Bosque

Al ver venir el ataque de Lea, la flamma reaccionó invocando una barrera, logrando cubrirse tanto del ataque de la flamma como de los de la piscis, encerrando también con su gesto al yeti que le cubría la espalda y Alehyss, pero sin llegar a atacarla.

-No quiero hablar con él -gruñó, mirándola de reojo, aún con la barrera a su alrededor. Cuando el hechizo perdió su efecto, la flamma parecía dispuesta a seguir defendiéndose de las ofensivas que le enviasen.

El hechizo de Jun impactó en el yeti, que soltó un nuevo alarido y que de inmediato buscó golpearlo, cerrando su enorme mano en un puño y hundiéndolo en el suelo. La flecha de Kyoti, por su parte, logró adentrarse en la boca del yeti, que soltó un agudo alarido, lastimero, y que trató de responder golpeando al flamma, sintiendo un leve ardor en su interior.

Así que ahora hechizos. Barreras. Pues qué bien, oye. ¿Cómo se supone que ataco a alguien que es capaz de protegerse con un simple gesto? Miro un momento a los yetis, pero no hay nada que pueda hacer. No pienso atacarlos, pero tampoco puedo hacer que mis compañeros dejen de hacerlo. Los yetis responden a su control, después de todo.

Solo me queda repetir los ataques. Espero a que deje de vigilar, a que se centre un momento en Alehyss, por ejemplo, o en cualquier otro de mis compañeros, para enviar dos flagrares a sus piernas. Después, me moveré de nuevo.

Sus vivaces ojos lo observaban todo desde la copa del árbol más cercano.
Ahora.
Su barrera había desaparecido.

Una pequeña figura cubierta por una caperuza y una túnica tan negra como la noche cogió impulso y, en el más absoluto silencio se abalanzó sobre la intrusa.

Mientras caía del árbol, sacó el puñal que anteriormente le había dado Massen. Poco le importaba la seguridad de su compañera. Era su objetivo el eliminarla y Sendall lo colocó de la mejor manera posible para intentar herir sin compasíon alguna a su rival.

Barreras. Ya tardaba. Pero no puede protegerse siempre. Una lástima no tener aquí a su compañera con alitas. Sería un gustazo ponerle un pisflivire al cuello, a ver si se protegía tanto y seguía hablando a Alehyss en ese tono. Pero su niña querida no está, así que mi pisflivire será para ella.

Puede que tenga un yeti cubriéndole las espaldas, pero es tan grande que no puede cubrirla entera. Y Lea vuelve a atacar, y de nuevo tengo una oportunidad. Si veo intenciones de esquivar, aprovecharé para enviar mis punzones. Si veo que se envuelve en su escudo, esperaré... hasta el momento exacto en que lo deshaga, y será entonces, mientras lo está deshaciendo, cuando envíe mi hechizo, oculta a su vista, por el hueco entre su punto ciego y el enorme yeti, fuera de la vista de él también.

Esta vez ha funcionado, y Kyoti tiene el suficiente sentido común como para alejarse de él para guarecerse. Lejos de su alcance es donde tiene que estar. Carga una nueva flecha y la prende, buscando de nuevo el objetivo.

Esta vez cambia de blanco. Tiene un yeti dándole la espalda, así que se dirige a su nuca. Podría ser un fantástico punto débil.

Si se mantiene suficientemente lejos, no podrán alcanzarlo. Además, el fuego de la flamma enemiga supone una buena barrera contra ellos, y Kyoti decide utilizarla.

Alzo las cejas.
Quizás no era el resultado esperado. Qué incómodo...
De pronto veo una mano de un tamaño impresionante volando hacia mí. Me impulso para alejarme de la zona de impacto. Noto las pulsaciones en los tímpanos, y la adrenalina correr por las venas.

Esto no está demasiado bien..., pero ahora mismo ni siquiera puedo pensar en eso. En lugar de eso, trato de tomar distancia con el yeti un poco más mientras recupero el arco para cargar una flecha.
Frunzo el ceño.
Si lo de antes no funcionó, entonces...

Aprieto la mandíbula, apuntando. Necesito tomármelo con calma, aunque se acerque. Aguantar hasta el último momento con tal de apuntar correctamente, teniendo en cuenta el viento y los patrones de sus movimientos. Al ojo. Es una parte blanda. Si lo logro, entonces seguro que le duele bastante más. Y con suerte, si profundiza lo suficiente podría alcanzar...

Dejo ir la flecha cuando creo que he apuntado correctamente. Es un tiro difícil, pero...

Está bien. No hay forma, entonces. De acuerdo.

Aprieto la mandíbula cuando quedo dentro de la barrera. Me siento atrapada de pronto, incapaz de salir. Frunzo el ceño mientras la barrera se disuelve.
Supongo que no hay ningún trato. Supongo que está todo dicho. Somos enemigas ahora mismo, y yo no puedo poner la mano en el fuego por ella mientras la batalla se desencadena a nuestro alrededor. Y nunca mejor dicho.

Me impulso hacia delante con el puñal en la mano. Da la impresión de que el ataque es una puñalada, directa a su pecho, pero no es más que un amago que busca asustarla. Lo que realmente quiero es aprovechar el impulso para hundir la rodilla derecha en su vientre, en la boca del estómago. Aunque solo sea distraerla espero que sirva de algo.

Johan observa el panorama a ratos, impresionado por la situación. Llega a pensar en intervenir, pero antes tiene que controlar las llamas, así que se aplica a ello. De todas formas, termina por apagar el cigarro a medio consumir: ya no lo considera demasiado serio.

Apaga algunas llamas más, pero termina por volverse hacia los guerreros rotando los hombros hacia atrás, con gesto algo curioso, entretenido dentro de lo que cabe.

Vaya un problema. Lo cierto es que no tiene muy claro qué hacer con esos animales tan grandes. No lleva las garras consigo, y duda que las manos por sí solas sirvan.
Termina por lanzar un aquaerum al que está luchando con uno de los arqueros, el del pelo oscuro, aunque no tiene claro que vaya a servir de mucho.
Pero que no se diga, desde luego, que no lo ha intentado.

Al ver venir a Nagore, la flamma rápidamente se cubrió, lanzando un hechizo contra la parvus que logró impactar de lleno contra ella, haciendo que cayese al suelo. Sin embargo, la flamma no pudo defenderse de los hechizos que tanto Lea como Massen lanzaron contra ella. Al sentirlos, la flamma se encogió sobre sí misma, soltando un quejido lastimero, notando cómo las rodillas le temblaban, y se llevó una mano al cuello, a la zona donde el pisflivire de Massen había impactado. Sangraba. Dada la posición de su rival, Alehyss no pudo lanzar el ataque que había previsto.

El ataque de Kyoti también impactó contra la nuca del yeti, así como el de Jun. Ambas bestias soltaron un fuerte alarido, pero no parecían, de pronto, seguras de lo que hacer; a pesar de que ambas movieron los brazos, sus movimientos parecían más una consecuencia de los ataques de ambos chicos que una ofensiva real, pues ninguno de sus ataque estuvo cerca de impactar contra ellos. El ataque de Johan, por su parta, también logró impactar contra el yeti al que se había dirigido, pero su daño fue mucho menor que infligido por sus compañeros de Brontë.

En cuanto aquello terminaba, si es que Nagore todavía seguía viva, yo misma me encargaría de rajarle el cuello. ¡¿Se había vuelto loca o qué?! Pero en aquel momento solo podía aprovechar mis oportunidades, y traté de ser tan rauda como mis capacidades me lo permitían.

De nuevo tenía pisflivires en las manos, y de nuevo los lancé contra ella, buscando impactar de nuevo antes de que se recuperara del ataque. Los yetis parecían perdidos de pronto, y ninguno me buscó. Sin ella, no podían hacer nada, así que intenté hostigarla todo lo posible.

No sé qué pretende esa chiquilla lanzándose así contra ella, pero el caso es que nos ha dado la oportunidad que necesitábamos. Así que no me preocupo más que de lanzar nuevos ataques, flagrares que buscan sus rodillas, intentando que caiga al suelo.

Los animales se están liberando de su influencia y no saben reaccionar, así que es una buena señal. Cuando estén libres, me ocuparé de ellos. Por ahora, debo terminar de liberarlos.

Los yetis parecen perdidos de pronto, y Kyoti no puede evitar verlo como una oportunidad. Se asegura de mantenerse lejos de sus aspavientos y carga una nueva flecha, que en seguida prende. Busca de nuevo su objetivo. Esta vez, es el mismo que la anterior.

Su propia flecha de fuego le indica dónde apuntar. Eso lo hará más fácil. Kyoti se concentra en su disparo, buscando un daño claro en la nuca... y dispara de nuevo.

Notó un golpe que le arrancó todo el aire de los pulmones y taponó sus oídos debido a la presión de la magia.
Sin duda el pequeño Sendall pese a la emboscada no pudo sino salir malparado. Calló inconsciente en el suelo ante tal daño y las llamas del hechizo devoraron parte de su capucha y de su túnica. Eso, junto el puñal prestado, convertirían aquel gesto de defensa del Palacio en la perdición de Nagore.


*Sendall está fuera de combate*

El chrysos había oído los sonidos, y tras coger el amuleto de resistencia del baúl, había salido en busca de los mismos, adentrándose en el bosque con los ojos levemente iluminados, solo lo justo para poder ver bien, pero buscando no llamar demasiado la atención. Iba armado con la espada y llevaba también consigo el puñal.

En un momento dado, dudó en qué dirección tomar, planteándose si debía acercarse al lago, lugar del que parecían proceder algunos de los sonidos, o si debía seguir adentrándose en el bosque, pero finalmente decidió continuar su avance, aumentando la velocidad con la corría.

Al llegar al lugar se encontró con unas bestias que no recordaba haber visto antes, pero su atención no se detuvo demasiado en ellas, sino en los ataques que Massen lanzaba contra la flamma. Veloz, el chrysos esprintó, buscando interponerse entre la trayectoria de los pisflivires de la piscis, cubriendo de alguna forma a la flamma.

fdr. estos es muy obvio xD

Sucede rápido. Los ataques la alcanzan y pronto está agarrándose el cuello sangrante, buscando, quizás, protección en una posición encogida. Lo más preocupante es la situación de la que se ha lanzado a por ella desde el aire, pero no soy la que más cerca se encuentra de la figura.

Antes del nuevo aluvión de ataques se cuela él. Aunque he tenido un momento para verlo venir, no hago nada. Incluso llego a retroceder un paso para protegerme yo misma del nuevo aluvión, dada mi cercanía a la flamma.

Hago un gesto al grupo para que no lo ataquen más. Los animales también parecen descontrolados, ahora mismo. No comprendo bien el manejo
Espero que esto signifique que ya ha acabado. Que ella pare. Que la podamos levar a las mazmorras y deje de resistirse.

Esto me incomoda. Jager no hubiese sido muy distinto, imagino, aunque tuviese menos medios.

Noto una sonrisa satisfecha surgir al ver que mi ataque da en la diana, e inmediatamente después siento que eso me provoca una sensación de lo más extraña. No obstante, no tengo mucho tiempo para decidir. Parece que pasan más cosas de las que yo mismo enfrento, más allá del yeti al que he disparado.
Este, por su parte, parece descontrolarse. Da un poco de pena, así visto...

Dejo estar al animal de momento y me acerco al grupo. He visto a alguien caer, y ha parecido un golpe duro, pero nadie se acerca. Yo solo me aproximo para ver si puedo ayudar, con el arco en la mano y una flecha en la otra, pero sin hacer demasiado.

Estoy algo desorientado. Aún no entiendo bien qué pasa...

A pesar de que el chrysos sí logro interponerse entre el hechizo de Massen y la flamma, logrando que las agujas se clavasen tanto en su brazo como en su pecho, no pudo evitar que los ataques de Lea sí lograsen impactar contra la muchacha, haciendo que la flamma cayese al suelo. Continuaba sangrando.

El ataque de Kyoti logró impactar en la zona deseada. El yeti soltó un nuevo alarido al sentir cómo la flecha se clavaba en su nuca, pero no hizo más, sintiéndose desorientado, confuso, sin saber, de pronto, qué hacer. Lo mismo ocurría con el resto, que se mantenían quietos, como a la espera de órdenes.

Johan y Jun no atacaron y se acercaron al grupo. Todo parecía de pronto más tranquilo, pero la flamma todavía seguía respirando y eso significaba que los yetis podrían volver a atacar en cualquier momento.

La repentina intervención de Lyam me provocó un efecto extraño. Ni siquiera me sentía preocupada por haberle dado. En su lugar, sentí cómo me hervía la sangre, cómo se me acumulaba la rabia en todo el cuerpo, cómo me latían las sienes. ¿Qué hacía? ¿Era otro traidor? ¿No habíamos tenido ya suficientes?

-Apártate, Lyam -siseé, fría, con voz peligrosa, agresiva.

Lancé una nueva oleada de pisflivires contra ella, sin preocuparme si me lo llevaba a él por delante de camino. Ella había venido a atacar Brontë y por tanto había que reducirla. Si Lyam decidía ayudarla, no era más que otro enemigo del que deshacerse. Y yo no iba a dedicarme a ofrecer compasión a quien fuera en contra del lugar al que pertenecía. Así pues, continué atacando, incansable, viendo a mi enemiga cada vez más reducida, tanto por mis ataques como por los ajenos. Y los yetis, desorientados, eran una señal más de que ella caía.

La repentina intervención de Lyam me deja de piedra. Por un momento me siento estúpida. ¿Sabía él todo esto? ¿Se estaba burlando de mí ayer? ¿Qué está pasando aquí?

Pese a todo, no vuelvo a atacar. He visto el gesto de Alehyss, y tampoco veo que ellos continúen. Si siguen los ataques, volverá a atacarse a los yetis, y me gustaría evitarlo. De modo que me limito a permanecer atenta, con dos flagrares preparados, pero sin intervenir.

Localizo por fin a Vilo, unos pasos más allá, y me siento algo más tranquila.

El caótico combate parece detenerse, y Kyoti no se ve con ánimos de llevar la contraria a Alehyss. Tragando saliva, retrocede unos pasos para alejarse bien de los yetis, evitando así cualquier ataque por su parte. Siente la adrenalina recorrerlo.

Mantiene una flecha en el arco, atento, pero no vuelve a disparar. En realidad, ya no tiene muy claro qué está pasando. Hace tiempo que se ha perdido en el extraño fragor de la batalla, como si se tratase de un delirio febril.

Al chrysos no le extrañó la orden de Massen, pero sí que llegó a sorprenderle un poco la frialdad con la que hablaba. No obstante, no iba a permitir que acabase con la flamma, por muy compañeros que fuesen. Veloz, de nuevo esprintó para ponerse entre los pisflivires de Massen y la flamma. A pesar de que tenía la espada con él, en ningún momento apuntó a Massen, utilizándola exclusivamente para intentar defenderse de los conjuros de la piscis si la ocasión lo permitía, limitándose a simplemente pararlos con el cuerpo cuando veía imposible detenerlos cubriéndose con el arma.

-Massen, para, por favor -pidió, sin sonar agresivo, protegiendo a la flamma-. No voy a atacarte. A... A ninguno.

Y realmente no iba a hacerlo.

Aprieto la mandíbula. Esto está siendo algo violento, ¿no es así? La situación es incómoda. Difícil.
Inspiro por la nariz, clavando los ojos en Massen, iluminándola para que me vea. Para que no haya ninguna posibilidad de que no lo haga. Aunque haya más gente.

-Massen, él es como yo. Fue como yo -murmuro, con la voz seca-. Ya la hemos derrotado. La entregaremos a los líderes. Ya no puede escapar, pero no hay que atacar a nadie más. Después...-. Lo miro de reojo, seria-. Después de esto él explicará lo que ha pasado. ¿Verdad?

Pese al tono tranquilo, es evidente que no es una petición amable para él. Pero no tiene muchas más opciones, imagino.
Quiero evitar un aluvión de ataques, imagino. Estaba perdido para ella. Desde el principio. Desde que se le ocurrió venir aquí.

Tensé las manos, dirigiendo a mis compañeros una sonrisa torva y una mirada sombría. Al final, acabé por soltar los hechizos con fuerza frente a mis pies, en lugar de enviárselos a ellos.

-Creo recordar que tus amiguitos tuvieron a bien dejar tranquilo el palacio. Buscabais a una persona concreta que resultó estar aquí -apunté, fría. Luego miré a Lyam, con la misma expresión-. Me gustaría ver cómo intentas hacerme nada.

Después, avancé hasta donde estaba Nagore, sin inmutarme por su aspecto. No era la primera vez que la veía así, y no conseguía que me sorprendiera en absoluto. Esforzándome al máximo para que no se notara cuánto me costaba cargar con ella, la tomé en brazos y me alejé.

-Por mí podéis hacer con ella lo que queráis -declaré, ya de espaldas, abandonando el lugar-. Como si os la coméis. Pero como me entere de que ha tocado siquiera a alguien más, directamente o no, le arrancaré la piel a tiras.

Y, sin decir más, me fui de allí, camino de la enfermería.

*Se va*

La escena se vuelve muy extraña. Cuando Massen se va dedico una mirada a lo que queda. Al final acabo siguiendo sus pasos, pero no la encuentro de camino al Palacio, ni por los pasillos.

Tengo la cabeza hecha un lío ahora mismo. No sé bien cómo me siento. Es una frialdad extraña, pero estoy preocupado por ella. La buscaré pronto. Esto último ha sido raro...
Es como si...

No ahora no.
No sé si podré dormir esta noche. No estoy seguro.

*se va*