Baño de los chicos

Me desperecé y me desperté, pero estaba yo solo. Heylel parecía que se había ido. Hinché los carrillos y me crucé de brazos. No estaba para nada enfadado con el, pero eso me hizo recordar las veces en que Aren te "hace cosas" y luego se va mientras duermes.

Me puse de pie y me quite EL PIJAMA y lo guardé en mi baúl.
Me vestí y salí mientras estiraba los brazos en busca de algo que hacer.

*se va*

Llego a los baños para darme una ducha ya que he estado entrenando un poco fuera y estoy lleno de barro y sudor.

Me desvisto, me lavo rápido y salgo. Hace bastante frío y no quiero quedarme mucho tiempo allí.

*se va*

Quería ducharme con agua calentita para variar un poco, por lo que me desvestí y me metí en la bañera disfrutando de las innumerables burbujas que de ella manaban.


*se queda*

¡Maldición! Ya era tarde y me habia metido en la cama, pero como de costumbre me entraron unas ganas de hacer mis necesidades increibles, tan agobiante era, que no pude resistirlo y tuve que correr de inmediato al baño de los chicos. Mis ganas de mear eran tales que llegué con las piernas encogidas.

Para mi sorpresa me encontré con un chico... bastante raro... y estaba... ¿¡DESNUDO!?

(¿¡Qué!? ¿pero que c...?) Pensé inmediatamente al verlo.

Las ganas de mear me estaban matando y ese tio ahi bañandose con agua calentita que caia gota a gota por todo su cuerpo... Ya no aguantaba más. Tenia que mear, así que le pregunté:

-¿¡Tio y los meaderos!? ¡No aguanto MÁAAAS!

FdR- No se me ocurrió otra tonteria pa ir al baño a estas horas xDD

Una voz me impresionó e hizo que soltase un gritito y me metiera en el agua de la bañera hasta las orejas.

Era un flamma, sin duda... pero nunca lo había visto antes.

-Por... por... ahí- dije indicando a su derecha.

Mientras hacía pís, no pude evitar verle. Era un chico alto, de pelo largo y rojo... no le había visto bien la cara, pero el culo si que se lo podía ver... Y QUE CULO... podría hacerle la competencia al mismísimo Rick Denhel.

Me sonrojé bastante y, sacando la boca del agua, hable:

-Hola... me llamo Silvanus... pero puedes llamarme Sil, si quieres.

-Ah, hola. Respondí tan rapidamente que no pude escuchar bien sus últimas frases. Acto seguido salí escopetado y llegué a los meaderos y me puse a mear...

-Auuuaaahhh... por fin... que gustito... Dije mientras sostenia las manos en mi cabeza para mear.

Despues mientras meaba miré de reojo al chico que se habia sumergido en la bañera y le dije:

-Esto... eras Silvanos ¿No? ¿Por que te bañas a estas horas? ¿No es un poco tarde? Poco despues acabé de mear y me subí la cremallera del pantalón de un modo bastante brusco, en el que se escuchó un "sswwup." El chaval parecia medio asustado, no sé por que la verdad. Estabamos entre hombres...

No puedo contenerme al ver como hace pís... yo nunca hago pis así... parece relajante... pero a mi esas cosas me dan mucha verguenza.


Rio un poco ante sus palabras.-No, no es Silvanos, es Silvanus, con "u" de u... ¿unicornio? si, de unicornio.- digo rojo como un pimiento.- Me baño porque soy piscis y me baño a estas horas - porque a ver si se me aparece Aren Darvenwish y me da lo que me tiene que dar- porque es muy relajante. ¿no crees?

Se subió la cremallera haciendo bastante ruido con ella y me reí. Era gracioso.

-Voy... voy a salir, ¿vale?- dije moviéndome hacia las escaleritas de piedra de la bañera.-si quieres puedes darte la vuelta.

Todo el mundo me había visto ya desnudo... la verdad... era una tontería que se diera la vuelta. Total... tarde o temprano me pillaría en el lago.

-O no, me da igual.- dije saliendo y poniéndome la toalla alrededor de la cintura.

-¿Y tu eres?...- pregunté negando con la cabeza y entornando los ojos para ver si lo conocía.

Vaya... tanta timidez del chico habia desaparecido derrepente... parecia otra persona, a saber en que estaba pensando.., No quise preguntarle por que no lo vi oportuno. Por eso lo único que hice fue responderle a lo que me habia dicho.

-¿Yo? ¿Qué quien soy? ¡Pues soy Runek Vanikud el hombre más fuerte de todo mithos! Fanfarronee de nuevo, como habia hecho con Rick. En realidad yo sabia que no era el chico más fuerte de todo Mithos, pero me gustaba darme aires de grandeza, siempre pensaba lo mismo. "Si nadie te echa flores echatelas tu"

En ese mismo instante me dí cuenta de que todavia no me habia abrochado el cinturón y se me cayeron los pantalones al suelo... Fue bastante vergonzoso...

-Oops... Dije por lo bajito sin que apenas pudiese escucharme.

Derrepente el chico salió corriendo con la toalla puesta, supongo que asustado por lo que habia visto... o por lo que dije... No lo sé. Desde luego no habia actuado como Rick... ¿Lo habria intimidado? Bueno ya lo veria en otra ocasión, este palacio era grande, pero era muy fácil volver a encontrarse con la gente.

Me quedé varios segundos pensativo en el baño con los pantalones bajados, pensando en por que podria haberse ido así tan derrepente... No lo entendia y por muchas vueltas que le daba en mi cabeza, no llegué a comprenderlo. Me subí los pantalones y me abroché el cinturón.

Poco despues de la repentina fuga del chico, salí del baño y me dirigí a mi habitación para descansar. Ya habia meado y ya me habia quedado agusto.

*Se van*

FdR- Espero que te haya gustado la forma en la que se fue xDD

Llegué al baño silbando una alegre cancioncilla. El entrenamiento había cubierto mi cuerpo por una capa de sexual sudor masculino que bien hubiera atraído a miles de damas deseosas de catarlo con sus lenguas, pero como no había cosa tal en el Palacio Brönte y, además, Inger sucumbiría ante tales celos que ni cien bismontes podrían detener su furia, decidí desembarazarme de él con una buena ducha.

Al llegar, me deshice de mis ropajes y los tiré al suelo. Como no tenía mucho que hacer y había realizado un buen entrenamiento opté por meterme en la especie de enorme bañera que había con el fin de relajar mis fuertes músculos en el agua templada y descansar un poco.

-Esto es vida...

*se queda en remojo XD*

Iba a los baños para asearse, mas al llegar se topó con un hombre metido en una gran bañera que había en la sala. Lo miró unos segundos, preguntándose cómo de irrespetuoso era que él se hubiera metido en el lugar mientras aquel guerrero pelirrojo lo usaba. Quizás se enfadase con él por entrar de esa forma mientras ocupaba el recinto y tuviera que disculparse. Optó entonces por lo que consideró más adecuado y comenzó su presentación con una disculpa.

- Disculpa que entre así mientras usas el baño -dijo mientras procuraba no establecer contacto directo con el pelirrojo-. Ignoraba que hubiera nadie.

Un extraño y pálido hombre entró en el baño disculpándose por su presencia, como hubiera hecho una damisela virginal. Reí fuertemente, volviéndome hacia él dentro de la bañera para mirarlo afablemente.

- ¡Nada de disculpas, hombre! Más bien discúlpame tú a mí por hallarme en tamaña empresa a estas horas, que no suele ser lo lógico.

Lo examiné. Por sus pintas, debía de ser hechicero, porque ningún guerrero que se precie tiene un cuerpo tan delgaducho. Le hice un gesto para que se acercase.

- ¡Únete a mi baño si lo dese...! ¡¡Qué descortés soy, por cierto!! -. Me puse en pie, sin salir del agua, dando un par de pasos hacia él a la vez que extendía el brazo-. ¡Me llamo Rick Dehnel, hijo de Reick Dehnel, hijo d...! ¡Pero no te quedes ahí parado y vestido, que aún me voy a avergonzar!

Reí.

Zacharyas observó al extraño hombretón, que bien hubiera podido partirlo en dos de un abrazo cariñoso y, titubeante, se acercó a él para estrechar la mano que le extendía mientras comenzaba a ponerse un poco nervioso. Eso de bañarse con gente nunca había sido de su agrado y, ahora que había entrado en el baño, se sentía un poco violento. Si se marchaba quedaría como un ser extraño, mientras que si se quedaba sus inseguridades y vergüenzas le harían pasar un mal rato.

Por otra parte, aquel guerrero no parecía tener pudor alguno, cuanto menos temor de qué él fuera un enemigo infiltrado. Observó con curiosidad los tatuajes de su pecho y su brazo y pronto comenzó a imaginar lo que aquel chico pudiera haber sentido mientras se los hacían. Cada pinchazo en la piel, introduciendo la tinta bajo esta, como un afilado escalofrío recorriendo la columna, pidiendo que se dejase de tatuar.

- Zacharyas -se presentó-. Realmente no había venido más que a refrescarme el rostro -mintió luego.

Enarqué ambas cejas al escuchar la tarea que lo había remitido a los baños. Al parecer su nombre era Zacharyas, y ciertamente era la primera vez que conocía a alguien con ese nombre.

- Verdaderamente, me sorprendes contándome eso -confesé-. Si me permites tomarme confianzas y ser impertinente, confieso que eso de refrescarse el rostro suena más a damas que a guerrero. ¡Por Mithos! ¡Refréscate conmigo en la bañera, que hace mucho que no comparto baño con hombres fuertes! Me gustaría conversar un poco con uno, que desde que dejé mi hogar poco contacto masculino he tenido y ansio recordar lo interesante que es tratar con varones!

Lo animé a acercarse con una mano mientras sonreía ufanamente. ¡¿Qué demonios era eso de "refrescarse el rostro"?! Ni una dama acalorada haría cosa tal fuera del verano.

Comenzaba a ponerlo nervioso con su obsesión con desnudarlo y que se bañara con él, pero su fornido aspecto y su insitencia lo hicieron terminar cediendo. Cogió una toalla, dió la espalda al guerrero, acercándose a un banco que por allí había, y comenzó a uitarse la ropa, doblando cada capa y cada prenda interior tras quitársela y dejándolo todo apilado sobre el banco. Se apuro a atarse la toalla alrededor de la cintura, carraspeó y fue hacia la especie de bañera, metiéndose léntamente en el agua y procurando no acercarse demasiado al tal Rick Dehnel.

Se sentó en el fondo de la bañera, sin quitarse la toalla, y carraspeó.

Observé como me hacía caso y sonreí. Al final parecía que aquel tipo tan extraño era un guerrero y que, al igual que yo, gustaba de compartir tiempo con otros hombres para charlar de asuntos bélicos o físicos y demás. Me extraño su obsesión por cubrir sus partes en todo momento, pero tampoco era extraño. Al ver mi dragón habría quedado tan sorprendido que no quería mostrar su serpiente. No era el primer hombre al que le pasaba tal cosa y yo no iba a aumentar sus vergüenzas con comentarios arrogantes. No era cuestión de humillar a nadie.

Me senté de nuevo en el fondo de la bañera y eché la cabeza hacia atrás, relajándome.

- Me encanta tomar baños templados -le dije.

Entonces lo miré de reojo. Pese a su aparente fragilidad inicial, al verlo sin aquellas capas descubrí que tenía los músculos más tonificados de lo que parecía. Pese a todo, su condición de mago era casi obvia para alguien tan sagaz como yo siempre había sido.

- ¿Eres mago? -pregunté curioso, mirándolo.

"Es un tipo extraño", pensó el caeruleus, "se toma muchas confianzas con un desconocido". Sin embargo no le pareció peligroso, aunque sí un poco extraño, con aquel comportamiento tan abierto e interesado. Eso no sería problema mientras no intentase nada extraño, pensaba el mago.

- Sí, soy mago -le respondió-. Aunque también tengo experiencia en la lucha cuerpo a cuerpo.Tú... -. Carraspeó-. pareces guerrero, sin embargo. ¿Me equivoco?

Tenía muchas ganas de irse de aquel lugar. Aquel muchacho le producía ciertos escalofríos y estar desnudo, mostrando sus marcas y su cuerpo, en aquel lugar lo hacía sentirse violento. Ni siquiera lograba fingir alguna sonrisa tranquila. Estaba tenso.

Reí sonoramente. Me caía bien aquel tipo con cara de cadáver.

- ¡Pues estás en lo cierto, pero a medias, he de decirte! Es cierto que mi padre siempre se esforzó por entrenarme con la espada, y que mi depurada técnica de combate es la envidia de muchos, no obstante, si te soy sincero, aunque no me gusta presumir, tampoco soy manco en la magia.

Lo miré sonriendo y me acerqué un poco a él, como si fuera a contarle una confidencia aunque estábamos separados y no había nadie más por allí.

- Siempre me he preocupado por saber un poco de todo.

Zacharyas se sentía cada vez más incómodo. No solo tenía que bañarse con un desconocido sino que, además, tenía que ir y confundirse en sus especulaciones. Se apresuró a disculparse.

- Siento mucho mi error, mas por un momento me pareció que tenías la fisionomía de un guerrero y me aventuré demasiado pronto.

Desvió la mirada al fondo de la bañera. Al menos allí no había una persona que lo miraba como si fueran amigos desde siempre cuando siquiera sabían un par de cosas el uno del otro. Se sentía confuso con aquella cercanía, que le parecía tan artificial.

No sabía qué significaba aquello de "fisionomía", pero lo traduje por atractivo, que era lo más posible, y la frase cobró sentido en mi mente al instante.

- ¡No te preocupes, hombre! Es un error de lo más común... A muchos les pasa. Ven mi atractivo, mis trabajados músculos, mi noble actitud de caballero y ya se piensan que a uno, por ser galante, ya no le gustan las viudas-. Solté un par de carcajadas-. Lo que quiero decir es que bajo esta bella capa de músculos también hay un cerebro que funciona a la perfección. Mejor que muchos, diría yo, que solo saben pensar en banalidades y comportarse como estúpidos, soltando lo primero que se les viene a la mente y actuando como impetuosos idiotas. No te culpo por el error, pes de haber sido yo otra persona muy posiblemente hubieras acertado, pero debes aprender a no juzgar a alguien solo por aparentar fuerza. Yo me considero inteligente y despierto, y mi habilidad con la magia tiene buena nota.

Hablaba como si le fuera la vida en ello, y Zacharyas no sabía muy bien qué responderle. No estaba seguro de si le reprochaba su error o simplemente lo tachaba a él de estúpido, por confundirse. Además ensalzaba tanto las propias virtudes que el caeruleus estaba incluso confuso. ¿Qué responderle cuando él siempre encontraba dificultades para comunicarse?

- No dudo de tus capacidades - dijo-. No podría hacerlo conociéndote tan poco. Ruego, entonces, me excuses por haber... ¿rebajado? tu nivel al de... Un simple guerrero descerebrado -carraspeó.

No es que el muchcacho le cayera mal, pero no era la clase de personas con las que le gustaba tratar. Realmente podría decir que ninguna persona lo era.

Reí tranquilamente.

- ¡Ya te he dicho que no te preocupes! Si no dudo que haya sido un simple error. Me caes bien y no creo que seas uno de esos descerebrados ni nada así. Lo que quiero decir es que en este palacio hay gente como Alehyss Lester que se comporta de forma desagradable con los demás y nadie le da su merecido. ¿No opinas que aquellos que no defienden lo justo, sino que luchan a favor del dolor, la mentira, la sangre, la lucha por la lucha y la guerra son personas que merecen nuestro desprecio?

Ya que estaba, avisaría a Zacharyas del peligro que corríamos por culpa de Lester. Así, si no sabía esto de ella, tendría cuidado. ¡Era perfecto! ¿Qué harían los demás guerreros sin alguien noble como yo que ayudara sin pedir nada a cambio?

El cambio de tema lo pilló por sorpresa. De hecho, ni siquiera sabía exactamente cual había sido el punto de inflexión para que pasaran de un punto a otro tan aprisa y sin justificación aparente. ¿Qué clase de ideas habría enlazado aquel guerrero-mago en su mente para concluir cosa tal?
Por otra parte, lo que Rick insinuaba ahora comenzaba a parecerle más interesante que lo que quisiera que hubiera tenido con viudas en el momento que fuese. Se preguntó quién sería aquella Alehyss Lester de la que le hablaba con tanto desagrado en la mirada.

- ¿Dices que esa persona es alguien que lucha por esos ideales? -preguntó, casi curioso, ocultando el repentino interés que sentía como pudo.

Funcí el ceño. Se veía que aquel tipo estaba tan indignado como yo por las prácticas de Alehyss Lester. Tanto que incluso tenía que preguntar para saber más y así poder protegerse contra tal núcleo de maldad hecho humano.

- Ella es... ¿Cómo decirlo? Viste de seda, como los diablos, cubriéndose con una envoltura carnal hermosa y sensual que puede atraer a casi cualquier hombre débil. Agradezco ser capaz de ver más allá de eso y percibir solo la maldad que en ella reside.

Apreté la mandíbula. ¡Qué asco le tenía a la susodicha!

- Le gusta herir a otros. Tengo bien investigadas sus hazañas y, por lo menos, es asesina y prostituta. Le gusta su trabajo. Se acuesta con guerreros, pero también mata inocentes, y no lo hace siquiera de forma suave, sino... ¡Pone todo su empeño en provocar daños tales! Corta, rasga, cercena y hiere hasta la saciedad, sonriendo sádicamente mientras la sangre de sus víctimas indefensas salpica su rostro aún caliente. Entonces los deja vivos y los cura para poder continuar con la tortura hasta que estos son tan desdichados que suplican, por favor, que les arrebate el halo de vida que les queda... ¡¡¡ES UN MONSTRUO!!!

Con cada palabra del flamma, la mente de Zacharyas volaba más y más lejos, imaginando cada una de aquellas "atrocidades" y creándole un rostro a aquella mujer. Se la imaginaba alta, esbelta y de rasgos afilados, con mirada arrogante y profunda, fría y altiva. Interesante, pero a la vez aterradora. Todas aquellas hazañas, todos aquellos actos... Ojalá él...

- Me gustaría toparme con ella... -susurró.

- Claro que sí -. Asentí-. Lo comprendo. Comprendo las ansias de venganza que ahora te acechan. Comprendo toda esa ira que ha nacido en ti, porque, créeme, del mismo modo yo la siento, aunque más intensa.

Suspiré.

- A mí nadie me cree, porque yo vi los cadáveres que dejó el el bosque, pero nadie más los vio después de eso porque ella los limpió y a partir de entonces fingió ser inocente, pero varias veces me la he encontrado realizando actos sospechosos, y más de una se ha enfrentado a mí furiosa porque yo conozco la verdad. ¡¡Más créeme que yo tengo la razón!! Ella se esfuerza por mentir y ocultarlo, pero no hay cosa que yo odie más que la mentira, y Alehyss Lester es negra mentira encarnada.

Lo miré intensamente. Se notaba que aquel chico sabía lo que le decía, lo comprendía, lo compartía... Su atención era tal...

-Se me ocurre una idea, Zacharyas... A ti no te conoce, ¿cierto? Hazte su amigo, fingidamente, por supuesto. Acércate a ella y averigua todo esto, pues a mí me odia y yo no puedo hacerlo. Ayúdame a encontrar pruebas que la inculpen para desenmascararla ante los líderes. ¿Lo harás por mí?

Me puse en pie.

- ¡Claro que sí! Aunque... Ahora debo irme, que ya he perdido mucho tiempo aquí.

Fruncí el ceño.

-¡Juntos lograremos que su reinado de terror termine!

Me sequé rápidamente, me vestí y, con una despedida fugaz, decidido, abandoné los baños.

*se va*