Bosque

Meneo la cabeza de un lado a otro. Más o menos. Yo tampoco diría tanto por haber entrenado un día y trabajar un poco otro. Pero bueno... Se hace menos de lo que se puede, pero se hace algo. Supongo que eso es importante, mínimo.

<<Estuve mejorando mi velocidad al disparar>>. Deletreo velocidad. Luego hago el gesto correspondiente. Hago lo propio con disparar.

Me pregunto en qué momento empezará a olvidar las palabras que ya le he enseñado. También llegará un momento en el que yo no recuerde cuáles ha aprendido y cuales no. Tiene que haber, desde luego, un método más simple que simplemente ir explicándole las que van surgiendo.
Más que nada porque, poco a poco, empiezo a embalarme, y creo que dejará de poder seguirme si no me paro un poco...

Ambos llevamos la rama hasta el montón y vamos a por otra. Yo tampoco es que tenga nada muy profundo que decir, y no me resulta demasiado sencillo hablar con las manos ocupadas.

*se quedan trabajando y luego se van*

He venido al bosque a ayudar con esto del despeje y así. Esto empieza a ser aburrido. Supongo que esta noche iré al pueblo, ya que estoy algo de mejor humor. Allí es bastante más divertido trabajar, aunque supongo que a estas alturas ya quedará bastante menos que hacer y estaremos más apretados.
Me dedico a tomar algunas ramas, con gesto cansino, e ir haciendo lo que llevo hecho infinitos jodidos días. Parece que además de tormenta haya habido un puto tornado y hayan aprovechado para echar la mierda de otros sitios aquí, me cago en la puta.

Trabajo un buen rato, al cabo del cual, aburrida, me escaqueo a una zona ya despejada. Trepo a uno de los árboles y me siento en una de las ramas bajas, como si fuese una montura, pasando una pierna por cada lado. me apoyo contra el tronco, entrecierro los ojos y bostezo.
Aún no me creo que la otra noche fumase aquello. Lo cierto es que fue mejor que beber esa meada que toman Cierzo, Gerry y estos, y por lo que recuerdo me lo pasé bien... Tuve un pequeño desliz, creo, si no fue un sueño, pero no se repetirá.
Termino por colgarme por las rodillas, cabeza abajo, de la rama, cruzándome de brazos. EL pelo me roza el suelo, desde aquí.

-Joder -murmuro, frotándome un ojo, cansada.

*se queda*

Alzo un poco la vista (¿Se puede decir que la alzo si estoy boca abajo, o en este caso la bajo al cielo?) al notar cómo el árbol se balancea una gota y me caen hojas encima. Enseguida enfoco a Buscador, aunque tengo que estrechar los ojos un poco porque la jodida luz me deslumbra. Termino por cubrirme con la diestra, a modo de visera.

-Buenas tardes -repito, con desgana. Me quedo, entonces, un buen rato mirando la rama que acaba de arrancar-. No quiero un palo, gracias -añado, arrugando el ceño-. ¿No tienes mejor algo de comer? Que me ha entrado la gusa...

Hago fuerza con el vientre para doblarme y agarrarme con las manos a la rama, sentándome de nuevo, esta vez con las dos piernas hacia el mismo lado. Miro su coronilla sin demasiado interés. Termino por extender una mano y atraparle un par de mechones, tirando con suavidad, esbozando una sonrisa burlona.
No sé qué me pasa últimamente con esto de estar tocando a los tíos, eh...

-¿Cómo está mi rarito preferido? -inquiero, socarrona.

¿Mi vida es una mierda? A veces... Pero me desgañitaré con este por mí y por Gerald.

Enarco las cejas, con una sonrisa maliciosa. La verdad es que es raro hasta decir "basta, hostia, cojones". Los locos de las tribus de Aqua... En fin. Hoy me siento benevolente. Y eso sí que es algo raro en mí...

-El buenas tardes basta. El palo sobra -recito, con tono neutro, a ver si se lo meto en su cabeza de aire y agua. Massen me lo agradecerá. Haré a su novio más apto para ser presentado a una madre normal-. Y desde luego, sí que me interesaría que tuvieses comida ahora -digo, con tono bromista. Uno que solo yo entiendo, claro-. Gusa es hambre.

Estoy que no me reconozco, joder... Qué templanza, qué relajación, qué educada, Frikka...
Suelto su pelo, finalmente, y me pongo de pie, apoyando los codos sobre su rama y los pies sobre la mía.
Pero menudo imbécil es.
Lo peor es que soy consciente de que me está considerando una hembra apta, a su manera. Sé que no me debería parecer un halago, sino una gilipollez risible. No sé qué me pasa últimamente que estoy como muy suave. Hay que empezar a repartir leña ya, pero no de la que él reparte.

Esbozo una sonrisa, burlona. Esto va a ser divertido. Puede que más, incluso, que cuando le dije lo de la cueva. Es que es tan jodidamente fácil...

-Claro. ¿Qué hembra no seleccionaría a un macho tan apto como tú? -inquiero, irónica, conteniendo la risa-. Temo, en todo caso, no estar yo a la altura.

Estoy, por lo menos, tres metros por encima. A veces me pregunto cómo demonios sabes hablar, coño...

Me rasco la barbilla, con gesto anodino. A ver si le hago un favor al tío este que, eh, se sabe mi apellido... Es buen tipo.

-Pues esos chrysos no hacían algo normal. La gente suele saludarse solo con un "hola", o un "buenas tardes", "¿qué hay?"... Y si es alguien cercano unas palmaditas -. Le doy un par de palmadas en la espalda-. Hay muchas variaciones. Es un campo muy completo, el del saludo. Yo soy toda una experta -. Uy, sí. Complicadísimo-. Pero sin palos.

Enarco una ceja cuando me observa. No esperaba que se pusiese a hacerme aquí la revisión. Eso, tú no te cortes, capullo. Tampoco hay mucho que mirar. Se siente, gilí. De mamá heredé el bujero, pero no las montañas. Y luego hay otras que se las vendan, con recochineo.

Me miro el pecho, palpando con desgana el derecho. Lo cierto es que no me sorprende que hasta él se haya dado cuenta. Esto es como los incendios: si no hay fuego y no hay humo no hay incendio. Aunque sigue siendo blandito, que nadie se crea.
Enarco una ceja, con desgana.

-La primera será Massen, espero -. Más le vale. Termino impulsándome un poco para trepar a su rama, ágil, y me siento a su lado. Me rasco el interior de la izquierda con el meñique y bostezo sin pudor-. Con este tiempo apetece nadar, eh -murmuro, con desgana.

Si fui al lago con Massen en invierno, estando loca, no sé por qué no voy ahora que ya empieza a no parecer un pantano asqueroso. Quizás mañana, o un día que no pase de la ropa interior, por ejemplo. Aunque lo que realmente me apetece es comer. Tengo un hambre que me muero, pero hay que ir hasta tan lejos...

Atiendo a las palabrqs de la caeruleus. Así que lo que los chrysos hacían no era lo habitual. Anoto mentalmente las palabras que me dice y asiento. Ha sido de ayuda. La miro cuando me da unas palmadas.

-¿Somos personas cercanas? -Pregunto. No tengo muy claro a qué se refiere con "cercano", pero ella parece saber muchas de esas cosas.

Asiento cuando menciona a Massen Dew.

-Ella es la que he elegido. Me ha elegido también. Ya hemos empezado a reproducirnos -Le explico. Debe saber que Massen es la hembra principal ahora mismo.

Habla de nadar y vuelvo a asentir.

-Nadando se puede buscar la cena. Pero el lago todavía no tiene buenos peces ahora -Explico. Esto debe ser eso de lo que hablan porque de alguna forma se me ocurren cosas que debp decir ahora.

No diría tanto como que somos cercanos. Soy yo, que tomo confianzas muy rápido. Costumbres de las familias numerosas con hermanos como los míos. Es un gesto muy varonil, según mi madre. "Demasiado varonil", más concretamente.
Me encojo de hombros, atrapando un mechón que se me cuela delante de la cara entre el índice y el pulgar y peinándomelo hacia atrás.

-Te las di porque quise. ¿Tienes algún problema con ell? -inquiero, arqueando las cejas, seria.

Si lo tiene será un motivo más para tocarle la moral. Soy adorable, lo sé.
No puedo evitar una sonrisa malvada cuando habla de Massen de nuevo... Vaya con la niña. Es de esas crías que te azuzan, que te hacen pensar que vas cob retraso cuando solo sigues el ritmo que te sale de los cojones.

-¿Os reproducís ya? Vaya, qué nivel... -. Este tipo es magníficamente risible, pero Massen me cae bien y...-. Espero que la trates bien y no solo te dediques a follártela. Es una buena chica. ¿Sabes ser sensible, atento o alguna mierda de esas que les gustan a las niñas buenas?

De nada, Massen.

Blablabla peces nadar. Muy bien. Asiento, asiento.

-Hay que acabar de repararlo cuanto antes, sí, sí.

No me interesa hablar de pesca. La pesca es un rollo. Hay un comedor dentro de ese castillo, tío raro.

FdR- Móvil :_D

Qué loco, Mithos... Es que estoy tan segura de que lo que busca Massen a corto plazo no es "una tribu" que ni me molesto en reírme en su cara. Demasiado gasto de energía.
Y ya va siendo hora de largarse.

Le doy un par de palmadas en la espalda, burlona, como antes, haciendo especial hincapié en ello. Dibujo una ancha sonrisa.

-Yo me voy ya -. Empiezo a descolgarme del árbol, con agilidad-. Buenas noches, eh.

Al llegar al suelo me froto la ropa. Se me ha quedado llena de mierda de corteza de esta. Lo miro una vez más, con gesto pensativo y el ceño fruncido.

-Llévale bombones la próxima vez que la veas, o algo así -indico, llevándome las manos a la nuca, despreocupada-. Eso la alegrará.

Por supuesto. De nada, Massen. Esto por haber escuchado mis problemas. Parecías algo tristona.

-Chao, eh. Ya nos oleremos.

Me doy la vuelta, perdiéndome entre los árboles.

*se va*

Una vez más, por no ser una carga, he decidido moverme un poco. La verdad es que... Bueno... Entreno tan poco que cada vez que lo hago es como empezar de nuevo, y aún así yo siento que me hago un poco más fuerte, aunque sea poco a poco... Creo...

No he podido evitar pensar en la conversación que tuve con Aloe, la chica claritas del servicio a la que no he vuelto a ver, hace menos de una semana. Ella trabaja para ser útil, aunque sea sin luchar. Y hasta ese momento no me había parado a pensar en que incluso la gente del servicio corre peligro, y cumple con una labor encomiable. Siempre los he respetado mucho, pero ahora, incluso...
Algunos murieron antes de que yo regresase. Lo supe de boca de otros. Fue en el ataque en el que, por suerte, no estuve... Pero cada vez estoy más seguro de que si eso se repitiese solo terminaría pasando lo evidente: yo no sería más que una carga para todos. Con ese tipo de pensamientos, uno tiene ganas de marcharse a esconderse bajo las faldas del abuelo para siempre, la verdad...

Atravieso el bosque con las zancadas más largas que logro dar. A veces trastabillo, al pisar mal sobre alguna roca, pero he conseguido no caerme por hoy. La cosa va marchando, aunque hace tiempo que respirar se ha vuelto un poco engorroso. Y solo es correr... Como tuviese que ponerme a enarbolar una espada... Ahora entiendo la cara de Lluvia cuando me vio con una.

Siempre he admirado a los guerreros. La gente fuerte, sin miedo, que defiende a todos, y que sonríe alumbrada por el sol, imponente, demostrando que siguen enteros pese a todo. Gente como la que me salvó... Pero yo soy solo un niño. Estoy aquí, jugando, rodeado de gente así. Y me lo permiten por ser el protegido del señor Brumm, o porque todavía no ha habido ningún momento en el que estorbase. Pero el día que haga falta, creo que es muy probable que fracase. Y entonces, si vivo, ¿qué haré? ¿Podré mirarlos a la cara?

El sudor me pega el pelo a la frente, y creo que me van a estallar los pulmones. Cambio de dirección, bajando un poco el ritmo del trote, pasando de ascender una leve pendiente a bajarla, que es más fácil si la inclinación está de mi lado. Aunque como no controle me acabaré resbalando.
Es más... Dicho y hecho...
Cuando quiero darme cuenta, la suela de mi zapato izquierdo resbala y me precipito hacia delante, echando las manos en un acto reflejo. Me doy un buen golpe contra el suelo. Incluso en la cara, y eso que había puesto las manos, pero aún así la mitad izquierda se lleva un buen golpe, e incluso siento algo de sabor a sangre en la boca, poco después.
Me incorporo como puedo. Tengo parte de las palmas de las manos peladas, y una rodilla despellejada, además de bastantes arañazos en la mejilla y la frente. Vaya desastre... Escuece mucho... Cuando quiero darme cuenta, tengo los ojos húmedos, incluso.

Termino por levantarme. Parece que no estoy hecho para esto... Como me caiga en medio del caos, entonces...
Me limpio la tierra de la cara con la mano. Luego miro la propia mano, que también sangra. Antes me parecían más pequeñas. Supongo que he crecido un poco...
¿Cómo? Si sigo siendo igual por dentro...

A Aloe le dije que hasta ahora no vivía en la realidad. Pero ¿y ahora? No soy más que un niño que llora porque se hace daño.

Inspiro profundamente y empiezo un trote ligero, hacia Brontë, que aún me queda. Duele un poco, pero tengo que volver de todas formas, y si lo hago así llegaré antes. Y así me demuestro que pudo correr aunque me haya hecho un poco de daño, ¿no? Que, al menos, puedo hacer algo así...

*se va*

Hoy he salido a correr yo sola, de modo que hago algunos cambios en el entrenamiento para que m eresulten más interesantes. Ya llevo un buen rato trotando por el bosque, con ritmo relativamente alto para ser un calentamiento, y zancadas largas, concentrada en aumentar la frecuencia del paso sin disminuir el arco. Este entrenamiento se realiza muy fácilmente practicando cuesta abajo, por lo que aprovecho las pendientes descendientes para tal fin, pero no desaprovecho ningún tipo de terreno.

Llego a una zona con una mayor concentración de árboles, a la que me he estado dirigiendo indirectamente todo este tiempo, para hacer otro tipo de ejercicios que hace más tiempo que no realizo.
Detengo poco a poco mi carrera e inicio una serie de estiramientos y movimientos de calentamiento para los brazos, la espalda y la cadera, más fríos debido a su menor uso durante la carrera.

El nuevo bloque de hoy será trepar, aunque no hacerlo sin más. Elijo, sin mucho reparo, un árbol que está bastante cerca de otros tantos, cuyas ramas parecen sólidas y adecuadas, y trepo sin mucho inconveniente a las más bajas. Tampoco es necesario ascender más para esto.
Relajando el cuerpo para evitar una tensión excesiva, concentrándome para adquirir un control lo más perfecto posible, una noción más concreta, de cada parte de él, me alzo sobre la rama. En la parte gruesa cada pie cabe perfectamente, pero poco a poco avanzo, hacia el extremo, y me voy viendo obligada a posicionarlos de forma especial para mantener el equilibrio, mientras que al ir acercándome al borde voy sintiendo cómo la madera se mueve bajo mis pies, se balancea y flexiona, empujada por mi propio peso y mis movimientos.

Hace falta tener muchos sentidos puestos en esto para hacerlo, aunque parezcas distraído. Necesitas saber, por el tacto y el oído (y la experiencia), que la madera no se romperá. Una caída desde esta altura no es peligrosa, pero el entrenamiento está hecho pensando, también, en momentos de más emergencia. Además, hace falta un dominio del propio cuerpo, de su peso, y de cómo equilibrarlo, del centro de gravedad, con el que manejarse a uno mismo para ser lo más afín posible al medio, silencioso y discreto.

Al llegar a una zona en la que la rama empieza a combarse peligrosamente hacia abajo, fina y más frágil, mi vista ya está clavada en la de un árbol cercano. Debo flexionar las piernas en el sitio, sin carrerilla, e impulsarme con la potencia adecuada para no romper la rama y caer en el sitio apropiado.

El primer salto es fácil, y caigo en la rama deseada, en un punto que ya es lo suficientemente sólido como para sostenerme. Dirante un instante siento el vértigo de haber perdido pie, o el equilibrio, pero logro estabilizarme antes de caer y procedo a buscar otra adecuada a la que desplazarme para comenzar desde el principio.

Hay muchos factores que entran en juego, pero la preseverancia es uno de los más importantes, por lo que dedico un rato largo a practicar esto. Cuando caigo del árbol, solo vuelvo a trepar, e insisto en el mismo salto hasta que lo consigo. No me falta agilidad, por lo que puedo decir que lo llevo con bastante eficiencia.

El tiempo pasa mientras me voy atreviendo con saltos más largos, o más complejos, concentrada siempre en hallar un uso práctico para esto. Cuando me voy por satisfecha, bajo de la rama en la que me encuentro de un salto, estiro con calma y regreso a Brontë para darme una ducha.

*se va*

Había estado retrasando aquel asunto en la medida de lo posible, pero me gustase o no, todo tenía un límite, y no quería problemas ni llamadas de atención. Tampoco tenía muy claro por qué me sentía tan reticente a seguir las instrucciones de Allie, pero no podía evitarlo. ¿Era porque me traía cosas a la cabeza en las que no quería pensar? ¿O simplemente era la sensación de ridículo?

Fuera cual fuera el caso, me convencí a mí misma de que era en realidad muy sencillo y procedí a ello. Había acomodado la muñeca en el ataúd ya en la habitación, con las cortinas de la cama echadas, asegurándome de colocarla perfectamente. Me resultaba extraño, pero a la vez sentía la necesidad de hacerlo bien. Después, ya de noche, y procurando no ser vista, me había trasladado hasta una zona apartada del bosque, donde cavaría aquella especie de tumba. Aunque esperaba dar con tierra fácil de trabajar, me había traído por si acaso una pala pequeña.

Tras un rato de escarbar en el suelo, conseguí un agujero de cierta profundidad. No podía evitar pensamientos desagradables, así que trataba de ahogarlos con el trabajo manual, lo que le daba mayor ahínco al proceso. Cuando estuve satisfecha, abrí por última vez el ataúd, recoloqué la muñeca, asegurándome de que su aspecto fuera favorable incluso estando rota, y la tapé, metiéndola en la pequeña fosa.

Aún la contemplé un instante, dudosa, antes de proceder a enterrarla. Al final me decidí a echarle de nuevo la tierra encima hasta dejar el suelo tan plano como pude. Cuando terminé, la pisoteé bien, y luego tiré la pala a un lado y me senté sobre ella, cansada y algo desganada. Trabajo hecho. Allie podía estar contenta con sus historias.

*se queda*

La putas lluvia me hace llevar los ojos entornados, pero no puedo dejar el entrenamiento, porque cada día desaprovechado será como una carcajada de Gerald a su regreso, y eso no puede ser. Por eso, pese al mal tiempo y a llevar el pelo pegado a la cara y la coleta chorreando, atravieso el bosque con largas y ágiles zancadas, evitando árboles y haciendo circuitos en zig zag, aunque sin acelerar tanto como para resbalarme.
Correr bajo la lluvia tiene su aquel también. Resulta extrañamente divertido, y de lo más refrescante. El que me diga que no es una buena forma de prepararse para la batalla, miente.

Hago un esprint algo más rápido, acelerando, resbalando un instante en el barro y recuperando el equilibrio a tiempo, y paso de largo algo... No me he comido el suelo de milagro. Enseguida clavo los pies en la tierra, derrapando un par de metros, y vuelvo atrás con un trote algo más lento, jadeante.

-¿Massen? -inquiero, llegando a la zona que acabo de pasar-. ¡Hostia, Massen! -. Me paso el brazo por la cara, aunque no consigo secar demasiado-. Hace tiempo que nos cruzamos lo justo, eh. ¿Qué haces con esta puta lluvia? Vas a coger una pulmonía -comento, trotando todavía en el sitio para no enfriar-. Aunque fue a hablar de puta...

Me devolvió a la realidad una voz conocida, y miré alrededor, buscando su origen. Una sombra en movimiento se dirigía a mí desde un poco más allá. Frikka. Vaya. Sacudí la cabeza. Desde luego, había hecho una muy buena pregunta. Estaba tan ofuscada con mis asuntos que todo me había pasado desapercibido, desde ella hasta la lluvia. Me encogí de hombros y me levante.

-No esperaba ver a nadie a estas horas -comenté-. La verdad, no sé por qué me he quedado aquí. A lo mejor si no llegas a aparecer aún seguía aquí mañana... -Me sentía un tanto ausente. Se hacía extraño hablar con ella-. Y... ¿qué haces por aquí?

Recogí la pala, acercándome.

Esbozo una sonrisa socarrona.

-Eso deberíamos decirlo los caeruleus, señores de la noche y amos de la oscuridad. No puedes esconderte de mí en las sombras, compréndelo -comento, animada, casi burlona. Aunque no parece como para bromas. Vaya rollo. Aunque quizás... ¿Acaso habrá hablado con Buscador? Si es que el muy cabrón no sabe ser sutil-. Yo he salido a correr un poco. La lluvia es una mierda, pero se le puede sacar un lado bueno. Aunque después de esto un baño caliente no me lo quita nadie, o acabaré muerta-. Me detengo al fin, llevándome las manos a la nuca-. ¿Todo bien? -inquiero, alzando una ceja, mirándola medio de reojo.

Sacudo la cabeza, en un vano intento por quitarme el agua de la cara.

Asentí, aún algo atolondrada. La verdad era que tenía toda la razón. Salvo por el encargo de Allie. Pero prefería no hablar de eso con nadie. Aquellas estúpidas muñecas me daban suficientes quebraderos de cabeza a mí sola.

-A mí no me molesta la lluvia, pero la verdad es que un baño tampoco me molestaría... -apunté. Hasta podía ir con ella, si no pensaba seguir mucho más. Que, bien pensado, quizá estaba interrumpiendo. Aunque parecía con más ganas de cháchara que otra cosa, y no nos venía mal tener un poco de eso-. Ah, sí, todo bien... Bueno, no estoy en la mejor racha de mi vida, pero no hay de qué preocuparse. ¿Y tú? Hasta hace un rato bien podían haberme dicho que te habías ahogado en el lago, que me lo iba a tener que creer...

Tampoco era que yo hubiera estado muy pendiente, pero era raro la de tiempo que hacía que no hablaba con ella. Hasta me sentía algo culpable. Que las últimas veces tampoco estaba para tirar cohetes...

Un baño. A más repeticiones, mejor suena. Es un lujo que una se da a veces. Muchas veces. Me encanta, lo admito. Y más si hace frío o humedad.

-Podemos darnos uno juntas -propongo, pasándole una mano por el cuello y atrayéndola, socarrona, pero más dócil de lo habitual-. De todos modos, ya no guardo secretos para ti -comento, teatral, soltándola.

Nada... Se la ve desvaída como una puta hoja seca. A ver si voy a estar en lo cierto, hostia... Tú con dulzura, Fifi, que eres más de monte que las cabras.

-¿Mala racha? -. Venga, hazte la tonta-. ¿Qué ha pasado? -. Ese tonito de preocupación es excelente, y esa cara de inocencia... -. ¿Yo? Créeme, ya estaba a punto de ahogarme en el lago, pero... -. Enseño casi toda la dentadura con la sonrisa, exagerada, con descaro-. ¡Una carta me salvó! No sé qué idea tienes tú sobre Gerald, por otra parte... -murmuro, más hablando sola que con ella.

Asentí, sonriendo. Las mismas ideas. Eso era agradable. Eché a andar con ella en dirección al palacio.

A su pregunta, me encogí de hombros, con una mueca. Otra vez aquello...

-Bueno, desde lo de la tormenta y eso... Con todo el rollo de mi hermana, he estado bastante mal. Pero bueno, poco a poco las cosas pasan, así que... Ya hace un tiempo que me encuentro mejor. Prefiero no seguir dándole vueltas a eso...

Me aferré, pues, a su siguiente comentario.

-Bueno, no es que tenga una relación muy estrecha con él, precisamente. Aunque algo sí hemos hablado. Y he oído hablar, era tema de conversación hasta que se fue. Porque se fue, ¿no? O eso he oído. Pero bueno, más que nada sé lo que me contaste tú. ¿Por qué? ¿Te ha escrito? ¿Hay novedades? Cuenta, cuenta.

Fdr- Pausado

Enarco un momento las cejas, mirándola. Estoy a punto de preguntar, pero titubeo y, bueno, que luego ya no me atrevo, hostia. No sé qué dice de su hermana, pero por el tono diría que tampoco es algo para charlar de ello tomando un zumo. Así que termino apartando la vista hacia el suelo y asintiendo suavemente, sin brusquedad, para que se sienta respetada.

-Si necesitas algo, ya sabes... -comento, casi vacilante. Me llevo el pulgar derecho al pecho, con el puño cerrado, señalándome-. Fifi está aquí.

Luego, con el tema Gerry, se me escapa una mueca, y eso que llevo unos días, desde la carta, de buen humor. Pero la historia tiene tela, y contarla no es especialmente conmovedor.

-Bueno, supongo que recordarás todo lo que te conté... -mascullo, con un mohín. No es que me enorgullezca de esos recuerdos y mi patetismo, llorándole-. Se fue hace ya tiempo, sí. Con Cierzo, no sé si lo conoces. Es su mejor amigo y novia de emergencia, o algo así... ¡Pero ese cabrón se ha convertido en el salvador de mi salud mental! Puto Cierzo, te doy las gracias... De no ser por él, seguiría arrastrándome por los pasillos como un alma en pena, pero hace nada me llegó una carta de su parte contándome que todo va bien, de momento, que siguen de camino y mierdas como esa... El tipo no es que sea la amabilidad personalizada, pero me ha quitado como una tonelada de mierda de encima-. Pateo una piedra, con ánimo, y la veo perderse entre los árboles-. Y yo aquí, a entrenar mientras espero, sin desfallecer.

Me llevo las manos a la nuca y la miro de reojo. La verdad es que esperaba soltarle más mierda, pero estoy tan contenta que no me sale.
Mejor para ambas.

Asentí a su comentario, más agradecida de que decidiera no indagar que de que me ofreciera apoyo. Hasta el momento, la atención de Alehyss había sido suficiente. Y, tal y como iban las cosas, cada vez me encontraba mejor.

-Sí, claro, gracias -repuse, de todas formas.

Y entonces procedió, de nuevo, a contarme aquello que más parecía preocuparle. Sonreí un poco. La verdad, era tierno verla tan emocionada. Tenía suerte de que sus cartas trajeran buenas noticias. Y, por algún motivo, aunque no me afectara, yo también lo agradecía.

-Haces bien -indiqué-. Estar ocupada es importante, y así Gerald verá que no pierdes el tiempo. ¿Sabes cuánto van a estar fuera?

Sentía que estaba siendo un poco sosa, pero de verdad me alegraba por ella.

Me paso el dedo por debajo de la nariz, con una sonrisa animada. La verdad es que cae que da gusto. De hecho, los cojones da gusto. A ver si para, hostia...

-Soy una guerrera hecha y derecha, ¡no soy la misma Frikka Njorthrbiartr que llegó a palacio! Un gilí como Gerald no me va a quitar las ganas de esforzarme solo por desaparecer -. Ya lo ha hecho, realmente-. Mi vida va más allá de ello, ¿sabes?

Sacudo la cabeza un poco, salpicando, aunque no se nota. Me adelanto dando un par de zancadas más largas, y luego me vuelvo para esperarla.

-¿Cuándo vuelven? Más quisiera yo saber... Cierzo no mencionó nada, así que ni zorra. Yo mientras vuelvan... -termino, bajando un poco el tono, y la vista.

Me golpeo la cara con ambas palmas, haciendo que resuenen, aunque es un poco de teatro, porque no duele. ¡Despierta, hostia!

-¡Que van a volver! Ese gilipollas ha sobrevivido a que le cayese media cueva encima, así que esto no será nada.

La verdad es que hasta se me olvida lo agradable que es desquitarse hablando con Massen. Menos mal que me la he encontrado.