que le hacía componer una mueca de lo más curiosa. Apretó los labios, tratando de evitar reirse. Viendo lo alterado que parecía, dudaba que le hiciera mucha gracia.

Entonces le enseñó unos garabatos, y la chica exageró aún más su ya trabajado gesto de incomprensión. Pasó un dedo por la pizarra, con lo que un poco de polvo de tiza se le quedó pegada al índice. Lo frotó con el pulgar, mirándolo con despreocupación.

-Toda una obra de arte, campeón, pero tampoco pasa nada por que te relajes un poco -comentó, sonriendo. A ver si se tranquilizaba un poco o algo.

Se lo toma todo con mucha calma. Está bien que no pierda los nervios, desde luego. Eso la hace ya mejor guerrera que yo, y sin conocerla. Pero, pese a todo, ahora mismo podría tomárselo un poco en serio.
Cuando borra la tiza la miro, contrariado. ¿Obra de arte? A ver, sí... Tengo una caligrafía excelente, lo admito. El abuelo siempre me ha inculcado que los estudios no deben alejarse de las artes, de modo que me esfuerzo siempre porque todo lo que hago me quede lo mejor posible. Pero dudo que esa sea la cuestión.

Borro lo escrito y escribo de nuevo. Se lo muestro, insistente. A ver si así lo pilla.

"Este es el baño de hombres."

Debí haber empezado por aquí. Es que me gusta ser sutil, pero si hay que ser directos pues se hace.
Señalo mi garganta con un dedo y niego, por si acaso, que ya me pasó alguna vez que pensaban que me burlaba.

FdR- Deje de hacerse personajes que no saben leer e.e XD

De nuevo, el claritas mostró un nuevo mensaje. Ben empezaba a impacientarse. ¿Cómo era eso de recibir a los viajeros? ¿No había una especie de norma que imponía que debían ser tratados como reyes? Y, en su caso, todo lo que encontraba era un chaval que la entretenía y no la dejaba bañarse. Podía haber un poco de solidaridad por el cansancio del viaje, o algo.

-Que sí, chaval, que que no sueltas prenda ya se ve -apuntó-. Y que muy bonita la pizarra, pero así no vamos a ninguna parte.

¿De verdad estaba intentando echarla? Porque daba esa impresión, pero le parecía inaudito. No se pensaría que, efectivamente, se había colado allí dentro, ¿verdad? Esa idea la intranquilizaba un poco. No había salido de la ciudad y hecho semejante viaje para tener que volverse.

-No estoy de turismo, ¿eh? -aclaró, solo para estar seguros-. Pregúntale si quieres a los jefazos, me han llamado ellos. Supongo, vamos. Que no me he colado, vamos.

FdR.: :__D no era mi intención

Vale... Juraría que no sabe leer. Es lo más probable, a estas alturas. Vaya problema. Aunque a peores cosas me he enfrentado. Supongo que no queda otra.
Sonrío, tranquilizador, asintiendo, extendiendo ambas manos hacia el piso para tranquilizarla. Esto es fácil de explicar, la verdad. Tras pedirle que me espere, voy un momento a calzarme, y enseguida estoy con ella de nuevo.

Parece que el baño queda para luego.

Agarro su muñeca y tiro de ella, amable, invitándola a venir conmigo. Será más fácil si le enseño el otro baño. Y ya si encontrase a alguien que hablase...

*se la lleva*

Creo que tengo más barro que ayer, todavía. Menudo desastre de persona estoy hecho... Debo de haberme caído como tres veces hoy. Es que podría ser claritas o caeruleus, si me mirase al espejo, porque creo que nada del moreno que se ve es piel: es todo barro apestoso.

Hoy me aseguro muy bien de que no entre nadie y me decido, mejor, por una ducha. Ya tuve un susto ayer con la chica aquella... Por cierto, me quedé sin su nombre. Vaya desastre. Aunque como para preguntárselo... A ver si para otra hay la posibilidad de que nos comuniquemos de alguna forma.

Me aseo rápido y luego me seco y me pongo ya el pijama. Ha sido un día largo. Ya lo empecé con agujetas, pero la verdad es que no me sorprendería encontrarme mañana con que no puedo ni moverme de cama. Pero a ver si suena la flauta...

*se va*

Tras la calma de semanas sin prácticamente nada que hacer, las tornas se habían invertido, y el trabajo desbordaba. Entré en el baño después de todo el día trabajando en los exteriores. Ciertamente, había que reconocer que el proceso de recuperación de la zona estaba siendo rápido (probablemente los líderes estaban metiendo mano en el asunto), pero eso no nos dejaba a los guerreros con las manos vacías.

Por mi parte, había pasado el día trabajando en el taller. Recuperar aquel edificio, probablemente, no se contaba entre las tareas más duras, pero a fin de cuentas era una tarea. Y, cuanto antes estuviera en condiciones, antes podríamos centrarnos en asuntos más complejos, o así lo creía yo. En cualquier caso, no estaba muy acostumbrado a los trabajos manuales, pero la magia del aire facilitaba ciertas tareas, así que podía aprovecharme de ello para ayudar.

Trabajo físico o magia, todo acababa cansando, y la combinación de ambas no lo hacía mejor. Así pues, decidí que me había ganado un buen baño relajante antes de la cena. Para compensar el esfuerzo. Con esta idea, llené la bañera, me deshice de la ropa y me metí en el agua. Cerré los ojos, apoyándome contra la pared, sintiendo la agradable sensación de poder hacerlo sin preocuparme de alas inútiles que me lo impidieran.

*Se queda*

Llevaba ya un rato en la bañera cuando la puerta se abrió. No me molesté en girarme a mirar quién entraba, pero al oír la voz a mi espalda no pude sino enarcar una ceja, aún con los ojos cerrados. Ya llevaba muchos días sin coincidir con la rubia. Qué descuidado, probablemente había estado llorando por las esquinas en mi ausencia.

No respondí, sino que permanecí en la misma postura incluso cuando se acercó. Solo después de su extraño mordisco (o no tan extraño, viniendo de él) me giré para dirigirle una mirada escéptica.

-Ya sabes que yo siempre estoy a tu servicio -respondí, sarcástico.

Se alejó un momento, pero no tardó mucho en volver y meterse en la bañera. Dirigí un momento una mirada al ya amplio tatuaje, sin hacer ningún comentario. Parecía de muy buen humor, mejor incluso de lo habitual en él.

Negué con la cabeza.

-Tal y como lo dices, no parece que te importe mucho -apunté-. No sé qué maravillosa transformación has tenido para que de pronto te vaya tan bien, pero con tanta fiesta me estoy quedando al margen.

Negué con la cabeza, poco convencido.

-Ya, bueno, hasta que dejes de tenerlo -repliqué, rascándole la cabeza con el puño-. Pero tranquilo, no te guardaré rencor cuando me abandones. Reconstruiré mi vida y guardaré en la memoria los buenos recuerdos.

El asunto dejó de gustarme cuando Dehnel salió a colación. Lo miré, con una ceja alzada y cierta desconfianza. No eran una buena suma, Dehnel y Gerald. Demasiado sentido de la justicia enfrentado a una malicia no demasiado sana.

Acabé por negar con la cabeza.

-Así que ahora vienes a buscarme para que te salve el culo, ¿eh? -pregunté, sin demasiado humor-. ¿No podías abstenerte de las viudas? Yo creo que podéis repartiros al personal sin necesidad de montar guerra...

Me pasé una mano por la frente, apartándome el pelo con cierta exasperación. Llevaba meses huyendo de Dehnel. Lo último que necesitaba era que me azuzaran contra él. Bastante tenía con evitar que se me echara al cuello.

-Siento decir que nunca he sido muy bueno en diplomacia -apunté, mirándolo con cierto reproche-. Pero seguro que en el ejército os enseñaron a evitar golpes de frente. Y dudo que Dehnel encuentre otra forma de darlos -. Le di un par de palmaditas en el hombro-. Así que voy a confiar en ti y dejarlo en tus manos, ¿eh, rubia?

De nuevo, negué con la cabeza. Bien que se encargaba solo cuando se trataba de retozar. A arreglárselas en lo bueno y en lo malo.

-No pretendas hacerme sentir culpable, porque no lo vas a conseguir -indiqué, recodándome tranquilamente en el borde de la bañera-. No se trata de comerse o no los golpes. Si puedes hacer que quiera descargarse contigo, intenta que deje de hacerlo. O asume las consecuencias. Hablas como un crío que quiera convencer a su padre de que le arregle un juguete. Tampoco conozco tanto a Dehnel, por más que él se empeñe en que sí. Es una cuestión de relaciones políticas. Lo cual me anima a mantenerme al margen. Con semejante descerebrado, quién sabe si no acabaría causándome problemas en Ignis. Ya tengo suficientes en Ventus.

No pude evitar una carcajada ante sus palabras. Solo había que verlo comportarse para saber que no solía preocuparse mucho por eso de ahorrarse problemas, como él decía.

-Creo que no se te da muy bien, amigo -repliqué, jocoso-. Pero sigue intentándolo, que la práctica siempre ayuda.

Suspiré con cansancio. Por qué tenía que hacerme esto semejante locaza con pintas.

-Puedo sugerirle que no se dedique a perseguirte si me lo encuentro -sugerí-. Pero tampoco creas que me dedico a buscarlo. Ni que voy a hacerlo.

Puse los ojos en blanco. Así que iba a pedirme que hiciera de abogado. Igualmente tedioso, y el derecho tampoco se contaba entre mis mejores habilidades. ¿Había algo que se contara entre mis habilidades, a fin de cuentas? No estaba del todo seguro, pero desde luego, nada relacionado con las relaciones sociales.

Le dediqué una mirada un tanto hostil.

-Tú lo que tienes es mucha caradura -gruñí-. Dehnel va a tener problemas para partírtela.

Cuando mencionó mis asuntos sí comencé a enfadarme de verdad. Inspiré profundamente por la nariz, mirándome las uñas como si estuviera profundamente interesado en ellas y tensando la mandíbula un instante antes de hablar.

-No creo que te convenga sacar a la luz responsabilidades -acabé por decir, con el tono más calmo que pude-. Ni es asunto tuyo ni llegas a tiempo para el sermón. Ya he escrito al respecto. Probablemente tenga que ausentarme en pronto. No sé si incluso antes que tú, por cierto.

Dejé caer la mano de nuevo en el agua con un suspiro. Esa estúpida madre mía me iba a cortar el cuello. Si es que no se moría ella antes de un ataque. Casi lo prefería. Roté los ojos.

-Y a ti que te limpien el culo -gruñí de nuevo, algo menos tenso.

No estaba muy seguro de estar conforme con su reacción al respecto. De hecho, no estaba seguro de estar conforme con absolutamente ninguna reacción al respecto. Acabé por soltar un bufido, exasperado. Aquel asunto acabaría por matarme.

-Yo no -mascullé, con una mueca de desagrado-. Podría haber seguido toda mi vida sin decir nada al respecto y sé que me habría ido mucho mejor. De hecho, podría cambiarme de nombre y desaparecer de la faz de Mithos y sé que me iría mucho mejor.

¿Qué buscaba realmente? Mantener intacta mi parte de la herencia. En realidad, no estaba especialmente interesado, por mucho que me solucionara la vida. Se la cedería con gusto a cualquiera de mis hermanos. Quién sabía si no acabaría por hacerlo. Pero habría que esperar a que muriera la vieja, o sería lo mismo que matarla.

Gruñí un par de frases ininteligibles. Después, negué con la cabeza.

-Tanto alejarme de esa desequilibrada y al final vas a ser tú quien acabe conmigo -repliqué, aunque no exactamente como reproche.

Solté un bufido, una especie de risa sarcástica, negando con la cabeza. Sí, claro que algo me ataba. Una familia con muchos medios para encontrar a un fugitivo y unos medios bastante poco ortodoxos. Nada que invitara a llevar la contraria, en cualquier caso.

-La piedad -gruñí-. Algo de lo que tú careces. Puedes tratar de indagar en mi vida todo lo que quieras, pero eso es algo que está más allá de tu entendimiento.

Gerald era un tipo demasiado convencido de sus ideas como para que algo que se impusiera contra ellas lo preocupase. Eso, desde luego, era evidente.

Arqueé una ceja, dedicándole una mirada socarrona.

-No tientes a la suerte -repliqué-. Tal vez lo que no pueda hacer Dehnel lo consiga yo.

Me encogí de hombros, algo indiferente a sus razonamientos. Que no entendía mi posición era algo que siempre había quedado de manifiesto.

Inconscientemente, me llevé la mano al hombro izquierdo, presionando levemente el músculo. No importaba cuánto tiempo había pasado, el asunto era que aquel gesto seguía siendo igual. Y, ahora que ya no lo hacía por evitar daños mayores, tenía la sensación constante de estarme contracturando el cuello. Qué habilidad para encontrar siempre alguna molestia.

Lo miré con expresión suspicaz, aún con una ceja arqueada. Desde luego, no daba tregua. Me pregunté qué haría falta para conseguir un respiro por su parte.

-Diría más bien que eres tú quien lo está deseando, rubita. Te gusta demasiado tentar a la suerte. Luego dirás que es todo de boquilla -murmuré entre dientes.