Bosque

Aparezco vestida con un precioso vestido fucsia y el pelo recogido en una toalla. Recién salida de la ducha que estoy.- Tía, o sea.- Corro hacia Massen.- Te dije que me esperaras que ya iba.- Me ajusto el moño de toalla con fuerza.- A ver, ¿qué pasa aquí?- Me llevo las manos a la nuca viendo a mis compañeros. - ¡Qué estres de sitio! ¡Siempre están pasando cosas!- Me quejo, alzando la voz más de lo deseado.

Les veo. -¿Me prestáis algo para luchar?- Pregunto.- Me da un no se qué estar aquí con las manos vacías. - Espero que no me den un palo. Seguramente estaría sucio y yo, demasiado limpia.

La luz no tardó en hacerse visible, marcando más claramente hacia dónde debíamos avanzar. No tenían intenciones de esconderse, lo que quería decir que era más que probable que estuvieran confiados. ¿Cuántos serían? Sonaban como...

Como la leche que le iba a caer a Nagore. En cuanto la oí, deshice los aquaerums de las manos y puse una en su nuca y otra sobre su boca, apretando con fuerza para hacerla callar. ¿Por qué cada vez que aparecía tenía que hacerlo de forma que supusiera un incordio?

Clavé en ella una mirada furibunda.

-Mira, Nagore, si quieres participar en esto, hazlo con la boca cerrada -mascullé entre dientes, en voz baja-. Acabas de hacernos perder cualquier ventaja que pudiéramos tener en cuanto a sigilo. ¿Puedes al menos tener el detalle de no dar todos nuestros datos o directamente nos vas a entregar al enemigo?

Cuando la solté, le puse el puñal de Prosper en la mano.

-Si no vas a darle buen uso, mejor que te lo guardes. Y avanza en silencio.

Procedí a moverme alrededor de la luz, en silencio, para buscar otra dirección desde la que aproximarme. Una lejos de sonidos inoportunos, por ejemplo.

Avanzamos con cuidado. De momento parece que no hemos sido vistas. Es una suerte, claro. Hasta que la tragedia comienza.
Siento la rigidez de los músculos cuando la escucho a mi espalda, y cómo los ojos se me desorbitan y pasan de la tranquilidad a la ira en cuestión de fracciones de segundo. Y en un momento como este, aunque quiera, no puedo mostrar mi desacuerdo más que con gestos.

Massen se encarga. Vuelvo a centrarme en el frente, en avanzar, tratando de no pensar en lo que acaba de pasar.
Prefería no contar con lastres como este.

Y al avanzar un poco más, entonces, la veo: Dena.
No puede ser verdad...

Me meto tras un árbol, enseguida, indicando con un gesto veloz a todas que hagan lo mismo.

La voz aguda a mis espaldas me sobresalta, pese a que ya la he visto acercarse gracias a Vilo. Mithos, no. No, por favor. Un delator viviente no. Todo menos eso. Aunque supongo que ya es tarde para remediarlo. Dejo que Massen se encargue de la parvus y sigo a Vilo entre los árboles.

La luz que se acerca me hace decidirme a la hora de apagar mi flagrare. Tengo que verlos a ellos, así que mejor si se iluminan solos. Utilizo las sombras para moverme por detrás de los árboles. Una flamma y... tres monstruos, como dijo Lis.

En realidad son yetis, pero entiendo que su impresión haya sido esa. ¿Qué hacen aquí? Estoy segura de que los han traído por la fuerza. Este no es su habitat, y aunque haga frío, no creo que sea suficiente para ellos. ¿Cómo voy a enfrentarme a pobres animales que han instigado a atacarnos contra su voluntad?

La solución es fácil: limitarme a evitarlos y encargarme de la flamma. Tal vez si me deshago de ella pueda hacer algo por ellos. Por la expresión de Alehyss, parece que su objetivo es el mismo que el mío. Mejor. Cuantos menos vayan a por los animales, más probabilidades de mantenerlos a salvo.

En cuanto pueda, y siempre asegurándome de que no me haya visto, enviaré un flagrare a las rodillas de la chica.

Vilo espera entre las sombras, al acecho.

El oír la voz de Nagore, la flamma conjuró un hechizo contra los árboles de donde salido la voz de la parvus, haciendo que la madera comenzase a arder. No hizo más ofensivas en un primer momento, y esperó a que la muchacha, porque la voz había sido de una muchacha, saliese, atenta a cualquier otro movimiento o sonido.

El hechizo de Lea llegó a rozarla, pero no consiguió impactar contra sus rodillas. Con rapidez, la flamma lanzó un nuevo hechizo a la dirección de donde había salido el flagare. Las bestias, como respuesta a sus movimientos, escudriñaron el lugar, atentos.

Recorro el bosque con un clair ëm yäk en la mano. He escuchado unos ruidos y como todo el mundo se ha puesto en marcha lo he considerado como lo correcto. Pero de momento aún no he visto nada...

De repente puedo ver, aún algo lejos, una llama ascender. O al menos lo parece... No veo la llama, pero la luz parece la propia del fuego...
Me descuelgo el arco del hombro y lo cargo, con manos nerviosas. Me siento algo torpe ahora mismo. ¿Y qué hago? ¿Qué hago?

Inspiro profundamente por la nariz y avanzo con cuidado, buscando acercarme a... lo que sea que pase.

FdR- Pero aún no llega este turno -3-

Tras encargarme de Nagore y alejarme de ella, tomé una nueva posición, con mis aquaerums de nuevo en la mano y atenta. La flamma estaba pendiente de otros. De Nagore, por cuya culpa casi me alcanzó un hechizo. Esperaba que hubiera sabido defenderse. De Lea, que había decidido atacar.

Aproveché aquel preciso momento para hacer lo propio desde otra posición. Los dos seguidos: uno a las corvas y otro a la espalda. Y, después, me moví rápidamente para no esperar a su respuesta.

Ya la había reconocido. Y empezaba a hacerme una idea de qué hacía allí. Esperaba que no nos diera más problemas de los necesarios. O que aparecieran refuerzos de verdad, en caso de necesidad. Como los líderes, por ejemplo. Aquella entraba entre los poderosos del grupo, después de todo.

Antes de mí tuvo que encargarse de mi compañera, pero aún así, la flamma también tiene algo para mí, con lo que cambio mi posición al verla venir. Lo de cambiar de posición es más útil cuando no te están mirando, pero bueno. Vilo parece saber ponerse a salvo solo, así que me limitaré a mí misma.

Espero a algún otro ataque por parte de mis compañeros (o, en el peor de los casos, a otro ataque suyo) para moverme. La idea es hacerlo mientras no me tenga como foco. Los árboles ayudan, pero preferiría un encuentro más directo. De todas formas, no me apetece arriesgar por nada. Parece buena en magia.

Kyoti se da cuenta en seguida de que el lugar de la batalla no tiene pérdida. Se lo indica el sonido, pero también la luz y las llamas. Las llamas de ataques. Traga saliva. Él también tiene llamas, pero las suyas no brillan tanto, así que no se fía mucho de sus posibilidades...

No es momento de dudar. Avanza como puede, buscando un punto desde el que esté guarecido, lejos de las llamas y con algún enemigo a tiro. No tarda en separar los grupos, que se hacen evidentes, y ve a un par de desconocidas que ya están en marcha. Él, por su parte, hace lo propio.

Desde su posición, envía la flecha que tiene cargada contra una de esas moles gigantes, buscándole el pecho. ¿Tendrán los órganos en el sitio que parece que los tienen? Espera que sí, y apunta al corazón.

Después, cambia de sitio y saca una nueva flecha. Espera resultados antes de prender de nuevo la brea con un flagrare.

-Mmmhn- Gimoteo entre las fauces de Massen. Mientras me habla y me ata, observo cierto rencor en sus miradas hacia mi.- Mlomsientoh- Mascullo aún con la boca tapada.
Aún a pesar de mi promesa de no hacer ruído, no puedo sino dar un chillido lo más controlado posible al ver aquella llamarada hacer arder a un árbol próximo, mientras agarro con fuerza el puñal que Massen me acaba de dar y lo empuño con ambas manos hacia delante.

Una de las nuestras ataca y yo asiento con la cabeza. Eso debería bastar para auyentarla. Sin embargo, no ha sido tan facil.
Asomo la cabreza entre los matojos y observo a aquellos bichos.- Uugh...- Puedo notar que seguramente huelan mal.

-Ya va siendo hora de que pague la deuda.- Susurro.- Pervatia- Intento usar toda mi puntería para acercar bajo los pies de la intrusa y hacer que se levante del suelo y pierda el equilibro. Espero no fallar.

La situación se está saliendo un poco de control en cuestión de segundos. Quizás somos demasiados. De todos modos, supongo que no sirve para nada ocultarse. Yo necesito acercarme un poco más para atacar.
No he traído la ropa que nos dieron para ir a Aqua. Ahora me arrepiento. no es el primera hechizo de Dena que recibo.

Me pongo en marcha. Busco moverme sigilosamente entre los árboles para acercarme rodeándola. No sé si podré alcanzarla o no, pero cuento con poder encontrar una posición mejor, desde un lateral, para entrar.
Somos muchos. Imagino que al menos no tendrá tiempo para andarse mirando entre los árboles desde los que no llueven ataques.

Los ataques de Massen impactaron contra la flamma, que soltó un agudo quejido y que como respuesta invocó un nuevo hechizo, más fuerte que el anterior, que impactó en los árboles donde Massen había estado escondida, haciéndolos arder al momento. Una de las bestias, como respuesta a la ofensiva de la piscis, soltó un grito y avanzó hacia la zona donde la pequeña se escondía, amenazante, cuidándose de no tocar el fuego.

El ataque de Nagore no tuvo la misma suerte y no llegó a tocar a la flamma, que como respuesta lanzó un nuevo hechizo contra ella.

La bestia a la que Kyoti había atacado sí recibió la flecha del flamma. Soltó un grave quejido, e inmediatamente buscó golpear la zona de donde había salido la flecha.

No tardé en comprobar que salir del lugar desde el que había atacado había sido la opción correcta. Y más me valía seguir moviéndome a sus espaldas, lejos de ella... y de sus bichos. Bichos muy molestos, pero que, esperaba, me dejarían en paz si me deshacía de la flamma. Sabía que los animales no eran mi prioridad.

Como mínimo, le había hecho daño. Aprovechando de nuevo que se ocupaba de Nagore, lancé una nueva ofensiva desde atrás. En aquella ocasión, envié ambos hechizos a las corvas. Y de nuevo, me moví de donde estaba, sigilosa, alejándome un poco del centro de la batalla para despistar.

Kyoti se encuentra con que su ataque ha dado en el blanco, pero no tarda en descubrir que no es suficiente. De todas formas, más le preocupa lo buena que ha sido la idea de cambiarse de sitio. No quiere imaginarse a sí mismo aplastado bajo semejante puño.

Quizá convenga buscar un objetivo menos protegido. Piensa en el vientre, pero ahí también hay músculo. Rápidamente, aprovechando el quejido de la bestia, lanza la segunda flecha. Pero no contra el vientre, sino, casi en un gesto reflejo, contra la boca abierta. No está acostumbrado a presas tan grandes, pero quizás pueda derribarla.

En cualquier caso, lo primero es correr para alejarse de otro posible puño que lo convierta en puré.

Parece que hay suficiente gente hostigándola para que no vigile mi posición. Eso me conviene mucho. Desde mi nueva posición, observo y espero. Y, cuando la veo ocupada en otra persona, vuelvo a enviarle un flagrare, en esta ocasión al vientre.

He aprendido la lección, y me muevo rápidamente del sitio, antes de que decida que va a por mí. No puedo evitar preocuparme por los animales, que están siendo hostigados también. Por desgracia, no hay mucho que pueda hacer por ellos ahora mismo.

Hincho los carrillos y dejo caer mis párpados con decepción plausible al ver cómo el murito que levanto levanta al viento.
¿Cómo puedo tener tan mala puntería?

-¡Ah!- Chillo al ver aquel hechizo volando hacia mi despeinada cabeza. Los arbustos aplacan la mayor parte del golpe mágico y aún así yo salgo volando un par de metros hacia atrás.
-Au...- Me veo una rodilla pelada. y un corte pequeño en un codo.

Creo que va siendo hora de dejar de hacer el tonto... No puedo hacer nada... así vestida.
Veo a ambos lados y desaparezco entre las sombras.


*Nagore se va*

He conseguido escabullirme, o al menos lo parece. Quizás sea todo un engaño, pero, sinceramente, creo que tiene más cosas en las que pensar.
Lo extraño de todo esto es que los bichos enormes que traen consigo no han hecho demasiado. Dudo que alguien traiga unos guardaespaldas como esos solo por fardar, sinceramente.

Algunos árboles arden. Si no hacemos algo pronto el incendio se propagará. Hay que acabar rápido con esto. No querría que la catástrofe acabase siendo la destrucción del bosque.

-Dena -llamo desde su derecha, preparando el puñal en la diestra, como una amenaza, preparada para lanzarlo si es necesario-. ¿Por qué habéis venido?

Estoy muy seria.
Esto no está bien. Es un maldito ataque suicida.

Cuando me acerco lo suficiente y veo lo que está pasando (gracias al fuego, que da luz) no sé si lo correcto ha sido venir de verdad. Es una especie de masacre o algo así... No estoy muy seguro...

¿Y yo qué hago?

Me aproximo un poco más y pronto empiezo a ver caras. La de Massen es la que más me tranquiliza (y no ver la de Lluvia me relaja un poco también). De todos modos yo no me quiero acercar tanto, así que mejor desde aquí... No quiero estar al alcance de esos... seres.

Aprieto la mandíbula y apunto a uno de ellos, al que ha atacado a una figura que diría que es Kyoti, pero no lo tengo claro. Pobre, si acaba de llegar...
Inspiro profundamente y procuro dirigir el tiro hacia su cabeza, a la frente. No sé si servirá...
No sé si quiero que sirva, pero...

Ambos ataques de Massen volvieron a impactar contra la flamma, que se había concentrado en esquivar el ataque de Lea. La flamma soltó un nuevo hechizo, dirigido de nuevo contra la piscis, haciendo arder nuevamente los árboles. La bestia que se había acercado a la zona, ignorando el fuego, también movió el brazo, buscando golpear a la piscis, derribando varios árboles con el movimiento y desperdigando las llamas, soltando un alarido al notar el fuego sobre su piel. La bestia que se había mantenido quieta hasta el momento se desplazó para cubrir la espalda de la flamma, que observaba, tensa, a su alrededor, buscando que alguno de los enemigos saliese de sus escondites. Fue entonces cuando escuchó la voz de Alehyss. La flamma la miró durante apenas un segundo.

-Lárgate.

La flecha de Kyoti logró impactar contra la bestia, aunque no consiguió que esta golpease dentro de su boca abierta, sino en la comisura de lo que serían sus labios. Al momento, la bestia sintió la flecha de Jun contra su frente, y soltó un fuerte alarido, agudo, y como respuesta movió los brazos, buscando golpear al flamma, que estaba más cerca.

Johan se lo ha tomado con calma, pero al final ha llegado a la zona. Y al ver el fuego y a los enormes animales no ha sabido a qué reaccionar. Finalmente, sin embargo, ha hecho lo evidente.
Invoca un aquaerum en cada mano y se dedica a rociar las plantas más cercanas, sin meterse demasiado en la contienda. Sabe que como el fuego crezca será un problema. Y, en lo personal, no conoce demasiado a los que se enfrentan, ni los motivos del combate.

Trata de mantenerse alejado. Lo primero es lo primero.
Aprovecha unas llamas para encender un cigarro, ya que está, mientras sigue con su labor, lanzando miradas ocasionales al caótico grupo.

Vale, me ha esquivado, pero eso ha dado tiempo a mi compañera, ¿no? Y esta vez ni siquiera me ha devuelto el ataque, lo cual es un alivio. De todas formas, cambio de posición otra vez, no sea que me tenga localizada, y repito la estrategia, aprovechando el momento en que Alehyss llama su atención para enviarle un nuevo hechizo a las piernas.

A continuación, de nuevo, me muevo. He perdido a Vilo de vista y los yetis no dejan de soltar alaridos de dolor. ¿De verdad es todo esto necesario?

El ataque de Kyoti no va a dar exactamente donde él busca, pero al menos, le da en la comisura de la boca, y probablemente suponga una quemadura. Y un nuevo ataque, por parte de Jun, lo anima a continuar con lo que está haciendo. Así que la frente los hace gritar. Quizá sea un punto sensible. Y, con fuego, será más peligroso, o eso espera.

Tiene otros problemas de los que ocuparse, y se mueve para evitar los golpes del animal, que van claramente dirigidos a él. Mientras, carga otra flecha. Esta vez esperará. Esperará a que abra la boca y, justo en ese momento, enviará otra flecha del fuego a su garganta. Seguro que por dentro quema más que por fuera.

De nuevo acerté, y de nuevo era esencial salir de allí antes de que ella me devolviera el golpe. En aquella ocasión, su propio bicho se quemó la mano con el fuego que ella me había enviado. Otro se movió para cubrir su espalda. Bueno, podía seguir moviéndome. Eran manifiestamente lentos.

Busqué una nueva posición, y me aproveché de su atención puesta en Alehyss para atacar al costado. En aquella ocasión, no envié un aquaerum, aunque a primera vista pudiera parecerlo. Lo que debía estallar al llegar junto a ella era nada menos que un vlino.

Y yo ya podía ir poniendo pies en polvorosa si no quería más fuego en las narices.

Parece que le he dado. No tengo mucho tiempo para disfrutar de esto, porque de hecho no disfruto en absoluto. Parece que hemos desatado cierto caos. Pero no es eso lo que más me preocupa.
Me echo el arco al hombro y me apresuro a acercarme, esprintando un poco, lanzando en mitad de mi avance un clair ëm yäk a la cara del animal que ha atacado a Massen. Lo que no puede ser es que la mujer y él intenten encargarse de ella al mismo tiempo. Por muy fuerte que sea. Dejar que lo cargue todo sola no es una buena idea.

No entiendo bien qué pasa, pero quiero que se arregle. Los árboles arden, hay yetis enormes... ¿Y dónde está el señor Brumm? Esto es una locura...
¿Fueron también así los otros ataques?

Aprieto la mandíbula cuando me da la orden. Espero, sin embargo, al aluvión de ataques para reafirmar mi posición, amenazando con lanzar el puñal, preparando ya el lanzamiento. Y niego con firmeza.

-No. Entrégate. Esto ha llegado muy lejos. No estáis atacando. Estáis destruyendo el bosque. Los líderes vendrán si no te entregas, y no podrás hacer nada contra ellos. Esto es una estupidez -siseo con frialdad-. No tenéis nada que hacer aquí. Si querías hablar con Ly... Lloyd no has elegido la forma correcta.

Mientras yo hablo pueden atacarla. No le queda otra que rendirse. Aquí no tiene forma alguna de escapar. Ha sido un gran error por su parte.