Baño de los chicos

Habló a gusto todo lo que quiso y, cuando hubo acabado, se despidió del caeruleus y abandonó el lugar. Entonces, solo, Zacharyas se quedó en la bañera, pensando en todo lo relacionado con aquella mujer que había comentado el flamma. Aquella atroz dama, aquel "monstruo"... No podía sino desear, como había dicho Rick, acercarse a ella y desvelar todas sus crueldades, pero para nada quería dar cuenta de ello a nadi más. Quería saberlo solo él, y que ella supiera también las cosas que él había hecho, y las que a veces pensaba y deseaba hacer.

No podía creerse que, tras tanto tiempo, por fin hubiera alguien, de alguna forma, semejante a él. Ahora que sabía esto no podía quitarse el nombre de la mujer de la mente. ¿Le contaría algún día sus actos? ¿Podrían llegar a realizar algo juntos? Una hermosa obra de arte sangrienta y hermosa. Hermosa como la vida, pero también como la muerte, que era de esa clase de bellezas que muchos no entendían. La transicción, el cambio, fenecer...

Imaginaba todas aquellas víctimas gritando, sufriendo, llorando, suplicando que le arrebatasen lo que les hacía existir, y sentía calor al hacerlo, y ansias por presenciarlo, incluso por ser él mismo el que sufría todos aquellos dolores hasta el punto de desear morir. Sin embargo, él jamás se hubiera dejado morir, por doloroso que fuera todo. A él no le importaba... ¡Era más! El dolor le agradaba tanto a veces que al sentirlo deseaba que luego hubiera más...

Alzó su brazo dereco y clavó las uñas en el hombro izquierdo, deslizándolas unos centímetrso y arrancando la piel. No sangró mucho, pero la sensación fue suficientemente fuerte como para aumentar sus fantasías.

Deseaba, de prnto, conocer a aquella mujer más que nada. Por fin parecía que lo que había ido a hacer a ese lugar cobraba sentido. Quizás todo hubiera sido simplemente una señal, una especie de llamada del destino para que ambos se encontraran.

Salió de aquella bañera y fue a sentarse al banco en el que estaba su ropa. Tantos pensamientos excitantes y grotescos inundaban su cráneo. De alguna forma, esperaba que su cabeza explotase y el suelo se llenase con sus sesos vivos, calientes y palpitantes.

Jadeaba mientras dejaba que su mano ayudase a su mente enfermiza sucumbir al placer. ¿Por qué nadie comprendía aquello? Rick Dehnel era como los demás, otro necio que solo aceptaba su propia verdad y deshechaba la de los demás, sin atender a razones. Al menos ahora sabía que podía existir una persona, un ser, alguien en ese palacio diferente al resto que quizás lo entendiera.

Cuando llegó al orgasmo se detuvo. Estaba sudando, pero más de los pensamientos que de la acción que había llevado a cabo. Jadeante, decidió, una vez más, asearse, más esta vez fue una dicha fría lo que eligió. Tras todo esto, se secó y se vistió.

Abandonó el baño de la misma forma que había entrado en él, siendo la misma persona. Sin embargo, en su interior, algo había cambiado para él y ahora una extraña y oscura esperanza lo inundaba, haciéndolo sonreír.

*se va*
FdR- LOOOL

Como si de un alumno normal y corriente se tratase, Flastio vivía entre los muros de palacio, sin entablar conversación con nadie, comiendo lo mínimo para evitar conversar con nadie en el comedor y muy distante con todo el mundo, casi siempre con un enorme libro marrón debajo del brazo para así, cubrirse la cara mientras leía o bueno... había que leía para pasar desapercibido. Para con la gente que se cruzaba guardaba sus ojos macabros y su sonrisa se volvía una dura expresión neutra.
Flastio caminaba entre todos, escondido a veces y otras, dependiendo de las circunstancias no, pero siempre, tan invisible y desapercibido, que pocos guerreros se cruzaron con el y si lo hicieron, ni siquiera le prestaban mucha atención ya que, o caminaba "leyendo" o simplemente se apoyaba en una ventana, viendo el paisaje como quien no quiere la cosa, esperando a que la compañía, ya fuese servicio o guerrero, pasasen de largo.

Todo marchaba sobre ruedas, Flastio había visto armas, había visto entrenar a los guerreros, sus capacidades, hechizos, el funcionamiento del palacio... incluso, de refilón, había visto a un par de líderes doblar la esquina. Supo que eran líderes pues pudo captar su esencia poderosa, y, supuso, que Brontë estaría lleno de ellos, de gente poderosa, de gente débil... de gente luchadora e inteligente, al fin y al cabo.

Era un buen sitio en el cual captar tanto fuertes y vigorosos esclavos, como grandísimas cantidades de información sobre lo que estaba ocurriendo en aquellos momentos en Mithos y, porqué no: una trampa mortal para ellos mismos, ya que, así hacinados, si la Organización conseguía el control o vencer a los mejores guerreros de todo Mithos, entonces no habría seres capaces de hacerles frente. Todo sería maravilloso: si lográsen eliminar a Brontë y a sus habitantes, ¿quién les ofrecería resistencia? ¿El viejo Rey de Lumen? ¿Los inútiles gobernantes de Aqua, marchitos y mustios? ¿Quién les haría frente? Ya no tendrían que vivir ocultos bajo tierra y el Régimen de la "Sombra del Fuego" sería maravilloso... pero ahora Flastio tenía otros problemas:

Acababa de leer el aviso de Brontë y ahora moverse por el palacio era más complejo... pero un punto a su favor lo aclaraba todo: que la vigilancia de Brontë aumentase, no hacía que la inteligencia de los mismos aumentase también y Flastio ha sido durante todo este tiempo, capaz de evitar a los guardias, pese a una limitación de sus movimientos...

La pregunta era: ¿Cómo salir ahora si las medidas eran tan extremas? Esa era una buena pregunta...

Flastio pensaba en todo esto mientras, en la oscuridad de la noche, se daba una rápida ducha para luego salir de los baños a toda pastilla, en completo silencio. Pronto, quizá esta noche, abandonaría Brontë... la cuestión es que... las Plantas mágicas que rodeaban el palacio habían sido aumentadas en número y su poder era muy grande, a parte, se notaba que el aire estaba cargado de magia... el aire era casi espeso, seguramente, hechizos puestos por la seguridad de brontë en los que ahora mismo, nadaba.

*se va*

Zacharyas entró en el baño. La ausencia de alfombras y cortinas, muy común en los baños que Zacharyas había visto hasta entonces, hacía que la temperatura de aquel lugar fuese ligeramente inferior al del resto de los lugares que Zacharyas había transitado.

Caminó cruzando la sala y se plantó ante uno de los retretes. Abriendo sus muchas capas de capas, valga la redundancia, dejó ver al fin sus pantalones, que desabrochó. Notó enseguida el alivio de su vejiga al ser vaciada. Una vez hubo terminado, se apresuró a cubrir de nuevo su delgado cuerpo y fue a lavarse las manos.

Quizás fuese siniestro, pero Zacharyas siempre había sido muy pulcro. Eso siempre.

*se va*

Decido darme una rápida ducha antes de comer, no quiero oler a pájaro muerto en medio del comedor y amargarle la comida a nadie.

Entro en los baños y me desvisto rápidamente para lavarme lo más rápidamente posible. Uno porque el agua está muy fría y dos porque tengo hambre. Es un gustazo lavarse el pelo después de hacer ejercicio.

Aprovecho y lavo también las tonfas que no puede ir uno por ahí con el arma sucia y cuando estoy seco al completo me visto con ropa limpia dejando la sucia en manos del servicio.

Cuando salgo del baño me siento casi rejuvenecido.

*se va*

Llego al baño y me tomo mi tiempo en la amplia bañera para sacarme bien el sudor y lavarme el pelo, además me paro a lavar también la ropa. No me gusta que se la lleve el servicio, ya he perdido mucha ropa interior a causa de los lavados comunitarios...

Cuando termino, abandono el lugar con una toalla a la cintura. No tengo demasiado que hacer en un baño.

*se va*

Por fin un momento de relax total en mi día. Últimamente no duermo tan bien como me gustaría y siempre estoy cansado. Además, he empezado a pasar algún tiempo en la biblioteca (ahora que recuerdo dónde está) buscando libros que no me resulten demasiado pesados... pero resulta una tarea titánica.

El agua está a la temperatura perfecta (rozando la ebullición) y me siento feliz y radiante como un calamar gigante. Pero la tranquilidad no me dura mucho: el sonido de un cuerno se deja oír en la distancia y, sin saber por qué, siento cómo un escalofrío me baja por la columna. Salto fuera del agua, guiado por un mal presentimiento, cogiendo mi montón desordenado de ropa y vistiéndome por el camino.

*Se va*

Mientras hace ruidos extraños, se atusó la barba con tranquilidad y con media sonrisa.- Payaso...- masculló socarrón. 
Alzó una ceja al ver cómo se sentaba a su lado. ¿Era aquello necesario? 
¿Por qué esa sonrisa idiota? ¿Esas gracias? ¿Esas confianzas? 
No quería darle su nombre. 
No quería ser amigo de un tío que al mear, hacía ruido con la boca como si estuviese teniendo un orgasmo. 
Era desagradable. 
Sin embargo, la educación le pudo. 
-Mi nombre es Erral Halvard, guerrero de la guardia del ejército de Hummus.- Dijo presentándose al completo para no tener que hablar mucho más. 
-Si me permites, me gustaría disfrutar del baño...- dijo mirándolo de arriba abajo desde el agua. - Es necesario agradar a las altas cumbres si no quieres que se te caigan encima... por muy idiotas que sean o parezcan- aclaró con voz tenue y molesta. 
Nagorr Brumm gozaba de gran popularidad, sin embargo, Errald no lo soportaba. Y parecía que su nuevo acompañante de excusado tenía también aquella sonrisa de gilipollas pintada constantemente en la cara. 

FDR: Errald tsundere.

-Quizás el destino quiera que te salte un diente- bromeó alzando ambas dejas al mismo tiempo y sonriendo con la boca apretada y señalándolo con un robusto dedo corazón. 

-Debe ser lo único que tenemos en común- recalcó con voz ronca para marcar distancias.
Sus últimas palabras le hicieron asentir con la cabeza, indicando conformidad, sin embargo, aprovechó las mismas para responderle. -Qué bien aprendida te tienes la lección- canturreó.- Así es muy fácil entrar en el ejército.- Lo criticó, haciendo hincapié en sus ademanes extraños de acercarse a hombres que no conocía de nada y acariciar el agua en el que descansaban. 
-Perturbas mi calma- sentenció.- No turbes el agua - imperó sin remordimientos.

Ignoró la mayoría de las absurdeces que dijo. No iba a rebajarse a su nivel o acabaría pareciéndose a aquellos a los que criticaba. 

Sin embargo su último gesto y comentario, le hizo crispar con fuerza los dedos de las manos para luego cerrar ambas con fuerza y que un tic nervioso se apoderase de una de sus mejillas, que comenzó a contraerse con cierta frecuencia pasmódica.
Salió del agua rápido, sin importarle ni el estar desnudo ni el estar empapando todo y antes de que aquel que osó meterse con él se fuera de rositas, le agarró de la camisa para tirar con fuerza de él para atrás con un fuerte gruñido y con la otra mano, una vez lo tuvo a mano, lo agarró de la tela del pecho (pues no le llegaba a la del cuello) y lo empujó contra una pared con gran fuerza. 
Se puso de puntillas para acercarse más amenazador que nunca y comenzó a hablar alzando el labio superior con asco. -En mi vida- dijo con la respiración agitada, con el agua resbalando por toda su cara y sin importarle el estar desnudo. -En mi vida -repitió- me han puesto nervioso- dijo con asco.
Su pecho subía y bajaba debido a la ira y su puño férreo no le dejaría huir fácilmente. -He conocido a muchos como tú. He roto muchos huesos, matado a mucha gente y me he peleado con todo aquel que se me ha puesto por delante-tiró hacia abajo para estar más cerca, hasta que sus frentes se pegaron y el parvus hizo mucha fuerza contra él.- Estoy furioso. No me cabrees más -susurró, realmente enfadado. 

Era una persona realmente temperamental y no era difícil provocarlo. -Así que no me toques más los cojones, chulo de mierda -dijo dándole un fuerte empujón, para separarse por completo de aquel molesto espécimen, para luego dirigirse aún furioso hacia las toallas.

No se lo pensó dos veces: le dio un fuerte puñetazo a la pared a la altura de su corazón. -La próxima te destrozo.- No iba a permitir bromas con su tamaño.

Estaba asqueado. Quería pegarle. Quería pegarle muy fuerte. Pero no llevaba ni un par de semanas en palacio y el chico que le guió le advirtió que las peleas internas no estaban bien vistas y que acarreaban consecuencias, por lo que decidió hacer gala de paciente y, después de suspirar y respirar un par de veces para calmarse, decidió secarse sin prestarle el más mínimo interés a su acompañante 

-Vete a la mierda, Gerald- dijo una vez se hubo puesto la toalla alrededor de la cintura y secado un poco, para luego irse. 

*se va*

No sé bien cómo llegué al sitio sin caerme ni chocarme con nada, pero al final, por suerte, di con el baño. Nada más llegar, me incliné sobre uno de los retretes y vacié en él buena parte del contenido de mi estómago, sintiendo que la sensación de mareo disminuía. Repetí el proceso y tosí, desagradado.

-Ugh...

Ya me encontraba algo mejor, pero seguía borracho, solo que menos mareado estomáticamente. Aproveché que estaba allí para mear.

Qué desastre...

*se va*

Las noches calurosas me quitan el sueño, por lo que voy a refrescarme al baño y, de paso, aliviar mis presiones nocturnas. Hace una noche espléndida, sí señor.
Me dirijo hacia la puerta para irme de nuevo, contento.

... Mis pasos son detenidos en seco por alguien. Más bien por algo, pues cuando me quiero dar cuenta, tengo un bulto de un tamaño considerable peligrosa y asquerosamente cerca de la cara. Alzo la vista. Lo miro. Miro su "bulto". Vuelvo a mirarlo y hablo. -... Me das asco -digo marcando mucho las sílabas. A continuación, salgo del baño, ya de mala leche, camino a las habitaciones de nuevo.

*Se va*